En su faceta de mujer de negocios, Ajemian Ahnert dirigió una empresa que producía documentales de televisión en la ciudad de Nueva York y alrededor del mundo. Más tarde, como copropietaria del Fernwood Resort and Hotel en Bushkill, Pensilvania, jugó un papel decisivo en la dirección del hotel, que era parte de un importante complejo hotelero a nivel nacional.
Activista humanitaria por naturaleza, Ahnert Ajemian ha participado en muchas organizaciones benéficas, entre las que se incluyen The Little Flower Children y Family Services de la ciudad de Nueva York, por cuya labor recibió el premio “Distinguished Humanitarian Award” en mayo de 2009. En 2010, creó la Fundación Margaret Ajemian Ahnert en memoria de su madre Ester Ajemian. La fundación financia todos los años becas completas para cinco estudiantes de periodismo de Ereván, Armenia. Se les exige a los alumnos que mantengan un promedio de calificaciones “A” y deben acordar trabajar como periodistas en Armenia una vez graduados por una cantidad de años equivalente al período que recibieron financiamiento.
Margaret con estudiantes de periodismo en Eereván, Armenia |
Por su labor como escritora y sus contribuciones a la cultura armenia, Margaret recibió la medalla Ellis Island Medal of Honor en 2011. También es miembro de la National League of PEN Women. Entre sus pasatiempos se encuentra la navegación (tiene licencia de capitana de 100 toneladas), la caza y la pesca.
El puñetazo en la puerta
Podría decirse que el mayor logro de Ajemian Ahnert es su emotiva memoria histórica “El puñetazo en la puerta: una travesía por el sombrío Genocidio Armenio” (“The Knock at The Door: a Mother’s Story of Surviving the Armenian Genocide”). El libro es una crónica de la vida de su madre, Ester Minerajian Aharonian Ajemian, que sobrevivió a hechos casi inconcebibles ocurridos en Amasia antes y durante el Genocidio Armenio, para luego comenzar una nueva vida en Estados Unidos. “El puñetazo en la puerta” recibió muchos galardones y premios, entre ellos, “Best Book of 2007” otorgado por USA Book News y “Best Historical Memoir, 2008” del New York Book Festival. El título hace referencia a los puñetazos o golpes en la puerta que presenciaban muchas familias armenias -a veces en el medio de la noche- lo cual significaba que la policía turca los venía a buscar para deportarlos, a menudo, hacia una muerte segura.
Ester Minerajian Aharonian Ajemian |
El relato está escrito desde el punto de vista de Margaret, mientras visita a su madre, ahora anciana, en un hogar de retiro armenio. Durante sus visitas llenas de ternura, su madre relata una historia rica y desgarradora que es, a su vez, una historia de triunfo y supervivencia.
Ester Minerajian nació en la hermosa ciudad de Amasia, situada a la orilla del río. Su madre murió al dar a luz y al poco tiempo su padre enfermó de gravedad. Antes de morir, él le encomendó a un tío que cuidara de ella y de sus cinco hermanos, pero en lugar de honrar este pedido los dio en adopción. Fue así que Ester fue criada por una pareja adinerada, Hajii Hagop Aharonian y su estricta esposa, Pepron, para nunca volver a ver a ninguno de sus hermanos, excepto a su hermano Harutiun, traductor y soldado del ejército turco. Si bien “El puñetazo en la puerta” principalmente narra la lucha de Ester durante el Genocidio Armenio, Ajemian Ahnert también proporciona muchos detalles sobre la vida cotidiana en Amasia: las comidas que degustaban los armenios y las celebraciones de las que participaban, así como también la postura de estos en relación a la mujer, la familia y la religión. Además de su gran mérito literario, el libro tiene un importante valor antropológico.
