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El que rompe las cadenas

El que rompe las cadenas

Por Tigrane Yegavian

Grégoire Ahongbonon es el fundador de la Asociación St Camille que ayuda a las personas que padecen enfermedades mentales en África Occidental y busca acabar con la práctica local inhumana de mantenerlos encadenados. Ahongbonon es un ex mecánico que se convirtió en activista de la salud mental y ha salvado a miles de personas del sufrimiento e, incluso, de la muerte al crear una comunidad de personas con ideas afines comprometidas para seguir adelante.

Nació en 1952 en el seno de una familia católica de un agricultor y un ama de casa y creció en el pueblo de Kétouké, Benin. A los 19 años, se mudó a la República de Costa de Marfil donde se quedó con un amigo de su padre en la pequeña ciudad de Toumodi, cerca de Yamoussoukro, la capital del país. Completó su formación como mecánico y se instaló en la localidad de Bouaké, donde abrió un próspero taller de reparación de neumáticos. Lamentablemente, su buena fortuna no duró mucho.

El negocio pronto decayó y, hacia 1980, Grégoire Ahongbonon se enfrentó con un período de grandes dificultades. Fue tan duro que el padre de seis hijos pensó en suicidarse: “Me había vuelto miserable, lo había perdido todo en poco tiempo... casi me quito la vida. Tuve la suerte de conocer a un sacerdote. Era un misionero francés que se tomó el tiempo de escucharme y que me apoyó mucho”.

En 1982, este sacerdote lo envió en una peregrinación a Jerusalén. Fue un gran punto de inflexión en su vida y Grégoire regresó como un hombre profundamente transformado. “Durante esta peregrinación comprendí que la iglesia es asunto de todos los cristianos y que hay que construirla. Me hice la siguiente pregunta: ¿cuál era mi piedra que podía poner en su cimiento?”.

Junto con su esposa Léontine, Grégoire comenzó a dirigir grupos de oración y fue al hospital de Bouaké para visitar a los enfermos. Se encontró con pacientes totalmente desamparados, a menudo abandonados en sus habitaciones. “En África, los pacientes que no pueden permitirse pagar su atención se dejan morir. Están totalmente descuidados y esta situación continúa en la actualidad”, se lamenta Grégoire Ahongbonon. Allí fue donde se encontró su vocación: comenzó a buscar a Dios entre los más pobres.

En África Occidental, muchas personas que padecen enfermedades mentales no tienen acceso a la atención médica adecuada

“Me había convertido en padre de estos pacientes. Los bañé, les llevé comida y medicinas”, cuenta el activista humanitario. Grégoire también fue a las cárceles, un lugar de gran sufrimiento, donde ayudó a montar un dispensario para que las enfermeras en formación de la Facultad de Medicina de Bouaké pudieran brindar asistencia a los internos. Como si fuese por milagro, su negocio se recuperó y utilizó el dinero que ganaba para ayudar a los enfermos.

En 1990, Grégoire Ahongbonon se encontró con un hombre demacrado y desnudo en las calles de Bouaké revisando un bote de basura con la esperanza de encontrar comida. No pudo ignorarlo. “Vi a Jesús en este hombre errante con una enfermedad mental. En África, todo el mundo le teme a estos pacientes; son los olvidados de los olvidados, abandonados por todos. Se considera que están poseídos por el diablo. Yo también había tenido este prejuicio, pero dejé de tener miedo”, recuerda Ahongbonon.

En varios países africanos, las personas que padecen enfermedades mentales muchas veces son abandonadas o encadenadas por sus familias, quienes no pueden pagar la atención médica adecuada y se sienten abrumadas al lidiar con la enfermedad. Grégoire Ahongbonon salió a buscar a estas personas y descubrió “hombres, mujeres y niños que buscaban ser amados, como todos los demás”.

Un año después, creó la Asociación St Camille. Con su esposa Léontine, proporcionó comida y agua fresca a las personas que padecen enfermedades mentales, pero aún había un problema mayor para encontrar un refugio seguro para ellos. En 1993, Grégoire Ahongbonon contó con el apoyo del Ministro de Salud que proporcionó a la Asociación una sala de 2.400 m² donde un año más tarde, el 14 de julio de 1994, se inauguró el primer centro para las personas con problemas mentales.

Grégoire recuerda a una persona que había sido encadenada por sus propios padres en una aldea remota. Su hermana trató de salvarlo, desafiando la prohibición familiar: “Fue un espectáculo terrible. Este hombre estaba encadenado, tirado en el suelo, privado de comida y agua. Desafortunadamente, no pudimos salvar su vida, pero al menos pudo morir con dignidad".

Grégoire Ahongbonon ha creado una comunidad de personas dispuestas a ayudar a los demás

Desde entonces, la Asociación St Camille, fundada por Grégoire Ahongbonon, ha abierto 11 centros psiquiátricos para pacientes hospitalizados, 63 clínicas ambulatorias y 7 centros de rehabilitación. Dos de los últimos cerraron recientemente debido a la guerra. En la actualidad, la Asociación opera 79 instituciones en Benin, Togo y Costa de Marfil que ya han tratado a unas 100.000 personas, algunas de las cuales han regresado a sus comunidades y han reanudado una vida normal. Otros permanecieron en los centros incluso después de mejorar, se convirtieron en enfermeros para ayudar a los menos afortunados. Este es el enfoque innovador que utiliza Grégoire Ahongbonon: la gran mayoría de los cuidadores y trabajadores en estos centros son ex pacientes psiquiátricos. Para él, ayudar a los demás es la mejor forma de agradecer la ayuda que uno ha recibido.

Como los cofundadores de la Iniciativa Humanitaria Aurora, ha descubierto la fuente de inspiración en la Gratitud en Acción. “Este mensaje que nos envían los armenios de Aurora está perfectamente alineado con lo que vivimos en este momento”, dice con entusiasmo. “Debemos apoyar a nuestros hermanos, sean cristianos o no, porque Dios no hace ninguna diferencia entre nosotros. Debemos liberarlos de sus cadenas para rescatarlos”.