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Stephanie Topalian

Stephanie Topalian

Stephanie vive en Japón, sin embargo tiene un fuerte vínculo que la une a su herencia y cultura armenias que le transmitieron sus abuelos. 
 

No es corriente que de la unión entre Japón y Armenia nazca una actriz y estrella pop. Stephanie Topalian nació en Los Angeles, California el 5 de agosto de 1987. Hasta la fecha, la joven artista lanzó dos álbumes con Sony Music Entertainment, su disco autotitulado “Stephanie” en 2008 y “Colors of my voice” (“Los colores de mi voz”) en 2009. Asimismo, recibió el premio a la “Mejor Artista Revelación”, en la 49ª entrega de los prestigiosos premios Japan Record Awards de 2007.

Muchas de sus canciones han sido incluidas en filmes y animé japoneses y protagonizó varias películas japonesas, como “Pride” (“Orgullo”) y “Tokyo Tribe” (“La tribu de Tokio”). También formó parte del estupendo grupo armenio Genealogy, que representó al país en el Festival de la Canción de Eurovisión 2015, con la canción “Face the Shadow” (“Enfréntate a la sombra”). Stephanie vive en Japón, sin embargo siente que un fuerte apego la une a su herencia y cultura armenias, que le transmitieron sus abuelos.

 

El Genocidio Armenio: parte integral de la historia familiar de Stephanie

Stephanie conoció la mayor parte de su historia familiar a través de su abuela paterna, Koharik Mikaelian Topalian, cuyo padre, Artine Mikaelian, vivía en Armenia Occidental en el Imperio Otomano y tenía sólo siete años cuando comenzó el genocidio en 1915. A pesar de su corta edad, hizo todo lo que pudo por cuidar a su familia, tanto durante como después de los acontecimientos, pero poco pudo hacer para salvar a los miembros de su familia. Su madre murió de hambre frente a sus propios ojos. 

 

 

                                Stephanie junto a su bisabuelo, Artine Mikaelian y su hermano.

“La madre de mi bisabuelo murió de hambre frente a él. Los padres de mis otros bisabuelos fueron asesinados en las marchas de la muerte o murieron de inanición. Se desconocen los hechos exactos, porque ninguno pudo recordar a sus padres o lo que les pasó. Suponemos que los enviaron a las marchas de la muerte y que los guiaron hacia el desierto sin comida y sin agua, para que murieran de hambre”, dice Stephanie. 

Luego, cuando mermó la ola de asesinatos y deportaciones en masa de los armenios, Artine fue enviado a un orfanato en Estambul. Allí asistió durante algunos años a una escuela armenia. Cuando la organización caritativa norteamericana Near East Relief, que se ocupaba de los huérfanos y refugiados armenios en el Imperio Otomano, comenzó a evacuar a los huérfanos armenios del imperio hacia sitios más seguros entre 1919 y 1922, Artine fue reubicado en Damasco, Siria, donde continuó su educación. Como muchos otros huérfanos, luego fue trasladado a Beirut, a un tercer orfanato, el actualmente conocido “Nido de Pájaros”.    

El hogar de María 

De hecho, dos de los bisabuelos de Topalian terminaron en el orfanato “Nido de Pájaros” (o “Trchnots Puyn” en armenio), dirigido por Maria Jacobsen, una misionaria danesa que dedicó su vida a la lucha humanitaria durante el Genocidio Armenio. Desde 1915 hasta 1919, Jacobsen ayudó a salvar a 4.000 niños armenios huérfanos. Los sacaba a escondidas de Turquía, lograba hacerlos cruzar la frontera con Siria y luego con el Líbano, donde fundó el “Nido de Pájaros”. María se ocupaba de los niños, los alimentaba y los criaba de la mejor manera que podía. Siguió trabajando abnegadamente en su misión hasta su muerte en Beirut. 

Desde Francia y el Líbano hasta Wisconsin y Japón 

Cuando al bisabuelo de Stephanie, Artine, lo llevaron desde Siria al Líbano, se encontró con unos parientes con los que se alojó en Beirut. Allí fue donde conoció a su futura esposa, Aghavni Gichanshayan. 

La bisabuela y el bisabuelo de Stephanie nunca supieron su verdadera edad, puesto que nunca se encontraron los registros de sus nacimientos.   

Se unieron en matrimonio en diciembre de 1934, en la Iglesia Surp Mesrob de Beirut.

 

El abuelo de Stephanie, Pierre Topalian, nacido en Marsella, Francia y su abuela, Koharik Mikaelian de Beirut, Líbano, se conocieron a través de amigos en común. Topalian viajó a Beirut para conocer a su futura esposa y después de casarse se reubicaron en Estados Unidos, arribando a lo grande en el buque Queen Mary. Su destino final fue Wisconsin, un frío estado del norte del país que sugería una extraña decisión para la joven pareja nacida en el mediterráneo. Ninguno de los abuelos de Stephanie hablaba inglés en ese momento, por lo tanto, adaptarse al nuevo entorno no fue fácil: “Mi abuelo trabajaba para una empresa durante el día y volvía a su hogar para seguir trabajando como sastre para la comunidad de Racine”, cuenta Stephanie. “Y aunque mi abuela no trabajaba, pasaba la mayor parte del tiempo criando y atendiendo a sus cuatro hijos”.

 

 

De izq. a der: Los bisabuelos de Stephanoe, Artine Mikaelian y Aghavni Gichanshayan, la abuela de Stephanie, Koharik Mikaelian con Stephanie en sus brazos y el abuelo de Stephanie, Pierre Topalian.

En la década de 1980, el padre de Stephanie conoció a su madre en la prefectura de Yamaguchi, Japón, donde había sido destinado con el Ejército de Estados Unidos.

Un mensaje de paz

Para Stephanie, el año 2015 es importante tanto para Armenia como para Japón: debido a que marca el centenario del Genocidio Armenio, así como también el 70º aniversario del final de la guerra en Japón. Stephanie visitó el Memorial del Genocidio Armenio y el Memorial de la Paz de Hiroshima, que es cerca del lugar donde creció su madre. “Vi lo horrible que puede ser la guerra. Ninguna vida inocente debería ser quitada y olvidada. Considero que es importante que afrontemos y reconozcamos lo que ocurrió, teniendo en cuenta cada perspectiva y avanzando desde ambos lados”, dice Stephanie.  

 

La parte armenia de la familia de Stephaie: sus abuelos, sus familiares del Líbano, su mamá, su papá y sus tres hermanos menores; y la pequeña Stephanie. 

La joven cantante lleva un mensaje de paz y esperanza, recordando a aquellos que hicieron posible que sus bisabuelos sobrevivieran y mirando hacia un futuro, donde el Genocidio y la guerra formen parte del pasado. “Intento ver la belleza en cada persona, sin importar su historia. Ciertamente el odio no es la forma de encarar las cosas y es una lástima que ciertos temas no puedan solucionarse debido a eso. Espero que algún día, el mundo sea un lugar mejor y es mi misión como artista llevar ese mensaje de paz”. 

La historia fue verificada por el Equipo de Investigación de 100 LIVES.