Ester Aharonian Minerajian Ajemian (segunda desde la izquierda) cuando era una joven niña en 1915, justo antes de comenzado el Genocidio. |
Cuando los rumores de las matanzas de armenios llegaron a Amasia, la familia de Ester se negó a creer que la situación fuera tan grave como se describía. El hermano de Ester, Harutiun, logró dar con ella y advertirle lo que pasaba, pero sus consejos no fueron escuchados, nadie quería creer que cientos de años de vida armenia en Amasia encontrarían su fin tan abruptamente o que las personas se volverían contra sus propios vecinos. Con el transcurso de los días Ester fue deportada junto con otros armenios de la ciudad. Vio cómo sus amigos y familiares eran asesinados de las maneras más horribles: “Entonces cayó la lluvia... una ola de agua descendió de un monte cercano, acarreando pequeñas piedras, arena, lodo y todo tipo de inmundicias humanas. Los niños fueron los que más sufrieron. Algunos fueron arrancados de los brazos de su madre y desaparecieron en la espesa corriente de lodo. Los relámpagos, los truenos y la pesada lluvia al parecer enloquecieron a los soldados. Nos atacaron con más fuerza que nunca, mientras corríamos para alejarnos de ellos. Intenté llenar mi tacita con el agua que resbalaba por el edredón. Sólo pude recoger unas gotas”, palabras de su madre que Margaret cita en su libro.
Harutiun, hermano de Ester Minerajian Aharonian Ajemian vestido con el uniforme del ejército turco |
Gracias a su valentía y a la bondad de su amiga Siranoush, Ester sobrevivió y terminó en Malatya, tirada en la parte trasera de una carreta con destino a Sivas. Allí, se casó contra su voluntad con un joven musulmán llamado Shamil. Su nueva familia convirtió a Ester al Islam, pero ella siguió rezando en armenio. En otro giro del destino, su hermano la volvió a encontrar y aunque con el tiempo desapareció para siempre, él hizo que una familia vecina, los Bagradian, la mantuvieran oculta. Ella se reencontró con su padre adoptivo en Amasia, donde él vivía nuevamente, esta vez con su segunda esposa, una bella mujer alemana llamada Gretel que, a los efectos prácticos, se había convertido en armenia.
En 1920, cuando comenzó una nueva ola de purgas, Gretel le dijo a Ester que podía casarse con un vecino turco o escapar a Estados Unidos junto a ella y su padre. Para Ester no había otra alternativa. Reunió sus pertenencias y así inició un arduo viaje hacia occidente: “Desde Amasia viajamos en carreta hasta Samsun. Allí tomamos otra hasta Constantinopla. De Constantinopla navegamos a Atenas, donde nos embarcamos en el transatlántico griego Megalorelass. Gretel y Bedros Effendi viajaban en primera clase y Eva, Sophia, Aram y yo en tercera”, recuerda Ester.
Margaret Ajemian Ahnert junto a su madre, Ester Minerajian Aharonian Ajemian |
Una vez en Nueva York, Ester se hizo amiga de otro armenio, Albert Ajemian, proveniente de Dirvig y cuya familia también había sufrido el Genocidio. Se casaron el 24 de abril de 1921 en la iglesia armenia de la calle 28. Nada le fue fácil a Ester: al principio el consejo eclesiástico se negó a casar a la pareja porque el 24 de abril era el sexto aniversario del Genocidio Armenio y porque, técnicamente, no podían celebrarse bodas durante la Cuaresma. Ajemian Ahnert termina así su conmovedor relato: “A veces veo a mi madre pasearse por la calle donde vivo, como solía hacerlo al atardecer. A menudo tomo el teléfono para marcar su número en el asilo armenio, yo la llamaba todos los días; ciertos rituales no se olvidan. Con frecuencia me viene a la mente una frase de Oscar Wilde, quien una vez dijo, ‘La verdad casi nunca es pura y jamás es sencilla’. Creo que Ester descansa después de haber dicho su verdad”.
Henry Morgenthau Jr., nieto del embajador estadounidense ante el Imperio Otomano en 1915, se sintió tan conmovido por el libro que lo llamó “Una crónica inspirada de una de las peores épocas de la historia de la humanidad” y declaró que “De haberse escrito antes este tipo de libros, tal vez el siguiente Holocausto, que tuvo lugar 25 años más tarde, no hubiera ocurrido”.
Margaret Ajemian Ahnert |
La historia de vida de Ester irritó tanto a quienes niegan el Genocidio Armenio que muchos de ellos se aparecieron durante la firma de libros en la librería Barnes and Noble en 2007, con el fin de difundir información falsa e interrumpir la lectura. Fueron detenidos y, como dice Ajemian Ahnert: “El incidente me asustó, pero no tanto como para darme por vencida. Sólo me hizo sentir más decidida a contar la historia de mi madre y que el mundo conozca la verdad sobre lo que ocurrió en 1915”.