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Rakel Dink

Rakel Dink

La vida de Rakel Dink, viuda del fallecido periodista turco y fundador del periódico Agos, Hrant Dink, se vio influenciada de manera continua por los últimos 100 años de historia armenia en el Imperio Otomano y en la Turquía actual. 

Rakel Dink nació en 1959, en el seno de una familia armenia en la aldea de Silopi (sudeste de Turquía), cerca las fronteras con Irak y Siria. Su abuelo, Vartan, era oriundo de Van. Escapando del Genocidio Armenio, Vartan se instaló con su familia en las laderas del Monte Joudi, Provincia de Şirnak, en la región sudeste de Anatolia. Para poder sobrevivir, la familia tuvo que ocultarse en una gruta en la montaña. “Dicen que esa cueva no existía, pero que Dios la abrió para nosotros. Así cuenta la historia. Vivieron allí un largo tiempo”, dice Rakel, narrando una leyenda familiar que se transmite de generación en generación.    

                                                     
         El pueblo de Van - cortesía del Museo-Instituto del Genocidio Armenio
 

“En 1915, mientras estaban escondidos, la hermana de mi abuela tuvo un hijo. Ella no lograba hacer que el niño dejara de llorar durante esos tiempos tan peligrosos. La suegra tomó al niño de la mano para detener su llanto, para que la familia no fuera descubierta y… no puedo decir la palabra. El niño se perdió”, Rakel recuerda las horribles decisiones que la familia fue obligada a tomar para sobrevivir. 

El padre de Rakel, Siyament Yağbasan y su madre, Delal, tuvieron seis hijos. Su segunda hija, Rakel, tenía sólo ocho años cuando murió su madre. El padre de Rakel se volvió a casar y tuvo siete hijos más. La familia hablaba sólo kurdo y se dedicaba principalmente a la agricultura. 

Cuando Rakel tenía ocho años y medio, un grupo de clérigos visitó su aldea por pedido del Arzobispo Patriarca de Constantinopla Shnork Kaloustian. En ese entonces, los clérigos cristianos de Estambul viajaban a lo largo y a lo ancho de Anatolia en busca de los armenios y otros cristianos que hubieran sobrevivido el Genocidio. Llevaron a un grupo de niños armenios a Estambul para darles una educación. Rakel Dink y sus dos hermanos formaron parte del segundo grupo de niños. “Llegamos a Bolis para aprender armenio, para aprender a leer y a escribir. No había ninguna escuela cerca de nuestra aldea. Nadie sabía leer”, recuerda Rakel. Los recién llegados eran alojados en el campamento Tuzla para niños armenios (Camp Armen), en las afueras de Estambul.  

                                                     
                                                  Hrant y Rakel en Camp Armen
 

“En el campamento, nos enseñaron un poco del alfabeto armenio y un poco del turco. Nunca habíamos visto una silla en la aldea. Sólo sabíamos sembrar, cosechar y arar”, recuerda Rakel. Más tarde asistió a la escuela para pupilos de la Iglesia Evangélica Armenia en Gedikpaşa, pero seguía pasando los veranos en Camp Armen. Recuerda que durante sus años de escuela se trasladaba se lugar en lugar, porque el gobierno turco cerraba un refugio tras otro, aduciendo que los campamentos eran ilegales.

Unos días después de que Rakel se mudara a Estambul, ocurrió un encuentro predestinado. Hrant Dink también pasaba sus veranos en Camp Armen y asistía a la escuela en Gedikpaşa. “Ya en el campamento nos habíamos enamorado”, recuerda Rakel. 

 

                                                     
                                               Hrant y Rakel el día de su casamiento
 

Rakel y Hrant se casaron el 23 de abril de 1977. Rakel se convertiría en su pareja, consejera y compañera inseparable. Hrant continuó sus estudios en la Universidad de Estambul, donde estudió zoología y filosofía. Tuvieron tres hijos Baidzar (Delal), Ararat y Sera.


 La familia Dink, de izq. a der: Hrant, Sera, Ararat (alzando a la nieta Nora), Delal y Rakel
 

Años más tarde, Hrant escribió en el periódico Agos: “El 23 de abril es ciertamente una fecha muy especial para mí. Es también el día en que mi querida esposa y yo nos casamos. Nuestro primer niño nació en la madrugada entre el 23 y el 24 de abril. No fue ni el 23, ni el 24. Probablemente fue el 23,5 de abril”.

