El difícil camino de la resistencia pacífica

El difícil camino de la resistencia pacífica

Abdulhadi Al-Khawaja es un activista político danés-bahreiní que ha dedicado décadas de su vida a defender los derechos humanos y promover la democracia. A pesar del carácter pacífico de su activismo, se vio obligado a vivir en el exilio durante muchos años y fue objeto de varias detenciones después de regresar finalmente a su país de origen. En 2011, fue condenado a cadena perpetua por liderar protestas no violentas durante el Levantamiento de Bahréin. Su salud se deteriora rápidamente, pero a Al-Khawaja se le niega un permiso médico y su familia vive con el temor constante de perderlo. Este artículo no habría sido escrito sin su ayuda, por la cual la Iniciativa Aurora está muy agradecida.

El Reino de Bahréin está gobernado, actualmente, por la dinastía Al Khalifa, que ha estado en el poder desde finales del siglo XVIII. Tras un período muy breve de intentos de democratización después de que el país obtuviera su independencia del Reino Unido en 1971, la familia Al Khalifa disolvió la asamblea legislativa nacional, suspendió la Constitución de 1973 mediante leyes de emergencia y comenzó una violenta represión contra todas las formas de disidencia. En la actualidad, los medios de comunicación independientes y los partidos políticos de oposición están prohibidos y expresar cualquier tipo de crítica hacia las autoridades se considera un delito equivalente al terrorismo.

Cuando era un joven que estudiaba en el Reino Unido a finales de los años 70, Al-Khawaja participó en las protestas estudiantiles destinadas a generar conciencia sobre las violaciones de derechos humanos en Bahréin. Ese desafío no pasó desapercibido y a los jóvenes bahreiníes como él se les dijo que regresaran a casa de inmediato o que estuvieran preparados para que les cancelaran el pasaporte. Luego de escuchar muchas historias sobre sus amigos que fueron encarcelados después de regresar, Abdulhadi Al-Khawaja decidió quedarse en Europa y continuar su trabajo allí. Como resultado, el Estado le revocó la ciudadanía bahreiní.

El activista encontró cobijo en campos de refugiados y en 1991 obtuvo asilo político en Dinamarca, junto con su esposa e hijos. Dos años más tarde, tras la muerte de su padre, Al-Khawaja intentó ir a Bahréin para asistir al funeral. Le negaron la entrada y lo interrogaron durante varios días antes de ser deportado de regreso a Dinamarca. Sin embargo, ni siquiera este trágico episodio lo desanimó.

Mientras vivía en Europa, se convirtió en una persona clave para muchos refugiados de la región del Golfo que buscaban justicia y apoyo en sus luchas. Para satisfacer la creciente necesidad de una respuesta estructurada, cofundó la Organización de Derechos Humanos de Bahrein (Bahrain Human Rights Organization - BHRO), con sede en Dinamarca. La incansable defensa y persistencia de Al-Khawaja han contribuido directamente a los cambios políticos que se produjeron después de que Hamad bin Isa Al Khalifa sucediera a su difunto padre como nuevo rey de Bahréin.

En 2001, el nuevo monarca intentó redimir la imagen global del régimen al ofrecer amnistía general a los disidentes y presos políticos. Se permitió regresar a decenas de ciudadanos bahreiníes que vivían en exilio forzado, entre ellos, Abdulhadi Al-Khawaja. Este acontecimiento positivo, junto con otras promesas hechas por las autoridades, incluida la reinstauración de algunas partes enmendadas de la Constitución suspendida y la implementación de nuevas reformas democráticas, convencieron al Sr. Al-Khawaja y a otros activistas de que sus sueños de un futuro democrático podrían hacerse realidad. En 2002, abrió el Centro de Derechos Humanos de Bahréin (BCHR) para promover los derechos humanos fundamentales.

