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Wolfgang Huber: “El milagro no es el dinero, el milagro es el tiempo que donan las personas”

Wolfgang Huber: “El milagro no es el dinero, el milagro es el tiempo que donan las personas”

El Dr. Wolfgang Huber es uno de los teólogos más notables de Alemania y es un pensador progresista en cuestiones éticas. Se desempeñó como obispo de la Iglesia Evangélica de Berlín-Brandemburgo-Lusacia de Alta Silesia, desde 1994 hasta 2009. Fue presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD) desde 2003 hasta 2009. Huber fue galardonado con la Orden del Mérito de Alemania ("Bundesverdienstkreuz"), la Orden del Mérito del Estado de Berlín, la Orden del Mérito del Estado de Brandemburgo y con el Premio Cultural Europeo. Fue condecorado con un doctorado honorario por la Academia Cristiana de Varsovia, la Universidad de Stellenbosch (Sudáfrica) y la Universidad Ruhr Bochum. Hablamos con él sobre la cultura de la autosuficiencia, la integración de los refugiados y el rol de la iglesia protestante en la asistencia al desarrollo. 

Recientemente, la Iniciativa Global Perspectives descubrió a través de un estudio realizado con Allennsbach, que los alemanes confían más en las organizaciones de ayuda relacionadas con la iglesia cuando se trata de la asistencia al desarrollo. ¿De qué manera se involucra la iglesia protestante en la política de desarrollo?

El compromiso con la política de desarrollo de la iglesia protestante tiene una larga historia. Comenzó en los de 1950 con la fundación de ‘Brot für die Welt’. La idea fue retribuir algo de la ayuda que había recibido Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Los ‘paquetes de cuidados’ fueron un famoso símbolo de esa época. Por eso, a mediados de los años 50, se fundó ‘Brot für die Welt’.  Tanto en el este como en el oeste de Alemania, la gente donó grandes cantidades de dinero y, como resultado, la iglesia adquirió grandes competencias. Las iglesias acompañantes fueron socios confiables. Como saben, este es un gran problema para la asistencia al desarrollo. El resultado que se dio fue que la República Federal de Alemania dijo: “También proporcionaremos a las iglesias fondos presupuestarios para que puedan usar sus canales para ayudar a las personas que más lo necesitan” y esto trajo el famoso principio de “ayudar a las personas a ayudarse a sí mismas”.

¿Cómo percibe usted el papel de la iglesia protestante, particularmente en las regiones que se encuentran en crisis? ¿Cuál sería un caso de éxito in situ y dónde hay más problemas?

Su fuerza radica en su rápido contacto. Su debilidad es la escala de la crisis y sus desastres, uno siempre quisiera hacer más. No siempre se tiene socios adecuados y es posible que no se tenga el dinero suficiente para paliar las grandes catástrofes. Estos son los problemas. Pero estoy muy contento porque en muchos casos las iglesias están a la vanguardia porque llegan al lugar de forma rápida para evaluar qué hacer y luego para movilizar a las personas. Si tenemos la sensibilidad en nuestros países sobre las crisis que suceden allá lejos, si llegamos a un nivel de sensibilidad para no limitarnos sólo a nuestro país y a nuestro entorno, entonces las iglesias han hecho una contribución significativa.

En el caso particular de Alemania, ¿qué tan satisfecho está con el trabajo de la iglesia protestante respecto a la integración de los refugiados?

No quiero ser modesto pero desde el otoño de 2015 hemos tenido un movimiento real que atravesó todo el país, caracterizado por la empatía con los refugiados y la voluntad de defenderlos, la disposición a pasar tiempo con la gente… y en esto, la iglesia tiene una gran participación. A veces, me molesta mucho que el debate público esté dominado por los informes sobre ataques a los hogares de los refugiados,  los slogans de Pegida, las polémicas de AFD, en lugar del persistente trabajo que hacen cientos de miles de personas que pasan tiempo con los refugiados, les demuestran que son bienvenidos aquí y tienen mucho éxito con sus acciones. Las personas aprenden alemán de manera más rápida, encuentran sus propios lugares para vivir y, así, dejar las casas para refugiados lo más rápido posible.

En segundo lugar, estoy fascinado por el hecho de que haya regiones en Alemania, también barrios en Berlín, donde más miembros de iniciativas ecuménicas de refugiados que los mismos refugiados. Esto significa que este es un enfoque holístico y que el milagro no es el dinero, el milagro es el tiempo que donan las personas. Para mí, las palabras “donación de tiempo” son clave para tratar con la situación de los refugiados.

Una vez acuñó un término que habla sobre la autojustificación, una cultura de la autojustificación. ¿Esto es algo que también se encuentra en la sociedad europea actual?

Sí, en mi opinión, ese es un problema para casi todas las ciudades europeas. Con respecto a la cuestión de los refugiados en mi propio país, no soy eufórico y digo ‘Ahora tenemos un estándar moralmente superior que podemos representar’. También veo el lado negativo, también veo que en gran medida, es una expresión de gratitud por las grandes oportunidades que tenemos en nuestro propio país. Pero no hay duda de que las fuerzas opuestas son fuertes. Lo que hemos visto con el Brexit, lo que estamos experimentando con el surgimiento de los partidos populistas de derecha, juegan un papel importante y, por supuesto, nos quedaríamos muy atrás de lo que es realmente necesario si nos ponemos a polemizar contra ello. Debemos preguntarnos, ‘¿Cómo es que tales ideas resuenan en el público?, ¿Cuáles son sus temores, hay falta de una orientación clara para muchas personas? y ¿Cómo nos relacionamos con las personas que se sienten tentadas por tales ideas? Para mí, este es el problema crucial del futuro para la democracia en los países europeos.