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Khaled Naanaa: “La gente que vivía allí necesitaba ayuda urgente”

Khaled Naanaa: “La gente que vivía allí necesitaba ayuda urgente”

Khaled Naanaa es enfermero quirúrgico y anestesista originario de Damasco, Siria. Se encontraba en Madaya cuando la ciudad fue sitiada y los civiles, entre ellos los niños, comenzaron a morir de inanición. Ayudó a establecer una clínica y, durante más de tres años, Naanaa atendió a las víctimas de la guerra.

Tres habitaciones chicas y un pequeño patio trasero con luz suficiente para disfrutar de cada momento de paz y seguridad: este es el lugar en Perth, Australia, donde Khaled Naanaa vive junto con su esposa y sus dos hijas. Pero aún a miles de kilómetros de Siria, Khaled no puede olvidar los rostros de sus pacientes, especialmente los niños, y nunca dejará de decirle al mundo cómo el hambre fue utilizado como arma contra los civiles en Siria.

Naanaa junto con su esposa Joumana y su hija Ayaa, de 5 años, después de recibir el estatus de refugiado y establecerse en Perth, Australia. Diciembre de 2016

Madaya es una pequeña ciudad montañosa en Siria, cerca de la frontera con El Líbano y a unos 40 km de la capital, Damasco. En 2015, después de que estalló la guerra en el país, la ciudad de Madaya, controlada por la oposición, fue asediada por el ejército sirio y los combatientes aliados del grupo de milicias libanés, Hezbollah. 40.000 residentes quedaron atrapados entre las montañas durante meses y, lentamente, murieron de inanición. Khaled Naanaa estuvo allí y presenció lo que sucedía, pues se había mudado a Madaya en 2012, cuando tenía 25 años.

“Sabía que Madaya se iba a convertir en el mismísimo infierno, pero también sabía que la gente que vivía allí necesitaba ayuda urgente. Y cuando estás en el infierno, rodeado de ángeles que necesitan ayuda, el significado de la vida cambia drásticamente. Estás en una zona surrealista del universo: se nutre de la sonrisa de un niño herido y del agradecimiento de una madre desesperada o de una persona mayor. Ahí es cuando el infierno se transforma en el cielo”, cuenta Khaled. El anestesista nunca se arrepintió de la elección que había hecho. Antes de llegar a Madaya, había trabajado como enfermero en un importante hospital en Damasco, donde vivía con su esposa y su pequeña hija.

Los tres doctores de Madaya, antes de dejar la ciudad. Khaled Naanaa está en el medio. 2013

Junto con el estudiante de odontología Muhammad Darwish y el veterinario Muhammad Yusuf, Khaled abrió la única clínica médica en Madaya. Se instaló en un departamento que tenía cuatro amplias habitaciones, una sala de estar grande, una cocina y dos baños. Uno de los cuartos sirvió como sala para el personal, otra como sala de emergencias para mujeres, la tercera fue para la rehabilitación posquirúrgica y el cuarto dormitorio funcionaba como quirófano. El laboratorio se instaló en la cocina y las máquinas de rayos X fueron puestas en uno de los baños. En la sala de estar se colocaron seis camas y se usaba para chequeos y tratamientos.

“Tuvimos casos quirúrgicos difíciles, amputaciones tras los continuos bombardeos o minas terrestres que estaban plantadas en toda la ciudad. En muchos caos tuve que mirar videos en YouTube, sin ninguna comprensión del habla”. Khaled realizó cirugías siguiendo instrucciones paso a paso que encontraba en YouTube. Pronto, el enfermero se hizo conocido como el “Dr. Khaled” entre los residentes de Madaya.

La situación en la ciudad cambió de manera dramática y empeoró para los civiles, entre ellos bebés y ancianos, cuando comenzaron a morir de hambre frente a los ojos de Khaled. La primera víctima fue un bebé de tres meses.

Khaled Naanaa expuso imágenes de niños famélicos en las redes sociales para atraer la atención de las instituciones internacionales. Madaya, Siria, 2015

“Luego de varios llamados a la Cruz Roja y a la ONU para pedir alimentos y suministros médicos, decidí usar las redes sociales para transmitir el mensaje de la desesperación y la miseria”, cuenta Khaled. Publicó imágenes de niños famélicos y logró captar la atención internacional. En cuestión de horas, el mensaje se volvió viral, llegó a las principales agencias de noticias del mundo y obligó al gobierno sirio permitir la entrega de suministros en Madaya.

La campaña de Naanaa para salvar a miles de personas había funcionado, pero él comenzó a recibir amenazas y recibió dos disparos. Sobrevivió y escapó de Madaya. Caminó por los campos minados durante días para llegar a la frontera libanesa. Tras estar escondido en El Líbano durante ocho meses, finalmente recibió una visa para ir a Australia. Actualmente, estudia en una escuela de inglés y se prepara para la academia de enfermería.

Cena de recaudación de fondos, “Cook for Syria”, en Fremantle, Australia en 2018

“La mejor recompensa y gratitud que recibí fue una sonrisa, un apretón de manos, un agradecimiento y, sobre todo, el gran abrazo de los pacientes que había salvado o que había logrado aliviarles el dolor. Sentí que me había ganado el mundo y eso cargó mi alma de felicidad. Me hizo pensar que valía la pena vivir mi vida”, describe Khaled.

Cinco años después de haber dejado Madaya, Naanaa continúa contando su historia al mundo, instando a las organizaciones internacionales a que se pongan en contacto con las personas como él para conocer las necesidades reales de las víctimas de la guerra, las atrocidades y aliviar el sufrimiento de las personas en zonas de conflicto.