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De víctima a artífice de cambios

De víctima a artífice de cambios

En 2017, se publicó en las noticias una foto de Virginia Khunguni con la reina Isabel II. Fue un año decisivo para la activista ya que se encontraba entre los jóvenes agentes de cambio de todo el mundo que recibieron el Premio Jóvenes Líderes de la Reina. Este fue el primer reconocimiento de alto nivel por su trabajo en Malawi, donde lidera una iniciativa para ponerle fin a las prácticas culturales que frenan el avance de las mujeres jóvenes y, además, ha fundado “Girls Arise for Change”, una organización que apoya a las niñas que han escapado de matrimonios precoces, la explotación y el trabajo infantil. “Trabajo con niñas que son víctimas de abusos. Para ellas, verme parada allí con la Reina fue una gran inspiración. No importa de dónde vengas, sino dónde quieres estar en la vida, eso es lo que importa”, dice Virginia Khunguni.

Virginia recibió el Premio Jóvenes Líderes de la Reina en 2017

Virginia sabe lo que es ser víctima del abuso sexual, ya que ella misma fue violada cuando tenía solo 16 años. Sus padres murieron cuando ella era pequeña y Virginia quedó al cuidado de su abuela. Después de terminar la escuela secundaria, no pudo permitirse el lujo de estudiar en la universidad. Sin embargo, soñaba con convertirse en la primera productora musical femenina en Malawi y con frecuencia iba a los estudios para comenzar una carrera en producción musical e ingeniería de sonido. Fue en uno de esos estudios donde el productor que debía ser su mentor la violó.

Virginia fue la víctima, pero todo el mundo la acusaba, incluso su abuela. “Para ellos, era como si estuviera buscando hombres porque yo era la única mujer en todo un entorno de hombres. En lugar de recibir apoyo, te tratan como a una prostituta. Fue muy humillante para mí. Abusaron de mí, pero no pude obtener apoyo y era muy joven. No sabía adónde ir”, recuerda Virginia.

Nunca denunció el delito, se guardó todo el dolor y la humillación dentro suyo durante 9 años, hasta convertirse en periodista. Se interesó por los derechos de la mujer y armó un programa de radio llamado "Girls Arise" (Niñas arriba) para abordar el tema. En el programa se encontró con un gran número de víctimas silenciosas del abuso sexual: “Cuando eres una víctima y hablas sobre el tema, la gente te ve como si estuvieras orgullosa de ello. Fue muy difícil hablar de eso. La gente esperaba que me callara, esperaban que lo ocultara".

Fue difícil, pero Virginia nunca se rindió. Decidió seguir adelante y fundó su organización, “Girls Arise for Change”, ya que muchas niñas y mujeres que sufren abusos todos los días no conocen sus derechos ni tampoco cómo denunciar un delito cometido contra ellas. La mayoría de los beneficiarios de la ONG son chicas de doce a veintidós años. Según UNICEF, Malawi tiene una de las tasas de matrimonio infantil más altas del sur y este de África. El 42% de las niñas de Malawi se ven obligadas a casarse antes de los dieciocho años y el 10% se casa antes de los quince.

Beneficiarias de uno de los proyectos de empoderamiento de mujeres que “Girls Arise for Change” lleva adelante para las sobrevivientes de abuso de género, Blantyre, Malawi

“El desafío que tenemos en nuestra sociedad es el matrimonio forzado. Creo que se debe a la pobreza y a que las niñas son vistas como un medio de apoyo financiero para sus familias. Cuando llegan a la adolescencia, se ven obligadas a casarse con un hombre mayor que, al menos, tenga dinero. Incluso si son abusadas, generalmente, no hablan. Entonces, si pudiéramos superar la pobreza, también podríamos superar este problema. Estamos tratando de brindarle a las niñas un empoderamiento financiero dándoles habilidades. Si tienen una habilidad, será su activo de por vida. Lo usarán para generar ingresos: sastrería, diseño de moda, manualidades, etc.”, explica Virginia Khunguni. Su organización ha creado centros donde las niñas se conocen, hablan sobre sus experiencias y desafíos y convierten las ideas en proyectos. También acuden a los centros de “Girls Arise for Change” para denunciar abusos y acoso sexual.

Hasta el momento, la organización ha abierto 12 centros y planea hacerlo en todo el país. Lamentablemente, el brote de COVID-19 las ha retrasado y afectado gravemente su trabajo: “Estamos tratando de mantener a las niñas en las escuelas pero cuando están cerradas, significa que tienen que irse a casa. También tenemos un programa de alimentación allí. No ir a la escuela significa que no se alimentan. Y al quedarse en casa se enfrentan a la pobreza, lo que llevó a muchas niñas a realizar actividades sexuales, incluida la exposición a matrimonios forzados. Entonces, ha sido un revés".

Beneficiarias del proyecto de empoderamiento financiero de “Girls Arise for Change” en Lilongwe, Malawi

Virginia Khunguni y “Girls Arise for Change” intentan encontrar una manera de superar este gran desafío. Hasta entonces, abordan temas referidos a la salud distribuyendo jabón y más de 9 mil mascarillas producidas por sus beneficiarios entre las personas que viven en la pobreza. Virginia ve la educación y las habilidades como la clave principal para el desarrollo y el empoderamiento de las mujeres. Su objetivo es establecer centros de aprendizaje en Malawi y en el sur de África donde las niñas y las mujeres tendrían acceso a la educación gratuita. Y aquí es donde la comunidad internacional, en su opinión, puede ser útil: “La ayuda que necesitamos son más oportunidades. Tenemos terrenos para construir todos estos [centros], nuestra comunidad está dispuesta a ayudar, pero no tenemos los recursos para construir. Si la comunidad internacional puede ayudarnos a construir estos centros educativos y de habilidades para mujeres y también a proporcionar becas para las niñas, esa es la ayuda que estoy buscando".

Virginia Khunguni es un modelo a seguir para muchas mujeres jóvenes y una feliz madre de dos hijos. Su esposo es una de las personas que la apoyan para que haga más y pueda llegar a más personas. Y la gratitud que siente hacia ellos la empodera para seguir adelante: “Estoy agradecida por las niñas y mujeres jóvenes con las que trabajo. Estoy agradecida porque trabajo con quienes tienen potencial, pero tal vez el mundo no les haya brindado una plataforma para desarrollarlo y nosotros los ayudamos. Agradezco a las organizaciones que apoyan nuestro trabajo. Y, sobre todo, estoy agradecida con mi familia. Me apoyan mucho, me impulsan y me dicen: "¡Si te llegas a 100 chicas, puedes llegar a 300, no te rindas, puedes hacer esto!"