Cuando el fundador de Camp Armen, Hrant Güzelyan, fue arrestado (el Estado turco lo acusó de entrenar terroristas en el campamento), Hrant y Rakel se hicieron cargo de dirigir el campamento hasta 1983, cuando el gobierno lo cerró definitivamente y privó a la comunidad armenia de sus derechos de propiedad. En 2015, el dueño de la propiedad decidió demoler el edificio donde funcionaba el campamento, pero debido a la lucha de los jóvenes armenios de Estambul, que se extendió durante 175 días, el campamento fue devuelto a la comunidad. 


                             Hrant y Rakel junto a los chicos de Camp Armen
 

Hrant se volcó a la escritura y comenzó a trabajar en el periódico armenio Marmara, con sede en Estambul. En la década del 80, fue arrestado durante tres días por sus ideas políticas. En 1993, fundó la Casa Editorial Aras junto con algunos amigos. Tres años más tarde, al reconocer la necesidad de que la sociedad turca estuviera al tanto de los asuntos armenios, Hrant fundó Agos (Surco), el primer diario armenio escrito en turco de Turquía. 

“En Turquía, cada vez que surgía un mínimo problema, inmediatamente, culpaban a los ‘enemigos armenios’. Y así es que, al catalogar a los armenios de enemigos, creaban sus propias políticas. Éste fue un tema que cobró importancia para Hrant: debíamos demostrarnos a nosotros que ellos tenían que aprender acerca de nuestros problemas de nosotros mismos”, explica Rakel. La primera edición de Agos fue publicada en la Pascua de 1996. “El título de la portada leía: ‘Mirad, hemos cavado un surco para ustedes. Quien tenga buenas semillas, que se acerque y las siembre’. Agos sigue existiendo, pero él…” se lamenta Rakel.    

“Hacíamos todo juntos. Cuando eligieron el nombre de ‘Agos’, le dije que era un muy lindo nombre. Hay una parábola de Jesús, en la que el buen sembrador está sembrando semillas y cava un surco. ¡Qué maravillosa conexión!” exclama Rakel.

Rakel tenía sentimientos encontrados de orgullo e inquietud durante el período en que Hrant desarrolló sus actividades. “A menudo las mujeres mayores decían, ‘Hijo mío, tememos por ti. No hables con tanta audacia’. Pero, por el otro lado, estaban orgullosas y contentas de que alguien alzara la voz por ellas. Yo también estaba muy orgullosa. También me gustaba que se expresara con libertad. Desde su asesinato, a veces me siento culpable de no haberlo detenido. De no haberle dicho nunca, ‘basta’, ‘¿hasta cuándo?’ Si sólo se lo hubiera dicho más…” recuerda Rakel.   

                                                     
                                                                Hrant y Rakel Dink

Hrant Dink fue asesinado frente a la oficina del periódico, en la ciudad de Estambul, el 19 de enero de 2007. Este hecho fue un punto de inflexión en la historia de Turquía. Cientos de miles de ciudadanos turcos asistieron a su funeral, entonando la consigna: “Todos somos armenios. Todos somos Hrant”.  

“Dos días antes del funeral, me dijeron: ‘Rakel, usted tiene que hablar’. Les respondí que lo haría. Pero, ¿qué diría? Recé y dije, ‘Querido Dios, soy hija tuya. Mi marido y yo nos amábamos mucho. Tengo que propagar ese amor. Dije que iba a intentar explicar las injusticias cometidas en Turquía’”, recuerda Rakel. “Escribí una carta, la carta a mi amado. Y ese día, después de ese discurso, mi vida también cambió”.

En la carta, Rakel Dink escribió:

“Querido mío, ¿quién puede olvidar tus escritos y tus dichos? ¿Qué fuerza oscura nos puede obligar a olvidar? ¿Puede acaso hacerlo el miedo? ¿La persecución? ¿Los placeres del mundo material? ¿Tal vez la muerte? No, querido mío, no existe nada que nos pueda obligar a olvidar”.

Desde ese día, Rakel Dink ha dedicado su vida a preservar y promover el legado que dejó atrás Hrant y a abogar por la defensa de los derechos humanos en Turquía. La Fundación Hrant Dink fue creada en 2007 con esos objetivos y Rakel ahora se desempeña como presidenta del directorio de la fundación. La fundación lleva a cabo varios programas dedicados a proteger los derechos humanos en Turquía, a preservar la cultura de las minorías en el país, a investigar el discurso del odio y a normalizar las relaciones armenio-turcas.

Habiendo tenido una vida difícil, aunque rodeada de amor y cariño, Rakel Dink mantiene un espíritu optimista. Cree que el futuro será mejor para su principal razón de alegría: sus nietos Nora, Nareh y Hrant Dink Jr.  

La historia fue verificada por el Equipo de Investigación de 100 LIVES.