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Michael Aram Wolohojian

Michael Aram Wolohojian

Nacido en Providence, Rhode Island, Michael Aram es mejor conocido en el mundo y en la comunidad armenia como el artista creativo que tomó una simple idea – trabajar con técnicas tradicionales de orfebrería hindúes, algo que lo cautivó desde joven - y transformarla en una marca de tendencias a nivel mundial, con un estilo distintivo inspirado, en parte, en sus raíces armenias. El nieto de sobrevivientes del Genocidio Armenio, procedentes de Kharpert y Arapkir (actualmente Elazig en Turquía), Michael Aram Wolohojian es hoy un reconocido diseñador. Lanzó su primera colección de piezas de metal en 1989 después de viajar a la India, donde comenzó a trabajar con artesanos locales. En la actualidad, vende sus creaciones en más de 600 lugares alrededor del mundo, habiendo abierto su primera tienda homónima en Manhattan en 2007. 

Escultura de una granada. Broce natural, bronce oxidado. Colección del 25 aniversario del Atelier 

Michael Aram se desempeña activamente en la comunidad armenia de la ciudad de Nueva York, donde es miembro del Directorio y colaborador de The Children of Armenia Fund (COAF), entre otras organizaciones. Asimismo, colabora con la Diócesis del Este y su iglesia local de Westchester, San Gregorio el Iluminador, para la cual creó todas las piezas de metal del interior y una cruz exterior del campanario. Vive en la ciudad de Nueva York con su pareja Aret, también de Armenia y dos hijos, Thadeus y Anabel.

Michael Aram frente a su tienda homónima, en NYC.

Sobrevivientes y salvadores, del Genocidio Armenio

“Mis abuelos paternos eran sobrevivientes del Genocidio, pero no conservaron ningún registro de su calvario más allá del relato de sus historias. Sólo comenzaron a hablar de sus periplos cuando se hicieron más grandes. En mi adolescencia, me quedé un fin de semana en su casa junto con mi hermano y mi hermana. Un día decidimos hacerles a nuestros abuelos panqueques para el desayuno, para que tengan un descanso de la sudjukh (salchicha seca) y los huevos cocidos en manteca que solían desayunar. Mi abuelo comentó que los panqueques le hacían acordar al khomor, la masa que utilizaban para alimentar a los camellos en su finca ubicada en la aldea de Tadim, en el distrito de Elazig, Turquía”, recuerda Michael.  

Recuerdo que comenzamos a asediarlos con preguntas, porque nunca los había escuchado hablar de lo que ellos llamaban el “viejo país”, como si fuera algo del pasado donde uno no podía volver ni física ni emocionalmente. Mi abuelo comenzó a contarnos historias acerca de su familia, de las separaciones, de los asesinatos, hasta que mi abuela Mendouhi dijo, ‘¡Mugrdich, por favor basta!’ Delante nuestro estaban discutiendo acerca de la importancia de transmitir las historias de su supervivencia y, precisamente, de la supervivencia de nuestra rama familiar.  

Mendouhi y Mugrdich Wolohojian.

Mi abuela empezó a contarnos historias sobre cómo tuvo que tragarse monedas de oro y coser joyas y otras pertenencias valiosas en los ruedos de su ropa, o esconderse en alcantarillas y zanjas para evitar a los soldados turcos. Por último, fue ‘contrabandeada’ hacia un sitio seguro, enrollada en una alfombra armenia dentro de una caravana. Era una historia increíble e innegable a la vez. Su historia me quedó grabada en la memoria desde pequeño”.    

Los abuelos de Michael vivían en Watertown, Massachusetts, y su abuela hablaba armenio en su casa y con sus vecinos de la comunidad. Fue durante la última semana de su vida, cuando se quedó con su hija Rose, que comenzó a revelar más información sobre su vida durante el Genocidio y su traslado a los Estados Unidos.

