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José Akian

José Akian

En una de las esquinas del barrio porteño de Las Cañitas, se erige un edificio de distinguible estilo arquitectónico moderno en cuya entrada clama a modo de bienvenida: Akian Gráfica Editora. Su fundador, un hombre amable de mirada cálida, José Akian, conjuga sus convicciones y trabajo diario: “Desde el comienzo apunté a la excelencia, estar en el medio es la nada, por eso los trabajos que hacemos aquí son de lo mejor, tanto para este país como el extranjero”.
Antes de estar en la pintoresca zona de Las Cañitas, el edificio antecesor de la gráfica se ubicaba en Barracas y detrás de ella, hay una larga historia de lucha de supervivencia familiar que determinó su existencia. 
 

Akian Gráfica es una de las empresas editoriales más importantes de la región. Fue fundada por José Akian en los años 50 en la Ciudad de Buenos Aires y sus productos se destacan por su inconfundible calidad y original diseño. Hoy, con 82 años, Don José Akian va todos los días a la oficina y mantiene intacto el espíritu de excelencia de la empresa. 

De Marash a Buenos Aires

La abuela materna de Don José, provenía de la familia Kherlakian, una de las más tradicionales y reconocidas de Marash. Allí eran comerciantes y dueños de grandes extensiones de tierras. Colaboraban siempre con las instituciones locales, incluyendo el hospital alemán de la región. Gracias a su aporte y al de otros compatriotas, en 1857 se construyó la iglesia Católica armenia Surb Prguich (Iglesia del Santo Salvador), sede del patriarcado católico en la diócesis de Marash. Hagop Kherlakian, tío abuelo de Don José, era un hombre notable. Había sido diputado en la corte del Sultán en Estambul en 1914 y había recibido condecoraciones por su trabajo por parte del gobierno. Además, el Papa León XIII le había entregado una medalla por su gran labor por la comunidad católica. 

                                                         Hagop Kherlakian

En 1915 los líderes de las ciudades armenias del Imperio Otomano fueron primero arrestados y luego asesinados, las familias fueron expulsadas de sus casas y forzadas a caminar en grandes caravanas por el desierto: se había puesto en marcha el plan sistemático de exterminio de los armenios. Los Kherlakian, gracias a su posición económica e importantes contactos, pudieron refugiarse en Alepo, Siria, donde se salvaron de las masacres.

Con el fin de la Primera Guerra Mundial, el ejército francés tomó el mando de la región y cesaron las matanzas. Así, muchos que se vieron forzados a dejar su hogar pudieron volver a sus hogares y reconstruir sus vidas. Pero esta situación no duraría mucho tiempo. Después de 1921, Kemal Ataturk tomó el control de Turquía y una nueva embestida y las atrocidades contra los armenios comenzaría pronto. “Mi familia iba a seguir a las tropas francesas pero no lo lograron y se quedaron en Marash. Junto con muchos otros armenios se refugiaron en la iglesia, donde no tenían ni para comer. Muchos murieron allí”, recuerda Don José. En este contexto, Hagop Kherlakian fue capturado y brutalmente asesinado, “los turcos le cortaron la cabeza y lo pasearon por el pueblo”, cuenta Akian.

Una vez más, la familia Kherlakian se vio obligada a dejar su hogar y escapar para salvar sus vidas. Esta vez fue para siempre y la ruta los llevó primero hacia El Líbano y luego a Marsella. Allí tomaron el barco “Aliance” que los trajo a Buenos Aires, en 1923.

 

Espíritu emprendedor

Argentina había abierto sus brazos para recibir a los inmigrantes. Había oleadas que llegaban de distintas partes de Europa y, junto con ellos, llegaron los refugiados armenios. “Mi abuelo materno, José, compró un conventillo con muchas piezas en la calle Constitución y alquilaba las habitaciones”, cuenta Don José. “Me acuerdo que en su casa tenían unos mangales donde hacían los kebab. Ahí mi abuelo contaba las peripecias que había pasado”, recuerda Akian.

En 1930, Ana Semilian, madre de Don José, se casó con Francisco Akian, integrante de una familia armenia proveniente de Ankara. Francisco Akian, trabajaba en una firma en Once, en el rubro textil. Lamentablemente, Ana falleció muy joven, a los 30 años, cuando nació su cuarta hija.

Don José creció al cuidado de una tía y trabajaba vendiendo artículos de librería que importaba un compatriota proveniente de Estambul. “A mi me fascinaban esos lápices de colores y esas hojas que acá no existían. Pero resulta que después ese hombre no me quería pagar la comisión, era muy amarrete”, recuerda Don José. Más tarde, José trabajó en una imprenta, pero este joven visionario no se conformaba con sólo cumplir ordenes, él tenía grandes sueños y metas por alcanzar. 

Un día, Don José vio en los avisos clasificados del diario que en el barrio de Barracas una imprenta estaba en venta. “Le conté a mi abuelo y me dijo que no había problema, que hipotecábamos el conventillo”, recuerda José. Akian tenía 23 años, un espíritu emprendedor y un futuro de vanguardia por delante.

“Yo tengo un dicho: la generosidad brota, el amarrete se seca. Mi abuelo apostó por mí, apostó a la generosidad. Ese gesto nunca me lo he olvidado.

Eso hizo que yo hoy tenga esto y que la familia pueda vivir”, afirma José, demostrando su gratitud.

Con el correr de los años, el negocio se fue consolidando: se incorporaron nuevas tecnologías, la empresa creció y cada vez ganó mayor prestigio y se ubicó como referente de calidad en el mercado. Un rasgo distintivo de la empresa que se ha mantenido hasta hoy es la constante incorporación de las novedades tecnológicas del mercado y su innovador diseño. “La característica es la alta calidad. Esto es en gran parte por mi forma de ser; a mi me gusta el orden, la limpieza y la excelencia”, afirma Don José.

                                       Don José Akian junto a Alex Manoogian

El legado de Marash continúa en Buenos Aires

Ese legado que comenzó el abuelo de Don José y fue el principio de Akian Gráfica Editora, siguió con su nieto. Don José hizo grandes esfuerzos para la construcción de la Iglesia Católica Armenia que se ubica en la calle Charcas, en el barrio porteño de Palermo, siguiendo la posta familiar que había comenzado en Marash. Publicó el primer diccionario español-armenio, del Monseñor Pascual Tekeyan, los numerosos tomos de los libros del Dr. Pascual Ohanian en materia del Genocidio Armenio y muchísimos otros libros referidos al mundo armenio. Actualmente, está en desarrollo el proyecto de construcción de invernaderos en Armenia, para que las familias también puedan cultivar durante el invierno. El Sr. Akian continúa participando y colaborando en los actos que realiza la colectividad armenia

“Siempre hemos hecho cosas y colaboro siempre que puedo”, afirma Don José.

Don José, toma una copa de cognac todos los días, disfruta de la buena comida y confiesa: “tengo buen gusto para comer”. En la lejana Argentina, mantiene las costumbres armenias y cocina comida armenia, ubicando entre sus platos preferidos el sarmá de repollo y el chikefté. “Siento mucho lo armenio y lo siento muy bien. Mi esposa Vicky, que no es armenia, sabe más de Armenia que todos nosotros”, se ríe Don José.

 

La historia fue verificada por el Equipo de Investigación de 100 LIVES