Kyaw Hla Aung: “No somos de otras tierras”

Kyaw Hla Aung: “No somos de otras tierras”

El Galardonado con el Premio Aurora 2018 Kyaw Hla Aung es abogado y líder del pueblo rohinyá de Myanmar. A pesar de haber sido encarcelado durante un total de 12 años por sus pacíficas protestas contra la discriminación y violencia sistemáticas, utiliza su experiencia legal para luchar por la igualdad, mejorar la educación y los derechos humanos de su comunidad. En esta entrevista, habla sobre sus luchas y esperanzas. 
 

Ser abogado

Nací en Sittwe, la capital del estado de Rakáin en Myanmar, el 16 de agosto de 1940. También estudié en Sittwe. Mi padre fue funcionario del gobierno durante 40 años y yo también lo fui. Trabajé como taquígrafo durante 40 años y en 1983 renuncié a mi trabajo por la creciente discriminación contra el personal musulmán. Empecé a trabajar como abogado en el estado de Rakáin. También viajé a otras regiones para algunos casos, pero más que nada, trabajé en Sittwe.

El 1986, el gobierno comenzó a confiscar las tierras de los musulmanes rohinyá. No pudieron conseguir a ningún abogado para apelar eso, así que al final, me pidieron que los proteja y apele la confiscación de las tierras. Escribí una carta oficial a uno de los miembros del gobierno que en ese momento era el presidente del Partido Nacional Socialista. Fui a Rangún para presentar esta solicitud en la oficina del consulado. Cuando volví a Sittwe, fui arrestado.

Me detuvieron el 25 de agosto de 1986 y estuve en juicio durante dos años. Luego, el mismo día pero de 1988, hubo una gran protesta y manifestaciones masivas en Rangún. La prisión donde estaba fue tomada y los prisioneros escaparon, pero yo estaba encerrado en una celda y no pude salir. Se formó un nuevo comité después de las protestas y durante la noche vinieron algunas personas y me liberaron de la prisión.

                                                                                    Kyaw Hla Aung en Armenia

Nueva esperanza

Durante la misma época, se anunció que cualquiera podría formar un partido político en Myanmar porque los líderes del país querían ser vistos como un estado democrático. Mis colegas en Rangún, algunos abogados y algunos amigos, me invitaron allí para formar un nuevo partido político. En ese momento podíamos circular y viajar libremente entre Sittwe y Rangún, sin ningún tipo de restricción.

Formamos un partido político llamado Partido Democrático Nacional por los Derechos Humanos y organizamos a nuestra comunidad rohinyá para que voten por nosotros. Había una oficina del partido en Sittwe, pero la sede estaba en Rangún. En Sittwe fui el candidato principal para ser miembro del parlamento y eso llamó la atención de las autoridades. Realizaron una especie de investigación para saber quién era la persona que podía llegar a ganar las elecciones y se dieron cuenta de que podría ser yo. Entonces, me arrestaron de nuevo. Sacaron a la luz mi viejo caso y lo llevaron a la corte.

 

La corte, junto con todos los generales, duró sólo una hora. Fui sentenciado a 14 años de prisión. Cuando se celebraron las elecciones de 1990, yo cumplía mi condena, así que nuestro partido debía elegir a otro candidato y hacer que los miembros del partido voten por esa persona. Algunos colegas me ayudaban cuando estaba en la cárcel y me enviaban comida porque la alimentación en la prisión era muy mala en ese entonces. Ahora está mejor. No había buen arroz, ni curry, sólo verduras y muchas de ellas no eran buenas. De hecho, uno de los presos murió frente a mí en el hospital por la falta de vitaminas.

                                                            Kyaw Hla Aung y Héctor Tomás González Castillo en Armenia

Preso sin ningún motivo

Si eras un prisionero político, tu familia no podía visitarte todos los días, sólo dos veces al mes. Fue muy difícil para mi familia. Mi hija se graduó en la Universidad de Sittwe, pero no le permitieron ir a Rangún. Fue muy difícil para ellos enviarme comida y medicamentos. Estuve enfermo en ese momento, pero afortunadamente, uno de los médicos de la prisión era un amigo muy cercano. Él tenía una clínica cerca de mi casa. Los oficiales lo odiaban porque me ayudaba y después de unos meses lo trasladaron. Pero él me ayudó  mucho. Afortunadamente, hubo una amnistía para las personas que habían sido sentenciadas a más de diez años y que ya habían cumplido varios años de condena, así que en 1997 fui liberado. Mientras estuve en prisión, ayudé a otros compañeros presos a apelar por sus caos porque algunos de ellos cumplían condenas de 17, 20 años.

