Cuando estalló la guerra, Barankitse, de origen tutsi, intentó esconder a 72 de sus vecinos más cercanos, de origen hutu, para salvarlos de las persecuciones. Fueron descubiertos y ejecutados, frente a Barankitse, quien fue obligada a presenciar los crímenes. Luego de este atroz incidente, comenzó a trabajar para salvar y cuidar a niños y refugiados. Salvó a alrededor de 30.000 niños y en 2008, abrió un hospital que, hasta la fecha, atendió a más de 80.000 pacientes.