Vera Nazarian: “Los privilegios son del hombre”

Vera Nazarian: “Los privilegios son del hombre”

El concepto de activismo humanitario corre por las venas de Vera Anush Nazarian. Hace más de siete años es consejera de la Misión Permanente de Armenia ante las Naciones Unidas y dirige la Fundación Iniciar for Global Action. Fundó esta organización con el propósito de lograr cambios y desarrollo sustentable en comunidades vulnerables y hace más de cinco años trabaja en Sudamérica para generar conciencia sobre la enfermedad de Chagas y la problemática del acceso al agua. 
 

Nació en Argentina pero vive en Estados Unidos hace más de 30 años.  Allí, en la Universidad de Columbia, realizó un master en Derechos Humanos, con especialización en Derechos de la Mujer. Su tesis se basó en una comparativa de la situación de los derechos de la mujer de África del este y del oeste. Sus ojos vieron condiciones extremas y vivenció situaciones límite: “Cuando me fui de Kenia mataron a 60 personas por acceso al agua”, recuerda.

 

Historias de primera mano

“Todo lo que se dice en los libros es parcial, en particular sobre las mujeres. Yo misma vi la situación y hablé con muchas de ellas; las condiciones son más vulnerables de lo que se cuenta”, dice Vera.

 

                                                         Vera Anush Nazarian

Durante sus reiterados viajes, Vera tuvo la oportunidad de interiorizarse con la sociedad local. “La mujer africana es muy trabajadora, es alegre, es optimista. Lucha sin parar, no tiene descanso. Quiere mejorar, aprender y darle un mejor futuro a sus hijos”, sostiene. Al mismo tiempo y a pesar de la voluntad de mejora, Vera también describe la desigualdad de género que reina allí: “Si hay dinero, siempre es para el varón, antes que para la mujer. La niña tiene que ayudar a la madre en los quehaceres y también afrontar una terrible situación: muchas veces ellas son violadas, sus derechos no se respetan. También son ellas quienes buscan agua y, como sabemos, no es un recurso fácil de conseguir, a veces tardan 10 horas en ir y volver. El varón tiene bicicleta, la mujer no; los privilegios son del hombre”, se lamenta Vera.

A pesar de contar con este panorama desolador, hay una luz de esperanza, pues existen organizaciones y personas que tienden su mano en pos del prójimo. “Hay ONGs y muchas personas están ayudando, los africanos los reciben con alegría y quieren hacer partnerships con ellos. Hay que aprender y, estamos en eso, a escuchar al otro y a trabajar con el local”, dice vera y explica “Cuando se trabaja con comunidades, hay que involucrar a todos y tenerlos informados”.  

 

                                                                      Kenya

Héroes anónimos

“El trabajo que muchos están haciendo es loable. La mayoría lo hace de forma totalmente desinteresada y esos son los héroes anónimos. No tengamos desconfianza, esto se hace porque nace desde el corazón. El trabajo humanitario no es solo dar algo físico, es también el trabajo voluntario, es educar, es abrirle la puerta al otro”.

En este contexto, el Premio Aurora se encargará de traer a la luz muchas historias que han sido invisibilizadas y honrará a aquellas personas que tendieron su mano para ayudar a otros. “Premios de esta índole, como el Premio Aurora, no solo concientizan sobre los trabajos humanitarios de otros, sino también comienzan a generar otros proyectos en pos del bienestar de las comunidades locales. Mimetizan por medio del ejemplo, o al menos tenemos esa esperanza. Y gracias a los creadores del Premio Aurora, los galardonados y los nominados estarán no solo logrando avanzar y beneficiando sus proyectos humanitarios, sino también verán a las comunidades Armenias con otra mirada, desde la historia a los logros de quienes se han establecido como inmigrantes y como ciudadanos naturalizados, que han luchado por un mejor futuro para sus familias y, a su vez, beneficiando las comunidades locales. El impacto logrado llega mas allá de lo que uno imagina”, reflexiona Vera.

Vera ha participado en el continente africano de numerosos foros y plenarios que tratan sobre violencia de género, mutilación genital femenina, escases del agua, entre muchas otras problemáticas y ha estudiado minuciosamente los casos de violación de derechos humanos “África es el continente temido, le hicieron esa fama, pero tiene un potencial enorme. En lo humanitario también, porque hay mucho que hacer y porque tienen mucho para dar. Quieren aprender, son innovadores. Son países muy jóvenes con avances muy grandes. En todo esto, la mujer está jugando un rol importantísimo, amén de que tiene una presión patriarcal muy fuerte”, explica.

 

                                               Mujeres de Tanzania

Vera Nazarian se vio fuertemente influenciada por su historia familiar: sus abuelos fueron sobrevivientes del Genocidio Armenio. Su abuelo, Asadur Karaguezian, fue salvado de la muerte segura por su vecino turco, a quien él siempre demostró su gratitud. Hoy, cien años más tarde, Vera continúa la posta de la gratitud en el mundo: “Durante el Genocidio, mucha gente ayudó a nuestro pueblo, al igual que la diáspora ayudó en agradecimiento al país que lo cobijó. Inculcar el trabajo humanitario es algo que tenemos que transmitir de generación en generación, con el ejemplo. Hay que enseñar a dar: Si alguien toca tu puerta, hay que darle un plato de comida, eso lo aprendí de mi madre y ella de mi abuela”. 

 

                                            Dar es Salaam, la ciudad más grande de Tanzania

"Del cielo no cae nada. Hay que escuchar a todos, abrir el juego a la pluralidad de voces, trabajar con un consenso, sin imponer”, cree Vera y concluye: “Este es un momento en el que la juventud la tiene que dar pelea, tiene que restaurar la moral universal y éticas locales. Tenemos que ser consientes y cuidar nuestro medio ambiente, aprender a vivir en armonía con lo que nos rodea, sin explotar al otro ni a la naturaleza”.