Anjum Raza Mattu es el cofundador y presidente de la Asociación Insan Dost (IDA) que lucha contra la esclavitud moderna y se esfuerza por crear una sociedad libre del trabajo forzoso en Pakistán. La organización no se registró formalmente hasta 2002, pero sus orígenes se remontan a 1986, cuando un equipo de estudiantes formó el Grupo Insan Dost, que literalmente significa "amigo de la humanidad".
Según el Índice Global de Esclavitud, Pakistán se encuentra entre los 10 países con la mayor prevalencia de esclavitud moderna en el mundo, con una cifra estimada en 3,7 millones de esclavos en una población de 220 millones. El trabajo en estado de servidumbre es una de las formas más comunes de esclavitud moderna y se extiende especialmente entre los trabajadores de los hornos de ladrillos (se trata de un horno especial para cocer objetos hechos de arcilla). Las familias pobres quedan atrapadas en la esclavitud después de solicitar un préstamo a una persona adinerada. Por lo general, se necesita una generación o más para pagar esos préstamos con intereses y, hasta entonces, las familias siguen siendo una “propiedad” del prestamista. Lamentablemente, los niños no están excluidos de este círculo vicioso. La Asociación Insan Dost estima que 1,1 millones de niños están sujetos a trabajos forzados en la industria de los hornos de ladrillos en Pakistán y Anjum Raza Mattu ha dedicado su vida a luchar por sus derechos y los derechos de sus padres.
En 1986, cuando Anjum era un estudiante que trabajaba para la Compañía Estatal de Seguros de Vida, él y sus compañeros de trabajo decidieron probar suerte vendiendo seguros a los trabajadores de un horno de ladrillos cercano. Fue entonces cuando descubrió toda la escala de su miserable realidad: “Cuando sugerimos a los trabajadores del horno que contrataran un seguro, nos dijeron que vivían en una pobreza abyecta, sin vajilla, con ropas rotas, enormes deudas y bajos salarios. Comenzaron a llorar amargamente y nos pidieron que los liberáramos de las penurias y préstamos del dueño del horno”.
Estas familias desafortunadas les dijeron a los empleados de la empresa de seguros que habían pasado casi toda su vida trabajando en el horno para pagar las deudas que nunca parecían disminuir. “Fueron privados de sus derechos fundamentales de libertad de movimiento, elección de trabajo y acceso a servicios sociales básicos y fueron sometidos a formas extremas de abuso físico, mental y sexual. Mis compañeros de trabajo y yo nos sentimos muy deprimidos al escuchar sobre su difícil situación”, recuerda Anjum Raza Mattu.
Decididos a luchar por los derechos de estas personas, los estudiantes formaron el Grupo Insan Dost. Organizaron una marcha para concientizar sobre las malas condiciones de vida de los trabajadores del horno y exigir mejoras, incluido un aumento salarial. Para su sorpresa, lo consiguieron. El propietario del horno anunció un aumento de 10 rupias indias por cada 1000 ladrillos. Ese fue un gran avance que fue cubierto por un periódico local y este éxito inicial alentó al Grupo Insan Dost a comenzar a operar de manera informal y plantear cuestiones esenciales.
Día a día, el Grupo Insan Dost se volvió más activo y se destacó en el campo. La gente empezó a acudir a la organización en busca de protección para ellos y sus familias, especialmente para los niños. Las estadísticas muestran que más de 22,8 millones de niños no asisten a la escuela en Pakistán, procedentes, principalmente, de familias pobres con los ingresos más bajos. Según otros datos, se estima que 12 millones de niños tienen que trabajar y muchos de ellos están expuestos al trabajo en servidumbre. “Existe un vínculo estrecho entre la pobreza, el analfabetismo, el trabajo infantil y el trabajo en régimen de servidumbre. Nos enfocamos, específicamente, en brindar educación no formal a los niños, lo que ayudará a liberarlos de los grilletes de los dueños de los hornos de ladrillos”, dice el cofundador de Insan Dost.
