Entre calles llenas de historia porteña, sobre la tradicional Av. De Mayo, se ubica el edificio del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). En el quinto piso, en un despacho de paredes blancas, algunas fotografías y la solemne presencia de la bandera argentina, trabaja el interventor del Instituto. Con una historia familiar que marcó su vida, Pedro Mouratian tuvo un rol destacado en la aprobación de la ley argentina que reconoce el Genocidio Armenio.
Mouratian nació en Valentín Alsina, Provincia de Buenos Aires y sus cuatro abuelos fueron sobrevivientes del Genocidio de 1915, quienes llegaron a la Argentina en búsqueda de paz y prosperidad. Desde muy joven se ha interesado e involucrado en esta lucha que hoy continúa: “El Genocidio fue esencial en mi interés por los Derechos Humanos. Uno comienza a ser consciente de lo que el ser humano es capaz de hacer y verlo en una víctima directa como lo eran mis abuelos, es aún más impactante”, afirma Pedro.
Su abuelo paterno, Bedrós, era originario de Bitlis (actualmente Turquía) y cumplía tareas en el servicio militar cuando comenzaron las atrocidades. Bedrós participó de los hechos conocidos como la ‘Batalla de Bitlis’ y fue uno de los que conformó los batallones de voluntarios armenios, bajo el mando del General Andranik.
Años más tarde, logró escapar a Grecia, donde conoció a su esposa, María Elmaian. Ella nació en Bafra (actualmente, al norte de Turquía), donde sus padres poseían plantaciones de tabaco. María también fue una víctima directa del Genocidio y logró salvarse tras permanecer en un orfanato. El joven matrimonio vivió siete años en la zona del Pireo, cerca del puerto de Atenas, donde tuvieron sus tres primeros hijos. Dos de ellos fallecieron debido a las difíciles condiciones en las que vivían.
“De Grecia emigraron a la Argentina, prácticamente sin saber a dónde venían y se instalaron en la zona de Valentín Alsina”, cuenta Mouratian. Al referirse a su abuelo Bedós, dice: “Él, más que relatar hechos, se mostraba quebrado por cuestiones emocionales. Podías encontrarlo llorando sin motivo aparente. Tenía muchos sueños y pesadillas, apenas descansaba y era serio como pocos. No podía terminar de liberarse del Genocidio”. Llegó a Sudamérica tras ser arrancado de su Madre Patria y por fin encontró un hogar: “Mi abuelo en Argentina encontró la paz y la tranquilidad que no tenía en la Armenia ocupada”, afirma y continúa rememorando: “En su cuarto tenía ilustraciones colgadas de Sosé Mayrig y Guevorg Chavush”, recuerda con una sonrisa.
Sus abuelos maternos, León Hekimian y Hripsimé Donbourian, eran de Kharberd (Harput, actualmente Elazig, en Turquía) y de Adana (actualmente, sur de Turquía). Durante las matanzas lograron escapar a El Líbano y luego a Uruguay, donde se establecieron varios años, antes de llegar, finalmente, a la Argentina.
Argentina, reconocimiento por ley
El 11 de enero de 2007, se promulgó la Ley Nacional 26.199 que declara el 24 de abril como Día de Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos, en conmemoración del Genocidio del que fue víctima el pueblo armenio. Pedro Mouratian jugó un rol fundamental en su aprobación: la promulgación representó un gran paso para la política de la Argentina y, también, una alegría para él: “Si bien fue un logro institucional, yo lo había tomado también personal. El Genocidio es central en mi vida. He trabajado mucho por la memoria y la justicia y para que nunca más un hecho de esta magnitud ocurra con ningún pueblo. Mucho de mi compromiso con los Derechos Humanos y el respeto está fundado en mis vivencias de niño”, afirma.
Luego de una larga lucha y de que en 1995 una ley similar fuese derogada por el entonces presidente Menem, pasaron varios años hasta lograr el objetivo. “Dejamos pasar un tiempo porque era necesario un nuevo proceso político, un cambio de paradigma. Con la llegada de Néstor Kirchner al poder y los DDHH como política de estado nos permitió volver a avanzar. Si bien existieron las mismas presiones que durante la presidencia de Menem, había una decisión política en avanzar en eso y que realmente se reconozca por Ley Nacional el Genocidio”.
En una constante reflexión, Mouratian enfatiza la importancia del carácter universal de los Derechos Humanos: “Los Derechos Humanos son trasversales. La comunidad tiene que reaccionar y entender lo fundamental de la solidaridad con otros pueblos, con otras causas y no cerrarnos en nuestra propia lógica”.
Mouratian apoyó siempre las iniciativas locales en pos de alcanzar el reconocimiento del Genocidio de Armenios; desde su lugar en la Unión Juventud Armenia, posteriormente desde el Consejo Nacional Armenio y actualmente, desde el INADI. Ha representado a la Argentina en numerosos foros y conferencias internacionales sobre los Derechos Humanos y en julio de 2014 fue condecorado por el Presidente de Armenia, Serzh Sargsyan, durante su visita a la Argentina, por su destacada labor.
La bandera celeste y blanca a la derecha de Pedro Mouratian, es testigo de la gratitud que expresa:
“Uno no puede olvidar a las numerosas personas y organizaciones que han ayudado a armenios, siempre hay que agradecer”.
Su manera de hacerlo es desde el enorme trabajo que encabeza ayudando a los demás. En este sentido, se pone en juego el concepto de ‘otredad’, que él mismo evoca: “Es importante poder ver en el otro un complemento de uno y no a alguien a quien eliminar. A través de la discriminación, la exclusión, la xenofobia no se ve al otro como un par y eso pasó con los armenios. Más allá de los intereses políticos y económicos, tampoco se podía ver que había un otro que era igual a uno”, concluye.
Pedro siente que la historia de su familia le ayudó a convertirse en el hombre que es hoy: profundamente comprometido con la causa de Derechos Humanos y la lucha contra la discriminación, la xenofobia y el racismo.
La historia fue verificada por el Equipo de Investigación de 100 LIVES.