La Dra. Ashwaq Moharram es ginecóloga de formación y arriesga su vida todos los días para ayudar a las personas en Hodeida, Yemen, que enfrentan una crisis humanitaria como consecuencia del conflicto y del bloqueo. En una región donde prácticamente no hay médicos, ella es la última esperanza de la población local a la que proporciona tratamiento médico, canastas de alimentos y suministros básicos. Hasta el momento, ha ayudado a miles de familias y ha salvado cientos de vidas.
Nació en 1975 en la gobernación de Hodeida, una región notable, la más poblada de Yemen y cuya capital solía ser uno de los puertos más activos del país. La Dra. Moharram proviene de una familia grande: tiene 3 hermanos y 4 hermanas, todos muy exitosos. Sin embargo, ella es la única médica de la familia y siempre ha tenido la vocación de ayudar a los demás.
Incluso antes del conflicto, Ashwaq Moharram había establecido una clínica móvil para ayudar a las comunidades desatendidas en la ciudad de Hodeida y sus suburbios rurales. “Tenía mi propia clínica y usaba mi coche como clínica móvil. En 1999 comencé a conducir, brindaba servicios a las familias que estaban en situación de pobreza en las aldeas. Quería ayudar a las personas que sufrían. La mayoría de ellas no tiene conocimientos profesionales, la mayoría no tiene educación”, explica la Dra. Moharram.
Cuando estalló el conflicto en Yemen en 2014, la situación empeoró de inmediato. Mientras las autoridades yemeníes luchaban con el movimiento armado hutí, los ciudadanos soportaron la peor parte de la crisis económica y humanitaria provocada por la guerra. Los activistas locales e internacionales han registrado múltiples violaciones de derechos humanos, entre ellos, la Heroína Aurora 2019, Huda Al-Sarari. Además, en 2015 se inició un bloqueo marítimo, terrestre y aéreo en Yemen.
Varios de los hermanos de la Dra. Moharram abandonaron el país, pero ella decidió quedarse. “La mayoría de las fábricas cerraron, las escuelas cerraron. Y la mayoría de los médicos se fueron. No podía irme porque creo que es una pena cuando tenemos la oportunidad de ayudar a muchas personas y no lo hacemos. Hay pacientes que sufren por la guerra, el hambre y la desnutrición”, dice. “Hay muchas enfermedades que habían desaparecido pero que comenzaron a aparecer nuevamente debido a la guerra en Yemen como el dengue, el cólera, incluso la difteria. Estas enfermedades regresaron a causa de la guerra y del bloqueo”.
Su dedicación tuvo un alto costo personal: cuando el esposo de la Dra. Moharram fue diagnosticado con una afección cardíaca potencialmente mortal, tuvo que ir a Jordania para recibir tratamiento porque no había cardiólogos ni centros de cardiología abiertos en Hodeida. Sus hijos se fueron con él. La Dra. Moharram no podía abandonar su práctica y seguirlos. Desde entonces, ha tenido que hacer su trabajo excepcional por su cuenta, sin el apoyo de sus seres queridos.
Debido a la falta de profesionales médicos calificados, la Dra. Moharram ahora trata a pacientes cuyas condiciones no están ni remotamente relacionadas con su campo elegido de obstetricia y ginecología: “Les abrí mi clínica como médica general. ¡Incluso trabajo como dentista! Soy ginecóloga-obstetra y, a veces, una mujer embarazada viene a verme con dolor de muelas y debo ayudarla porque no hay nadie más. Tratamos de cubrir algunos aspectos pero no como especialistas, sino simplemente dándoles algunos analgésicos, algunos antibióticos”.
Actualmente, su clínica móvil se utiliza no solo para tratar a los más vulnerables, sino también para entregar canastas de alimentos y artículos de primera necesidad, incluida la leche para los niños con desnutrición, que a menudo compra con su propio dinero, y las reparte en las aldeas remotas más afectadas por la crisis humanitaria. Según sus propias estimaciones, cada semana al menos 150 bebés obtienen leche gracias a este proyecto. La guerra aún continúa y conducir es peligroso debido a los ataques aéreos y los combates. Muchas veces, no puede acceder a ciertas áreas porque las carreteras están bloqueadas por las fuerzas armadas: más de una vez temió por su vida, pudo ser detenida y fue amenazada con ser encarcelada.
La ciudad de Hodeida también sigue sufriendo escasez de energía y suministro. La electricidad no es confiable y los cortes de energía alteran aún más una situación ya inestable. Los alimentos no solo son difíciles de conseguir, sino que también son extremadamente caros y, simplemente, inaccesibles para muchas personas que han perdido su fuente de ingresos. “Esta guerra me hace sentir mal, me pone muy triste. El problema más grande es el hambre. La mayoría de la gente depende de la pesca, pero el bloqueo les ha impedido pescar. No tienen ingresos y muchas, muchas familias padecen hambre y graves grados de desnutrición”, lamenta la Dra. Moharram.
“En 2020, en 2021, todavía hay casos de inanición. Me sorprendió cuando los vi”, dice la Dra. Moharram. “Lo que me da fuerzas para seguir con mi trabajo es el llanto de una madre que teme que no haya comida para sus hijos. Y cuando sienten miedo o hambre, lloro por ellos. Pero esto me da fuerzas para continuar y continuaré”.