Cuando volví, descubrí que mi casa había sido totalmente destruida por algunas personas de Rakáin. La policía y los militares vieron que atacaban nuestro barrio. 46 casas de personas musulmanas fueron destruidas. Mucha gente se vio obligada a irse, incluida mi familia. Estuve en una especie de complejo junto con otras personas y luego la policía me arrestó de nuevo y me llevó a la estación. En ese momento ni siquiera sabía dónde estaba mi familia. Gracias a la ayuda de algunos activistas y de ONG internacionales, entre ellos Victoria Hawkins, quien ahora trabaja con Médicos sin Fronteras en el Reino Unido, finalmente me liberaron ya que mi caso tomó conocimiento público internacional.

 

En 2013 se hizo un censo estatal. Un estudiante arrojó una piedra contra los oficiales, algunos resultaron heridos y, aunque en ese momento yo estaba enfermo, el gobierno decidió que, de alguna manera, yo estuve involucrado en ese incidente y trató de enjuiciarme. Todo eso se hizo para que me fuera de mi país de origen, pero me negué a abandonar mi propia tierra. El 15 de julio me arrestaron nuevamente. Luego de un año en prisión, me liberaron. El Presidente había declarado otra amnistía.

                                                                 Kyaw Hla Aung durante la Trilogía del Premio Aurora

La luz brillante del conocimiento

Durante muchos años he tratado de asegurarme de que nuestros chicos tengan acceso a la educación. Había una mujer mayor que me ayudaba. Ella vino al campo de desplazados porque a los médicos budistas realmente no les interesaban los pacientes musulmanes. Formamos un comité de 33 personas cuyo objetivo principal era cambiar la situación educativa. Abrimos varias escuelas, contratamos a cas 110 maestros y se anotaron más de 1.000 estudiantes. Pero con mi último arresto, se terminó el comité.

Cuando volví a salir, reanudé mis esfuerzos para brindarle a nuestra comunidad musulmana rohinyá, especialmente a sus miembros más pobres, acceso a la educación y a la salud. Algunos de los jubilados no podían cobrar sus pensiones, así que tuve que contactarme con funcionarios del estado de Rakáin para resolver este problema. Había un señor mayor que sabía que su dinero estaba en el banco, pero la entidad no se lo daba. Logró obtener su pensión después de que yo interviniera. Había muchos problemas con los que tuve que lidiar.

Al principio no había tantas restricciones. Cuando formamos nuestro partido político, podíamos ir a Rangún y organizar a nuestra gente. Pero cuando salí de la prisión en 1993, me di cuenta de que los rohinyá ya no podían trasladarse libremente entre una ciudad a otra. Eso fue cosa de los militares. Quieren expulsar a todos los musulmanes del país, no sólo del estado de Rakáin, sino de todas partes. En Rangún también hay  mucha discriminación.

 

Si no tenemos educación, el gobierno puede alegar que nuestra gente es de Bangladesh. Pero si les enseñamos el idioma birmano a los rohinyá, no pueden decir que son de Bangladesh. Ese es el punto del gobierno. Quieren decirle a la comunidad internacional que, dado a que estas personas no escriben ni hablan birmano, deben ser de Bangladesh. Pero no pueden llevarme a Bangladesh, tengo todos los documentos que confirman que soy de aquí. Si le brindamos educación a nuestro pueblo, podemos mejorar nuestro país y obtener nuestra ciudadanía.

                                                                                 Kyaw Hla Aung en Khor Virap, Armenia

Que el mundo lo vea

Me puse muy contento cuando supe que estaba nominado al Premio Aurora. Armenia es muy amable, su gente es muy educada, aquí hay reglas y orden. En nuestro país no hay reglas ni orden, estoy muy triste por eso. Ahora el mundo aceptará mis palabras. Cuando me entrevistan, siempre le digo a los periodistas que pueden ayudarnos a no ser exiliados de nuestras propias tierras, que pueden ayudar a que los refugiados vuelvan a sus tierras. Un periodista me preguntó ‘¿Cómo podrían estos refugiados regresar a sus hogares?’ Y le respondí que si ese refugiado dice ‘esta es mi tierra, allí está mi casa’, el gobierno debe aceptarlo. Solía ser así y ahora verifican si uno es ciudadano. Están retrasando este proceso para que la gente muera.

No somos de otras tierras. Somos ciudadanos de este país, de Myanmar, pero ¿por qué este gobierno democrático niega nuestra ciudadanía? Hasta el año 2010 podíamos votar y cualquiera podía ser electo. Ahora nadie puede votar, nadie puede ser electo. En 1990, nuestro partido podía nominar a un candidato para las elecciones parlamentarias. ¿Por qué no puede ahora? ¿Dónde radica la lógica en esto?

 

Esperamos que la ONU y que otros países nos ayuden. De lo contrario, no podremos sobrevivir. Si la comunidad internacional no nos ayuda, no podemos lidiar con esto, porque no podemos confiar en nuestro gobierno.