En muchos casos, se necesita un gran esfuerzo para influir en las agencias gubernamentales destinadas a proteger los derechos de los ciudadanos. Anjum Raza Mattu recuerda el caso de Nasreen, de 16 años, quien solía trabajar con sus padres en un horno. Una vez, cuando su madre y su padre fueron a un funeral, el dueño del horno y su hermano aprovecharon su ausencia para llevar a Nasreen a la fuerza a su propia tienda y violarla. Al día siguiente, los padres de Nasreen acudieron a la Asociación Insan Dost en busca de asistencia jurídica. “Fuimos a la comisaría e intentamos presentar un primer informe de investigación contra el dueño del horno y su hermano, pero la policía se negó a escucharnos. El mismo día organizamos una manifestación contra el dueño del horno, su hermano y la policía para llamar la atención sobre esta injusticia. Cuando el oficial de policía del distrito se enteró de nuestro mitin, se acercó a nosotros para negociar. Después de eso, el caso se registró de inmediato y el dueño del horno y su hermano fueron arrestados”.
Hay muchas historias de éxito en los registros de la Asociación Insan Dost, pero también muchas historias tristes. A lo largo de los años de trabajo desinteresado, Anjum Raza Mattu y la organización IDA han formado 126 sindicatos de trabajadores de hornos, todos ellos encabezados por mujeres. “Actúan con mayor determinación y persistencia en comparación con los hombres. Además, los dueños de hornos tienden a golpear a los miembros del sindicato pero tienen miedo de hacer lo mismo con las mujeres sindicalistas por razones culturales y por temor a una reacción violenta”, explica el Anjum.
La Asociación Insan Dost ha desempeñado un papel de liderazgo en la promoción del establecimiento de los Comités de Vigilancia de Distrito (DVC) para promover los derechos de los trabajadores en servidumbre. “Quizás, el mayor éxito de la IDA se haya manifestado en la obtención del apoyo de los propietarios de hornos progresistas, ocho de los cuales renunciaron a todas las deudas que les debían sus trabajadores; muchos de estos propietarios son miembros de varios comités que trabajan contra el trabajo en servidumbre, incluidos los DVC”, dice Anjum Raza Mattu. Aclara que esto también es el resultado de sus diferentes capacitaciones, incluidas las de los dueños de hornos. “Nuestra organización también cuenta con un buen apoyo de abogados que brindan asistencia legal a los trabajadores en servidumbre sin percibir honorarios o con honorarios nominales. Un porcentaje significativo de los trabajadores en servidumbre que reciben el apoyo de IDA, como el suministro de documentos nacionales de identidad, el registro como votantes y la admisión escolar para los niños, son cristianos, son muy discriminados en la sociedad paquistaní y son tratados casi como intocables".
Con la fama y el éxito llegaron las amenazas y la persecución, principalmente por parte de los propietarios de los hornos. Anjum Raza Mattu ha estado en la cárcel dos veces durante períodos de 6 y 3 meses por acusaciones falsas instigadas por los dueños de los hornos. Aun así, nunca se desvió del camino que había elegido: “Probablemente el período más difícil de mi vida fue cuando los dueños de los hornos del distrito de Pakpattan (provincia de Punjab, Pakistán) me acusaron de blasfemia. Cuando se enteraron de mi origen cristiano, presentaron una acusación de blasfemia en mi contra y tuve que esconderme junto con mi familia y miembros del personal debido a las amenazas de muerte. Afirmaron que había dicho cosas malas sobre el Santo Profeta. Mi caso se volvió de alto perfil, con el Presidente del Tribunal Supremo tomando nota y un comité de 3 miembros de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán llevó a cabo una misión de investigación y declaró que el caso era falso. Incluso los propietarios admitieron que la acusación de blasfemia era falsa".
Ahora las amenazas han disminuido pero no han desaparecido por completo. A pesar de todo, Anjum Raza Mattu y su organización tienden a mirar hacia adelante y no hacia atrás, piensan en el pasado solo para contar sus logros. Gracias a sus esfuerzos, se han liberado 75.000 trabajadores de hornos en estado de servidumbre, más de 28.000 de ellos son niños. La organización les ayudó a matricularse en escuelas públicas y privadas cercanas a los hornos de ladrillos y les proporcionó uniformes y mochilas escolares.
Por su impacto significativo en la lucha para erradicar la esclavitud moderna en Pakistán, la Asociación Insan Dost ha sido galardonada con el Premio Héroe Stop Slavery 2020 (Reino Unido), el Premio Internacional de la Paz de Bremen 2013 (Alemania) y el Premio de la Fundación Women Peace Power 2010 (EE.UU.).