Abdulhadi Al-Khawaja está extremadamente dedicado a su trabajo

Según las personas que lo conocen, Abdulhadi Al-Khawaja defendería a cualquiera. No le importaría quiénes fueran, qué religión tuvieran y si fueran bahreiníes o no. “En algún momento, trabajé con él sobre los derechos de los trabajadores migrantes en el BCHR. Algunos bahreiníes decían: ‘Nos están quitando el trabajo y no tenemos nada. Deberíamos ser nosotros la prioridad´. Y mi papá dijo: ´No. Se llaman 'derechos humanos'. No son derechos de los 'bahreiníes'´, recuerda su hija Zaynab Al-Khawaja, que también es activista de derechos humanos.

Sin embargo, pronto quedó claro que incluso la oposición más cautelosa había sobreestimado en gran medida la intención del gobierno de cumplir sus compromisos democráticos. En septiembre de 2004, después de que Al-Khawaja culpara públicamente al primer ministro por sus decisiones que afectaban negativamente al desarrollo económico del país y su papel en los abusos contra los derechos humanos, el activista fue detenido y acusado de difundir "noticias falsas" e incitar al desprecio hacia el gobierno. Se ordenó el cierre del BCHR y se revocó su registro ante el Estado. De manera desafiante, el Centro sigue en funcionamiento hasta el día de hoy.

Tras su liberación gracias al indulto real en octubre de 2004, Al-Khawaja continuó públicamente sus críticas al régimen monárquico por violar los derechos humanos, impedir el proceso democrático e incitar a la discriminación contra la minoría sunita. “Si la gente actúa para obtener sus derechos, para protegerlos, y el gobierno tiene algún tipo de reacción, no es culpa del pueblo. Es culpa del gobierno”, dijo Abdulhadi Al-Khawaja en una entrevista concedida en 2005.

Abdulhadi Al-Khawaja en una protesta pacífica. Bahréin, 2008

En 2011, Al-Khawaja cofundó el Centro del Golfo para los Derechos Humanos, que brinda apoyo y protección a los defensores de los derechos humanos. Como resultado de su trabajo, ha enfrentado detenciones y juicios injustos, acoso, campañas de difamación en los medios de comunicación y violencia física. De hecho, todos los miembros de la familia Al-Khawaja se han visto afectados por la persecución del Estado.

El hermano menor de Abdulhadi, dos yernos, dos hijas e incluso su pequeño nieto han sido encarcelados en algún momento (cuando era menor, este último fue detenido brevemente con su madre, Zaynab). La anciana madre de Abdulhadi, que todavía vive en Bahréin, no lo ve desde hace años. “Esto es algo que hace el gobierno de Bahréin. Se dirigen a las familias. Hay días en los que, literalmente, hay una sola persona en la mesa porque todos los demás están exiliados o en prisión”, explica Zaynab Al-Khawaja.

En febrero de 2011, durante lo que se conoció como los Levantamientos de la 'Primavera Árabe', Abdulhadi Al-Khawaja estuvo a cargo de liderar varias manifestaciones y marchas pacíficas en Bahréin que reflejaban la demanda pública de reformas democráticas en toda la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA). La represalia estatal fue rápida y brutal. En abril de 2011, Al-Khawaja fue detenido violentamente en su propia casa en mitad de la noche, mientras su familia observaba horrorizada.

Durante el arresto, lo arrastraron por las escaleras agarrándolo por el cuello, lo golpearon y luego se lo llevaron inconsciente. A su familia no se le permitió ponerse en contacto con él durante varios días después de eso. Mientras estaba detenido, fue torturado repetidamente y sobrevivió a una agresión por la cual debió recibir atención médica urgente. Cuando el activista fue llevado al hospital, el personal de seguridad lo amenazó con ejecutarlo. Tras su regreso a prisión, lo pusieron en régimen de aislamiento durante dos meses.

