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Uno en un millón

Uno en un millón

Mientras caen las bombas sobre las montañas Nuba en Sudán del Sur, el doctor Tom Catena continúa con su trabajo en el hospital local Mother of Mercy. Hasta el momento, las fuerzas del gobierno sudanés han bombardeado la instalación 11 veces. El doctor Catena es el único cirujano que atiende en una región que tiene el tamaño de Austria y una población de 750.000 personas.

La guerra civil que estalló entre el gobierno sudanés y el Movimiento de Liberación del Pueblo Sudanés en la primavera de 2011 resultó en el aislamiento completo de la provincia de Sudán del Sur, Kordofán. Sus habitantes, el "pueblo de las montañas", que ha vivido en las montañas Nuba durante siglos, ha perdido todo acceso a la ayuda humanitaria. El médico estadounidense Tom Catena se encontró en el epicentro del conflicto, aunque no por casualidad.

 

El casco de un soldado con un agujero de bala en el costado en el suelo en las afueras de la ciudad de Trogi en Kordofán del Sur, Sudán. 3 de abril de 2012 © Adriane Ohanesian

“Cuando llegué, era todo pacífico. Conocí a la gente local y los amé. Me interioricé sobre las dificultades por las que han pasado durante los últimos 30 años. Estas personas realmente tienen una determinación de hierro. Poco a poco, me introdujeron a esta vida: cómo es vivir en una zona de guerra, cómo es vivir con riesgo y cómo actuar en esa situación. Mucho de esto lo aprendí de la gente aquí, viendo su ejemplo, cómo manejan las cosas. Y, realmente, se ha vuelto muy normal”, dice Tom Catena, admitiendo que habría pesado en su conciencia si él, como muchos otros, hubiera dejado el hospital cuando comenzó el conflicto.

El sentido del deber

 El neoyorquino Tom Catena ha vivido en esta región de estatus indefinido durante ocho años. Los lugareños están librando la guerra contra la República de Sudán, pero no están dispuestos a unirse a la República de Sudán del Sur. El presidente sudanés Omar Hassan Al-Bashir, quien ha sido considerado criminal de guerra por la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra y genocidio en Darfur, ha usado armas en racimo contra el pueblo nubano y ha prohibido que se entregue ayuda humanitaria internacional a la región. A la comunidad humanitaria internacional le preocupa que Kordofán del Sur pueda ser el "próximo Darfur".

Cuando estalló la guerra en la zona, la organización misionera católica que apoyaba a Tom Catena intentó evacuarlo, pero él insistió en quedarse porque la región lo necesita.

Él cree que es su "deber como cristiano y como ser humano ayudar a los demás".

Dice que ha llegado el momento de retribuir porque lo tuvo todo desde el momento en que nació: una familia amorosa así como una muy buena educación. Su sentido del deber es lo que lo ha mantenido en Kordofán durante tanto tiempo: "¿Cómo puedo rendirme cuando veo a mis pacientes sufrir?", pregunta.

Kordofán no es la primera región africana en la que Tom trabaja: durante 16 años atendió a pacientes en la región del norte de Kenia. Cuando se enteró de que un obispo local iba a construir un hospital en la ciudad de Gidel, en Kordofán, se mudó allí para atender al pueblo nubano que vive en las montañas sin electricidad, agua potable, líneas telefónicas ni el equipo médico necesario. El “Doctor Tom”, como lo llaman cariñosamente los lugareños y, hasta a veces incluso lo comparan con Jesucristo, hace todo: atiende a las víctimas de atentados y explosiones, realiza cirugías, ayuda a traer bebés al mundo y capacita a su personal.

 

Un joven parado en el umbral de una casa destruida en las montañas Nuba, en Kordofán del Sur, Sudán. 4 de abril de 2012 © Adriane Ohanesian

Los locales no confían demasiado en la medicina moderna: las mujeres mayores de la familia primero intentaban rituales de curación y solo luego de esto pedían ayuda al doctor Tom. El propio Catena ha donado sangre varias veces, pero se dio cuenta de que se debilitaría si lo hiciera con demasiada frecuencia.

Catena es el único médico del hospital que cuenta con 435 camas, atiende a medio millón de personas y trabaja las 24 horas del día, ignorando el grave peligro que representan las bombas que caen del cielo. “Trabajamos y corremos en busca de refugios en el momento en el que aparecen los aviones de combate. Hay pozos por todas partes alrededor del hospital. La gente en Nuba hace lo mismo”, dice Tom. El hospital ha tenido pocos recursos desde el día que abrió sus puertas por primera vez, pero aún brinda atención médica a los heridos en la guerra en Darfur y a las personas que emigraron a Gidel desde las regiones centrales y sureñas de Sudán. Catena contrajo malaria dos veces durante los primeros meses de trabajo en el hospital y perdió 50 libras de su peso.

