El Héroe Aurora 2018, el fraile franciscano Tomás González Castillo, es el fundador de La 72, un hogar y refugio para migrantes. Hasta la fecha, ha proporcionado refugio, alimento, agua, asesoramiento y asistencia legal a más de 50.000 inmigrantes centroamericanos durante sus viajes, a menudo angustiantes, en México. Allí se les brinda ayuda a todos; entre ellos, personas que sufren agresiones traumáticas, intentos de secuestros o que son expulsados de sus propios países. En esta entrevista cuenta sobre el trabajo que hace su organización al brindarle protección a los más vulnerables y no rendirse nunca, a pesar de las amenazas.
La 72, la casa del migrante
En el sur de México, a 60 kilómetros de la frontera con Guatemala, tenemos una casa para personas migrantes y refugiadas. Se trata de las personas que ingresan a México por el sur y en La 72 les damos de comer, ofrecemos servicios médicos, servicios legales y tenemos una serie de actividades para dignificar su camino.
Hacemos este trabajo porque allí donde vivo, el grupo más vulnerable de los seres humanos son las personas migrantes. Niños, niñas, adolescentes, mujeres y miembros de la comunidad LGBT, en muchos casos, son familias enteras.
Para los migrantes, México es un campo minado. Al cruzar la frontera sur se pueden encontrar con la violación sexual por parte de la delincuencia común, la extorción por parte de las autoridades y el secuestros por parte del crimen organizado. Hay quienes suben al tren carguero llamado “La Bestia”, para llegar al norte. Muchos se duermen por el cansancio y son destrozados por el tren. Muchos otros son perseguidos cruelmente por las autoridades migratorias y son tratados con mucha humillación dentro de las estaciones migratorias. México es un país de migrantes pero no alcanza a comprender esta identidad, entonces hay una gran parte de la sociedad, un 70%, que discrimina a los migrantes que vienen de otros países.

Father Tomás González Castillo en Armenia
El futuro es siempre incierto
Cuando uno empieza un proyecto, comienza a trabajar y siempre hay necesidad de recursos para todo lo que implica ese tipo de proyectos. El futuro siempre es incierto porque esta migración tan sufriente no va a terminar pronto. Quiere decir que el proyecto va a seguir hasta que esta migración termine, ¿en cuanto tiempo? No lo sabemos, pero sí sabemos que será mucho tiempo. Es una migración muy dolorosa porque hay mucha corrupción en las autoridades migratorias, en las autoridades mexicanas. Hay un crimen organizado que los está esperando para extorsionarlos, para secuestrarlos. El fenómeno migratorio en América se ha complicado mucho, sobre todo, por esos dos factores: la corrupción de las autoridades y el crimen organizado.
Lidiar con las autoridades mexicanas es de lo más difícil. Actualmente, México sufre una crisis muy fuerte de violencia y de violación a los derechos humanos pero el estado mexicano no lo reconoce. La política migratoria de México se basa en el cierre de la frontera, la frontera sur, precisamente, para que estas personas no pasen. Cuando pasan, nosotros los ayudamos, los orientamos legalmente y eso crea una tensión muy fuerte con las autoridades mexicanas.
Otro desafío muy grande es el crimen organizado que ha invadido el país. Los cárteles de la droga han encontrado en el secuestro y en la extorsión de los inmigrantes una fuente de dinero tal como el tráfico de drogas. El tráfico de personas viene a ser una ganancia muy, muy grande para el crimen organizado.

