logo
CIERREMenu
Cuidando a miles en una guerra olvidada

Cuidando a miles en una guerra olvidada

Como es único médico que reside de forma permanente en las montañas de Nuba en Sudán, hogar de 750.000, el Dr Tom Catena ha trabajado todo el día para atender a los ciudadanos de esta zona asolada por la guerra. En medio del actual conflicto entre el Gobierno de Sudán y el Movimiento de Liberación del Pueblo Sudanés, el Dr. Catena ha salvado incontables vidas en el Hospital Católico Mother of Mercy, el único hospital con funcionamiento pleno de la región.
En los años transcurridos desde que estalló la guerra, el Dr. Tom Catena, conocido por los lugareños como el Dr. Tom, ha trabajado incansablemente para enfrentar los horrores de la guerra. Extraer metrallas, amputar extremidades y asistir partos a medida que llueven las bombas, se ha convertido en norma para un hombre que llegó por primera vez a la región en tiempos de paz, como enviado de la Junta de la Misión Médica Católica (CMMB, por sus siglas en inglés - Catholic Medical Mission Board).
 
Cuando comenzó la guerra, le dijeron que dejara la zona pero él insistió en quedarse. “Nunca me arrepentí de esa decisión”, dice el Dr. Catena. “En ese momento me necesitaban más que nunca. No podía abandonar a las personas que había conocido cuando precisaban mi apoyo. Porque esas personas cuentan y lo que hacen, nunca deja de sorprenderme”. 
 
 
La violencia se extendió y los que vivían en la región lo sufrieron gravemente. Los bombardeos aéreos se tornaron en un hecho cotidiano durante muchos años, como parte de la política de “tierra quemada”. Los pueblos y las granjas fueron destruidas, obligando a las personas a refugiarse en las montañas, donde tenían escasa o ningún tipo de alimento. La inanición masiva se convirtió en norma. 
 
El Dr. Catena comenzó a atender hasta 500 pacientes por día en una región donde, en ese momento, las organizaciones humanitarias tenían prohibido entregar ayuda y la comunidad internacional miraba hacia otro lado. Pacientes con espantosas quemaduras en todo su cuerpo, niños que habían perdido sus piernas, personas con lepra y otros muriendo de desnutrición: todos ellos eran parte de un día de trabajo. 
 
“Un día estaba atendiendo a una mujer de unos 60 años, que había escapado a una cueva para esconderse con su familia y fue alcanzada por un proyectil que le destrozó el pie y le fracturó el hueso de su muslo”, recuerda el Dr. Catena. “Después de que le amputé el pie y mientras ella se recuperaba, los ataques aéreos comenzaron de nuevo. El hospital fue bombardeado y una nena de 11 años lloraba desconsoladamente. Luego del ataque y mientras se acurrucaban en el suelo del hospital, la mujer, a pesar de haber perdido una extremidad, estaba totalmente concentrada en tranquilizar a esta pobre niña. Esta notable mujer tenía una gran fortaleza, a pesar de su tremendo dolor. Es absolutamente increíble la positividad que la gente encuentra en estas situaciones”.
 
En estos días, los bombardeos aéreos pueden haber cesado, pero el sufrimiento generalizado aún persiste. Sin embargo, el Dr. Catena advierte que el consiguiente desplazamiento de las personas ha llevado al hambre extremo. “Creo que la mayor crisis en este momento es la grave escases de alimentos”, dice el Dr. Catena. “Estamos en la frontera con Sudán del Sur, que ha declarado la hambruna. Los mismos problemas y las mismas condiciones climáticas también nos afectan a nosotros aquí. Estamos en una situación terrible y desesperante”. 
 
Además, la región sigue siendo una zona de guerra y el futuro es incierto. El Dr. Catena continúa de guardia las 24 horas del día, los siete días a la semana y su prioridad es asegurar que el hospital pueda brindar apoyo básico. La electricidad y el agua corriente son recursos extremadamente limitados y no hay un acceso confiable a la red telefónica. Muchas personas caminan durante una semana para poder recibir atención adecuada en el hospital, que carece de equipos vitales tales como una máquina de rayos X. Los suministros médicos son escasos y, frecuentemente, lo que se necesita, simplemente, es inexistente. 

 

A pesar de todo, el Dr. Catena es optimista y firme, “Antes pensé en irme, pero siempre hay algo que te trae de vuelta. Miras a la gente y los ves sonreír tan amablemente. Hay una conexión muy estrecha entre las personas aquí, no puedo dejar que sean pasadas por alto y olvidadas”. 
 
Su fe es la clave de su compromiso. Cree que todas las personas están conectadas, independientemente de su procedencia. “Creo que estamos interconectados como seres humanos, no importa cual sea el origen o la religión”, dice el Dr. Catena. “Desde mi punto de vista, somos todos hijos de Dios, ya seamos cristianos, musulmanes, ateos o lo que sea. Y tenemos la obligación de cuidar a nuestros hermanos. Cada persona puede hacer su contribución de alguna forma”. 
 
El hospital que, originalmente tenía 80 camas, se expandió a 435 y cuenta con más de 40 enfermeras. El Dr. Catena también acaba de contratar a otro médico para ampliar la capacidad del hospital. Pero le gustaría hacer más: establecer clínicas más chicas y centros de atención primaria en las comunidades pequeñas para brindar ayuda más cerca de sus hogares. 
 
“Cuanto más difícil se hace mi situación, más me convenzo de que mis servicios son necesarios. Con toda la discordia que hay en el mundo en este momento, el Premio Aurora puede ser un contrapeso para la enorme negatividad que existe. La gente puede ver el Premio y pensar que ‘hay personas en el mundo que reconocen nuestra humanidad compartida. Hay personas que trabajan juntas para lograr el cambio’. Mis pacientes me inspiran con su compromiso para lidiar con todas las dificultades que les surgen, sin amargura. Y yo me esfuerzo por hacer lo mismo”. 
 
En representación de los sobrevivientes del Genocidio Armenio y como gratitud hacia sus salvadores, el Premio Aurora tiene como objetivo generar conciencia pública sobre las atrocidades que suceden en el mundo entero y recompensar a aquellas personas que trabajan para abordar esas grandes problemáticas de una forma real y sustancial. La Gratitud en Acción ocupa un lugar central para la Iniciativa Humanitaria Aurora. Innumerables sobrevivientes de todo el mundo le deben su oportunidad en la vida a la generosidad de otras personas. A través de la Gratitud en Acción, los cofundadores de la Iniciativa Humanitaria Aurora desean inspirar a todos aquellos que han recibido ayuda en momentos de crisis a expresar su gratitud al ofrecer una asistencia similar a otras personas.