Su familia era propietaria de una importante empresa importadora y exportadora de la ciudad de Kharpert, donde recibió una educación europea y era una niña privilegiada. Su padre había muerto joven, pero su madre, Hripsime Keljikian, tomó el mando de la empresa y la hizo prosperar. Previo a los acontecimientos de 1915, Hripsime había enviado a sus hijos mayores al exterior, pero ella se había quedado, junto con sus dos hijos menores, Mendouhi y su hermano pequeño Charlie. Un primo suyo, Avedis Keljikian, que trabajaba en el mismo rubro, había escapado de la persecución con la ayuda de unos colegas turcos que lo convencieron de que se cambiara la identidad a Mehmet Naci Kultchikli. En los documentos de inmigración, con destino a Londres, constaban su supuesta identidad y su nombre real “Avedis Karapet Keljikian.”

“El primo Avedis consiguió llevar a otros familiares y amigos a puerto seguro, utilizando su riqueza y una poderosa red de socios comerciales que se solidarizaban por lo que ocurría. 

Mi abuela nos habló del poder que tenía ‘Naci’ para ayudarlos a ellos y a otros y cómo sus contactos turcos guiaron a su madre y a sus dos hijos a ‘casas seguras’.

También contó la historia del momento en el que arrestaron y encarcelaron a su madre porque no revelaba el lugar donde se encontraba el pequeño Charlie. Milagrosamente logró escaparse de prisión, quizás gracias a su astucia o tal vez por sus influencias, contactos o dinero”. dice Michael. “De más está decir que ella afirmó que ninguno de los tres hubiera sobrevivido sin la ayuda de algunos turcos que los ayudaron en el camino. A la familia le llevó siete años pasar de Turquía a Marsella y finalmente a Estados Unidos. Conoció a mi abuelo en Watertown. Él trabajaba en la fábrica Hood Rubber Factory, hasta que ahorró suficiente dinero para abrir un ‘spa’, o lo que llamaríamos en Arlington un ‘almacén y tienda de refrescos’. Él y Mendouhi tuvieron tres hijos, Rose, Albert y mi padre, John. Realmente, de no haber sido por la ayuda de Naci, la astucia de mi bisabuela y algunos vecinos de bien, mi familia no estaría hoy aquí”. 

 

La segunda parte de la historia

El abuelo materno de Michael Aram también fue descendiente de sobrevivientes del Genocidio. “Mi tía Florence Wolohojian mantuvo un registro impecable de mi familia. De ella aprendí que mi bisabuelo Vartres Yegavian (Egavian/Yegaviantz) estaba entre los 200 intelectuales, poetas, escritores y miembros destacados de la comunidad armenia en Constantinopla que fueron arrestados y encarcelados el 24 de abril de 1915. Después de esos acontecimientos nunca más regresaría a su casa, ni volvería a ver a su familia”. 

Vartres y Florentsa Yegavian.

Vartres provenía de una familia de empresarios y filántropos adinerados. Tenía su propia empresa en Constantinopla con membretes en cuatro idiomas. Se casó con la bisabuela de Michael, Florentza (Filaritza), a mediados de 1890. Tuvieron cinco hijos: Naomi (Noyemi), el abuelo de Michael, George (Krikor), quien de acuerdo con los registros nació en Moscú en 1898, Anette, Edward y Larry.

Aram y Zabel Hovsepian anuncian el compromiso de su hija Almas con George Egavian, 1936.

“La familia vivía en la parte europea de Constantinopla, llamada Pera. Entre sus círculos de amigos se encontraban el cónsul ruso y su esposa, Anette. Ellos eran los padrinos de mi tía abuela Anette. El cónsul le entregó a mi bisabuelo su espada ropera, que estaba entre las posesiones más preciadas de la familia, junto con los objetos, las fotografías, las cartas y los documentos que luego se llevarían consigo a Estados Unidos”, explica Michael. 

En 1907, Su Majestad la Princesa Imperial Eugenia Maximilianovna les concedió a Vartres y a Filaritza el derecho a usar la medalla de la Cruz Roja en reconocimiento por sus obras caritativas.  