Catman en la defensa

 El doctor Tom ha dejado su puesto sólo dos veces desde 2008. La última vez que visitó a sus padres Gene y Nancy en Nueva York, fue el Día de Acción de Gracias en 2014. En diciembre del mismo año, la Fundación Nacional de Fútbol de los EE.UU. le otorgó una medalla de oro; jugaba en la defensa de su equipo universitario mientras estudiaba en la Universidad de Brown. Incluso tenía un apodo: Catman (hombre gato). "Si mezclas a la Madre Teresa con Mean Joe Green [ex jugador de fútbol americano profesional], obtendrás a Catman, que representa todo lo que un estudiante atleta debería tener", dice el compañero de equipo de Tom, George Riley.

Además de ser un deportista exitoso, Tom Catena recibió la beca Roads por logros sobresalientes en ingeniería arquitectónica. Después de obtener su título en ingeniería arquitectónica en la Universidad de Brown, decidió asistir a la escuela de medicina en la Universidad de Duke. Luego de cuatro años allí, se fue por primera vez a Kenia, donde decidió dedicar su vida a atender a las personas. “Solo aquí entendí lo que es la medicina real”, dice.

"Deberíamos aprender la hospitalidad del 'pueblo de las colinas' de Nuba", dice. "Tocas cualquier puerta y te invitarán a entrar y harán todo lo posible para que te sientas como en casa". 

El doctor Tom también supo sobre la fortaleza y "valentía sin fin que no esperarías de estas personas".

“Aquí la gente no se queja, no se siente amargada por el gobierno ni por otros”, dice, recordando a los niños que fueron víctimas de los bombardeos del gobierno sudanés hace un año y a su valiente madre. Mientras huían de los bombardeos a las 4 de la mañana, tres de los nueve niños murieron quemados en los pozos y Tom no pudo salvar las vidas de otros tres de los seis niños que quedaban. "Es difícil describir con qué valentía su madre enfrentó el dolor de la tragedia", recuerda Catena. “Ella simplemente continuó cuidando a los niños que sobrevivieron. La gente es muy desafiante aquí".

 

Un cráter formado por una bomba que fue lanzada por las fuerzas del gobierno sudanés en las montañas Nuba en Kordofán del Sur, Sudán. 16 de junio de 2013. © Adriane Ohanesian

Mientras que el doctor Tom se inspira en la "voluntad de hierro" de los lugareños y las santificaciones de San Francisco de Asís, miles de activistas humanitarios y médicos de todo el mundo le escriben ofreciendo su ayuda. El médico que es inspirado por sus pacientes se ha convertido él mismo en una inspiración. 

Confía en que todos contribuyen a la lucha contra el mal a su manera: algunos hablan con los líderes políticos, otros donan dinero, pero es fundamental que nadie se desanime. 

“La desesperación es uno de los mayores enemigos de la humanidad. En el segundo en que pierdes la esperanza, lo pierdes todo. Y si hay esperanza, aunque sea un pequeño rayo de esperanza, la gente sigue adelante”, dice.

En el lado brillante

El propio Tom espera un futuro brillante y cree que “existe un contrapeso al mal y las tragedias que nos rodean en todo el mundo” y que hay personas que hacen más que él. “Necesitamos enfocarnos en el lado positivo y en las personas que trabajan incansablemente para cambiar nuestra palabra”, agrega. Terminar la construcción de un orfanato encabeza su lista de deseos. El trabajo preliminar se estableció hace cinco años, pero no se terminó debido a la guerra. El doctor Tom no se ha olvidado del proyecto.

El “pueblo de las colinas” también sigue siendo optimista mientras enfrenta la crueldad. Buscan y encuentran destellos de esperanza. Como dice el doctor Tom, "necesitamos esperanza, está en la naturaleza humana".

 

Un hombre herido es atendido en un hospital improvisado en las montañas de Kordofán del Sur. Sudán, 3 de abril de 2012. © Adriane Ohanesian

Tom Catena es humilde cuando se trata de aceptar honores y premios, como su inclusión en la lista de las "100 personas más influyentes" de la revista Time. Dice que los premios cumplen su propósito si "le cuentan al mundo sobre la desastrosa situación en Nuba y el trabajo diario de la iglesia y la gente local, en lugar de presentarme como un individuo".

La fe significa mucho para Catena. Cree que todas las personas están conectadas, independientemente de su origen y religión: “Creo que estamos interconectados como seres humanos, existe cierta interconexión sin importar el origen o religión. Desde mi perspectiva, todos somos hijos de Dios, ya seamos cristianos, musulmanes, ateos o lo que sea. Y tenemos la obligación de cuidar a nuestros hermanos. Cada persona puede, de alguna manera, hacer una contribución".

 

 

El Dr. Tom Catena fue finalista de la primera edición del Premio Aurora Prize for Awakening Humanity. En representación de los sobrevivientes del Genocidio Armenio y como gratitud hacia sus salvadores, el Premio Aurora tiene como objetivo generar conciencia sobre las atrocidades que ocurren en todo el mundo y recompensar a quienes trabajan para abordar estos importantes problemas de una manera real y sustancial. El premio se otorga anualmente el 24 de abril en Ereván, Armenia.