Los Héroes Aurora 2018; Kyaw Hla Aung, Sunitha Krishnan y Tomás González Castillo
Los más vulnerables entre los vulnerables
Nosotros hacemos esto hacemos desde la fe. Yo soy misionero, tengo el mandato de ayudar a toda persona que sea vulnerable. Además, no puedo ver que una persona migrante sea perseguida por las autoridades, que sea golpeada, esté ensangrentada y no hacer nada. No podemos quedarnos impávidos cuando las mujeres son violadas por los delincuentes y llegan a nuestra casa o no hacer nada cuando tantos adolescentes salen de Centroamérica, o no ayudar a los niños no acompañados quienes no tienen mamá o papá. Son víctimas de la violencia en Centroamérica y no podemos permitir que sigan siendo víctimas en el camino. Estos son los dos grandes motores que nos ayudan y nos hacen trabajar cotidianamente: la corrupción y el crimen organizado.
Soy testigo de que la comunidad LGBT, homosexuales, transexuales, lesbianas dentro de la vulnerabilidad que arroja la migración, son los más vulnerables. A muchos de ellos los pueden utilizar para el tráfico de personas. Por ejemplo, un varón migrante de 25 años puede conseguir trabajo fácilmente como albañil, constructor, o en el campo. A una mujer transexual no le dan otro trabajo más que la prostitución, aún cuando no lo quiera hacer. Un hombre homosexual es discriminado en su país de origen y también en otros países. Somos parte de sociedades homofóbicas. Nosotros hemos abierto nuestra casa para tener un dormitorio especial para toda esta diversidad.

El fraile Tomás González Castillo durante la Trilogía Aurora 2018
No podemos dejar de hacer nuestro trabajo
Sí, hemos recibido muchas amenazas por parte del crimen organizado, por parte de las autoridades. Se ha utilizado el sistema penal para intimidarnos, para frenar nuestro trabajo. Hay una tensión permanente con las autoridades mexicanas. El migrante en México es un objeto, es una mercancía que significa mucho dinero para los criminales y el narcotráfico. Cuando uno ayuda al migrante, cuando lo acoge, lo protege, todo esto va en contra de los intereses de las autoridades corruptas y el crimen organizado, nuestro trabajo nos confronta con esos actores. No podemos negar que hay una tensión, pero tampoco podemos dejar de hacer nuestro trabajo.
Somos alrededor de 15 personas trabajando, la mayoría como voluntarios y voluntarias. Hacemos una selección, se trata de gente que da todo su tiempo, toda su vida durante uno, dos, tres meses. De acuerdo a esto, hemos creado un protocolo de seguridad y tenemos que renunciar a muchos privilegios. No podemos salir a las 10 de la noche a tomar un café, no podemos contestar llamadas de un número telefónico que no conocemos, tenemos que ser muy cuidadosos y no andar solos en las calles. La seguridad depende mucho de nosotros, no podemos exponernos. Sabemos que fuera de la casa hay una serie de actores que quieren hacernos daño. Tenemos que saber cuidarnos.
Hemos logrado un blindaje social en la comunidad, pero también es cierto que los delincuentes, el crimen organizado y las autoridades corruptas tienen armas mucho más poderosas que la solidaridad de un pueblo. Entonces, amenazan a la gente y generan miedo. Por eso, la gente nos llevan los donativos a escondidas. No quieren que se diga quién ha donado algo para la casa del migrante. Los jóvenes voluntarios en su mayoría son de fuera del lugar donde vivimos. Son extranjeros y también mexicanos pero los jóvenes del pueblo prefieren ayudar de otra manera. Lo que es cierto es que hemos logrado un blindaje social porque son ellos los que nos mantienen en el área de asistencia humanitaria, la alimentación, la salud. También cuando hay un evento de inseguridad ellos son quienes a través de las redes sociales dan a conocer todo lo que está pasando.
La nominación al Premio Aurora es un compromiso
Estar nominado al Premio Aurora es, primero, una gran satisfacción porque el trabajo no es mío sino que es de un gran equipo y es reconocido en otra parte del mundo, totalmente diferente. También hablando con los miembros de nuestro equipo, les hago ver que este es un compromiso muy profundo, que la nominación al Premio Aurora no es un privilegio, es un compromiso que nos tiene que llevar a trabajar mucho más por las personas que estamos trabajando.
Es mi primera vez en Armenia y como no conocía, me puse a investigar antes de venir, pero una cosa es leer lo que está en los libros o en internet y otra cosa es lo que uno va viviendo realmente aquí. Creo que este es un pueblo que ha sufrido mucho, pero uno se da cuenta de que de la muerte ha surgido la vida. Con las personas con las que he convivido aquí, me dan muestra de ello: la lucha por la vida.