 

Este certificado, atribuido a aquellos con la protección de Su Majestad la Princesa Imperial Eugenia Maximilianovna de Oldenburg, es emitido por el Comité de las Hermanas de la Cruz Roja en San Petersburgo a Filaritza Egaviantz, a fin de concederle el derecho a usar la medalla de la Cruz Roja en su botonier, signo de reconocimiento por sus obras caritativas de apoyo al Comité.

20 de enero, 1907.

A pesar de su posición social, Vartres terminaría encarcelado, como tantos otros, en Urfa (actualmente Sanliurfa, en el sur de Turquía). En una carta de junio de 1916, el hermano de Vartres, Nazaret, le informó a Filaritza que estaba en tratativas con el consulado norteamericano en Alepo para trasladar a Vartres a una prisión de esa ciudad.  

Escribió, además, que los diplomáticos norteamericanos se mostraban serviciales en sus pedidos de traslado ante las autoridades turcas, pero que aún no habían recibido respuesta alguna. Había cartas de otras personas que le notificaban a la familia acerca del estado de Vartres en prisión. La última carta, de 1916, decía que el 24 de marzo de 1916, exactamente 11 meses después de su detención, Vartres había muerto.

“En 1919, a mi bisabuela se le expidió una orden, emitida por el consulado de los Países Bajos en Constantinopla, por la que se les solicitaba a las autoridades turcas que se le permitiera viajar a Alepo a Filaritza Egaviantz, súbdita rusa. Seguramente ella y el resto de la familia consiguieron pasaportes rusos a través de sus conexiones diplomáticas”, cree Michael.   

Una vez de regreso en su Alepo natal, ella y su madre, Isgouhi Yeramian, trabajaron de forma activa en la recientemente creada Sociedad de Naciones, que tenía como objetivo rescatar a mujeres y niños sobrevivientes del Genocidio Armenio que estaban retenidos en contra de su voluntad en hogares musulmanes. En 1921, se creó una casa de acogida en Alepo, dirigida por la misionera danesa, Karen Jeppe. La organización registró las historias personales de las mujeres y los niños, los lugares de donde los sacaron por la fuerza, lo que les ocurrió y cómo sobrevivieron. Según el informe de Karen Jeppe en la Universidad de Bruselas en septiembre de 1923, el comité logró liberar a alrededor de 2000 mujeres y niños armenios que estaban mantenidos en cautiverio o en harenes.  

La odisea de la familia Egavian no terminó allí. En enero de 1923, la bisabuela de Michael y sus hijos, George, Naomi, Edward y Larry zarparon del puerto de Constantinopla a bordo del buque SS Madonna y llegaron a Nueva York.

Tras haberse capacitado como ingeniero eléctrico en Constantinopla, George fundó su propia empresa llamada Royal Electric Supply Company, junto con sus hermanos menores, Eddy y Larry, en 1930. En 1945, abrieron Eddy and Company, que se transformó en la distribuidora de productos RCA –discos, fonógrafos y televisores. El Centro Cultural Egavian, en la iglesia de San Sahag de Providence, Rhode Island, está dedicado a sus padres, Vartres y Florenza.  

LA FAMILIA ARMENIA TÍPICA Y NO TAN TÍPICA, DE MICHAEL ARAM

Mi familia es muy tradicional, en muchos aspectos y es muy parecida a otras familias; salvo por el hecho de que somos una pareja armenia del mismo sexo. Estamos estrechamente comprometidos con la comunidad armenia y, tanto nuestro hijo como nuestra hija, fueron bautizados en la Catedral Armenia de San Vartan. A su vez, tenemos una casa en la India, donde también tengo un taller de diseño. Es, tal vez, en el taller donde me siento más complacido e inspirado para crear”, dice Michael. “Siento que mi mayor logro es haber construido una familia afectuosa y una empresa que mantiene a centenares de familias alrededor del mundo”. 

La historia fue verificada por el Equipo de Investigación de 100 LIVES.