"Los Armenios tenemos una cosa en común; somos súper sobrevivientes", dice Noubar Afeyan. "Somos descendientes de los que se adaptaron y superaron obstáculos aparentemente imposibles durante el Genocidio".
Afeyan es uno de los principales empresarios estadounidenses en el campo de la biotecnología y ciencias vitales. En los últimos 28 años ha creado más de 30 empresas a partir de su base en Boston. En su conjunto, tienen un valor de $ 10 mil millones y cada empresa emplea desde una docena hasta 400 empleados. Él ha sido pionero de una nueva manera de iniciar un negocio, basado en la idea de supervivencia, la adaptación constante y la superación de obstáculos, por más grandes que parezcan, al igual que lo hicieron sus antepasados en Armenia Histórica.
Sobrevivir y prosperar podría ser el lema de Afeyan para la vida.
Es una noción que aprendió desde muy joven de su tía abuela, Armenuhí. "Yo compartía una habitación con ella cuando era un niño en Beirut. Ella vivió hasta casi los 101 años y su memoria y su espíritu siguen vivos en nuestra casa, no sólo en mi mente. La recuerdo diciendo que la mejor manera de ganar es crear para sobresalir, para hacer grandes cosas. Con "ganar" ella quería decir “vencer al Genocidio".
“Ganar” era algo que Armenuhí sabía mejor que nadie. Su familia se enfrentó a la muerte muchas veces durante el Genocidio, pero por suerte y por habilidad, sobrevivieron. Su esposo, Antranig, era un médico que era tan hábil que fue contratado por el ejército otomano. "Soldados otomanos que masacraron a los armenios lo protegieron porque él los protegía", recuerda Afeyan.
Los dos hermanos de Armenuhí, Bedros y Nerses, no estaban protegidos. De hecho, fueron llevados en dos ocasiones para ser asesinados, primero desde Adapazar, un pueblo cerca de Estambul, en 1914. "Pero ellos salieron sobornando a los oficiales o prometiéndoles que pagarían dinero si los ayudaban a escapar", dice Afeyan. Volvieron a Estambul, donde vivía la familia. Pero allí fueron vistos, recapturados en 1915 y puestos en un tren hacia una ciudad en la frontera entre Turquía y Siria, desde la cual se suponía que se marcharían al desierto sirio a morir.
Un día, el tren se detuvo en una ciudad ferroviaria llamada Belemedik. Fue un punto de parada en el ferrocarril que los alemanes estaban construyendo desde Berlín hasta Bagdad. Bedros y Nerses eran altamente educados. Los alemanes necesitaban trabajadores calificados para ayudar con el proyecto ferroviario y, en gran parte gracias a la fluidez con que hablaban alemán y sus ojos azules, Bedros y Nerses fueron contratados como contadores y gerentes de suministro.
En circunstancias de desesperación, ellos hicieron lo que pudieron para asegurar la supervivencia del pueblo armenio.
"Bedros y Nerses entraban en los trenes que pasaban por Belemedik para buscar personas a las que pudieran ayudar a escapar, con el fin de resucitar a la nación armenia - clérigos, educadores, escritores, médicos. Armenuhí solía decir que se sentía muy mal sabiendo que los demás que quedaban en los trenes iban, seguramente, hacia la muerte".
El padre de Afeyan, Patrik, nació en Bulgaria en 1929. Los Afeyan tenían un negocio de exportación de huevos de Turquía, a Bulgaria y algunos miembros de la familia se trasladaron a Bulgaria después de 1918. Sin embargo, el surgimiento del comunismo empujo a la familia a emigrar. Para salir, se necesitó un tipo de adaptación y el ingenio que Afeyan aplica a sus empresas en la actualidad.
"A través de contactos de negocios, a la familia se le había concedido pasaportes iraníes - entonces persas -. Mi padre tiene uno porque su padre tenía uno", explica Afeyan. "Mi padre se escapó de Bulgaria utilizando su pasaporte persa, a pesar de que nunca había estado en Persia".
Otra parte de la psique armenia, reflexiona Afeyan, es una llamada a la acción. "No es suficiente para los armenios el hecho de sobrevivir. No estar muerto, no ser aniquilado no es suficiente. Debemos atrevernos a estar vivos, atrevernos a prosperar, como Armenuhí siempre me decía.
Tenemos el deber de prosperar para asegurar nuestro futuro. Eso significa hacer algo no sólo para nosotros, sino también para Armenia misma".
''Sabemos lo que pasó hace 100 años. Los próximos 100 años van a ser: 'Ok, ahora es tiempo para volver a reconectarnos con los armenios de Armenia. Nosotros no morimos, nos recuperamos, muchos de nosotros hemos prosperado. Pero el propio país no ha prosperado en la misma forma. Ahora vamos a aplicar nuestras mentes y aplicar nuestro espíritu, nuestro intelecto y nuestro esfuerzo físico para decir: ¡Levántate, Armenia!
"Creo que Armenuhí lo aprobaría”.
La historia fue verificada por el Equipo de Investigación de 100 Lives.