En junio de 2011, Abdulhadi Al-Khawaja fue condenado a cadena perpetua por un tribunal militar por “fundar una organización terrorista” y por el “intento de derrocar al gobierno por la fuerza”. No se presentó ninguna prueba convincente ante el tribunal para validar esas afirmaciones. Después de leer el veredicto, los funcionarios del tribunal lo golpearon nuevamente por dirigirse a sus partidarios en la sala. Desde entonces permanece encarcelado.

El activista ha organizado múltiples huelgas de hambre para obligar a la administración penitenciaria a respetar los derechos de los detenidos. En enero de 2012, inició una huelga de hambre indefinida que duró 110 días, lo que lo debilitó gravemente. Cuando su esposa Khadija al-Mousawi lo visitó en abril de 2012, le contó que lo habían drogado y alimentado a la fuerza sin su consentimiento.

Su salud se ha deteriorado desde que fue arrestado. Existe el riesgo de que pierda la vista, tiene dolor crónico de espalda y mandíbula causado por los golpes y también ha desarrollado palpitaciones del corazón. “Siempre hemos estado preocupados por la salud de mi papá, pero nada se compara con sus recientes problemas cardíacos. Nunca hemos estado tan asustados como ahora”, dice Zaynab Al-Khawaja. Después de que las visitas en persona fueron reemplazadas por llamadas, muchas veces eran canceladas sin previo aviso. Al menos una vez, en lugar de permitirle hablar con su familia, el activista fue llevado a otra habitación donde agentes de policía le gritaron insultos durante media hora, mientras él seguía intentando decirles que no se encontraba bien.

A principios de septiembre de 2023, después de que la última huelga de hambre ejerciera una presión adicional sobre el exhausto organismo de Al-Khawaja, su hija Maryam Al-Khawaja, quien también siguió sus pasos como otra defensora de los derechos humanos más en la familia, decidió ir a Bahrein para salvar a su padre. Es un gran riesgo, ya que ya la habían arrestado antes y le habían advertido que se mantuviera alejada a menos que quisiera volver a prisión por cargos inventados. “A mi padre se le niega el acceso a tratamiento médico urgente y crítico. Tiene una enfermedad cardíaca, lo que significa que una huelga de hambre lo pone en mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral en cualquier momento. Ya no puedo quedarme sentada esperando esa llamada que me dirá que mi padre ha muerto en prisión”, dijo Maryam en un mensaje de vídeo publicado en Facebook el 7 de septiembre de 2023. Una semana más tarde, en Londres, le negaron el embarque en un vuelo con destino a Manama, privándola de lo que ella describió como la “última oportunidad de ver a su padre”.

Zaynab (izquierda) y Maryam Al-Khawaja exigien la liberación de su padre durante una protesta

Lamentablemente, parece poco probable que el despiadado sistema de justicia de Bahréin libere alguna vez a su honesta víctima, pero la familia de Abdulhadi Al-Khawaja nunca abandonará la lucha. Él no esperaría menos de ellos. “Cuando una persona pasa por muchas cosas, a veces te pones triste o te sientes un poco destrozado. Para mí, es realmente sorprendente lo feliz que está mi padre. Le alegra defender los derechos humanos y sus creencias. Él siempre nos dice, hasta el día de hoy, que es un honor para nosotros que tengamos la oportunidad de hacer este trabajo. Y eso es lo que me gustaría que la gente de todo el mundo sepa sobre él”, dice Zaynab Al-Khawaja.

Incluso después de pasar más de una década detenido y sometido a abusos inimaginables, Abdulhadi Al-Khawaja no ha perdido el espíritu de compasión y humanidad que lo impulsó al movimiento de derechos humanos en primer lugar. También conservó su ilimitada valentía. “Si muero, pido al pueblo que continúe por el camino de la resistencia pacífica”, dijo Al-Khawaja en una rara ocasión en la que se le permitió contactarse con el mundo exterior. "No quiero que nadie resulte herido en mi nombre".