Shantha Sinha: “Sin educación, su destino estaba sellado”

Shantha Sinha: “Sin educación, su destino estaba sellado”

Una ardiente activista por los derechos de los niños, Shantha Sinha, es conocida por salvar a cientos de miles de trabajadores menores de edad y regresarlos a las escuelas. El trabajo de su vida se basó en la lucha para que los niños indios no estén condenados al arduo trabajo en los campos y en las fábricas, sino que sean protegidos a nivel estatal y social y que se críen en un ambiente cuidado que ponga sus intereses primero. La valentía y la resiliencia de Shantha Sinha son realmente inspiradores, al igual que sus logros.

Shantha Sinha nació en 1950 en Nellore, India. “Si bien el patriarcado está profundamente enraizado en la sociedad india, he tenido la suerte de provenir de una familia que alentó a las mujeres, sus elecciones y su movilidad. Mi abuela, Annapurna, era seguidora de Gandhi y ha trabajado con chicas de la comunidad intocable”, explica.

La abuela de Shantha abrió el camino para que las mujeres de la familia participen de la vida pública.  Shantha, una joven inteligente y motivada proveniente de una familia de educadores, estaba ansiosa por ir a la universidad, luego obtuvo una maestría en ciencias políticas en 1970, seguido de un doctorado en 1976. Durante su trabajo como profesora asistente en ciencias políticas, comenzó a visitar los pueblos alrededor de la Universidad de Hyderabad para comprender mejor la situación de las clases más bajas. Ella explica que quería ver con sus propios ojos la situación de las comunidades marginadas y dalit (también conocida como los intocables) para poder “aprender de la realidad a mi alrededor y hacer que mi enseñanza en la clase sea desde un lugar más informado”. Lo que vio allí la dejó en estado de shock: condiciones indescriptibles, trabajo forzado y, sobre todo, niños trabajadores.

“Comencé a movilizarlos como colectivo para reclamarle al gobierno lo que les debía la ley en lo que refiere a la libertad de trabajadores atrapados en la servidumbre por deudas y sobre los salarios mínimos para los trabajadores agrícolas que estaban en condiciones inhumanas y enfrentaban la discriminación de castas”, cuenta. La actividad de Sinha no pasó desapercibida, pero no en el buen sentido. Las preguntas que hizo, las conversaciones que tuvo con las personas abandonadas e ignoradas durante tano tiempo, no fue bien tomado por quienes estaban en el poder que durante años se han beneficiado del trabajo forzoso y el trabajo infantil. “Fui testigo del desencadenamiento de una violencia y presión incalculables. Sentí que esa injusticia debía parar. No había vuelta atrás”, recuerda Shantha.

Lo que más le rompió el corazón fue ver a los niños que iban a trabajar desde la mañana hasta la noche, en lugar de estudiar. Las niñas eran particularmente vulnerables al sistema preparado especialmente para reprimirlas. Explotados y desolados, no tenían posibilidades de un futuro mejor y Shantha sabía que no podía dejar que sigan así. “No tenían voz en la familia, ni en la sociedad y mucho menos en el sistema. Sin educación, su destino estaba sellado. Sentí que era necesario cerrar esa brecha y crear un ambiente adecuado. Y así comencé mi viaje para abolir el trabajo infantil y llevar a todos los niños a la escuela y, más adelante, proteger sus derechos”. Comenzó su trabajo de manera inmediata.

Shantha Sinha con las chicas que rescató del trabajo infantil y el matrimonio forzado

En 1981, Shantha Sinha co-creó la Fundación MV, un fideicomiso familiar que lleva el nombre de su abuelo, el profesor Mamidipudi Venkatarangaiya, que fue establecido para llevar a todos los niños a la escuela. En enfoque principal de la Fundación se basa en la convicción de que ningún niño debe trabajar y que existe un “vínculo insoluble entre el programa para la universalización de la educación y la abolición de todas las formas de trabajo infantil”.

Ese postulado es intencional porque lo que horrorizó a Shantha Sinha aún más que la situación del trabajo infantil fue que el gobierno y la sociedad en general parecían estar completamente de acuerdo con el status quo. Simplemente, no podía creer esa indiferencia. “El aspecto más desafiante de mi trabajo fue la falta de conmoción o de indignación sobre el hecho de que los niños estén trabajando y no en las escuelas. Los dobles estándares de la clase media y de la élite que aspiran a lo mejor para sus hijos, pero no ven a los hijos de los pobres como iguales, la complicidad del estado en perpetuar la violencia contra los niños y no invertir en la protección de sus derechos ha sido el mayor desafío”, admite. Debían ocurrir algunos cambios a nivel político y ella fue la encargada de hacerlos.

En 2007, fue designada como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos del Niño (NCPCR por sus siglas en inglés, Chairperson of the National Commission for Child Rights) y tuvo dos mandatos en ese cargo, hasta 2013. Ha sentado las bases para el NCPCR y ha creado mecanismos, estructuras y procesos institucionales duraderos para monitorear los derechos de los niños en todo el país.

Shantha Sinha pronuncia el discurso de apertura en el Día Internacional de los Derechos Humanos, organizado por la Corte Suprema de India, 2011

El impacto que ha generado Shantha Sinha en el futuro de su país es difícil de comprender. Miles de niños condenados al círculo vicioso de la pobreza y el trabajo forzado tuvieron la oportunidad de contar con una vida completamente diferente y se convirtieron en maestros de escuela, médicos, enfermeras, ingenieros, granjeros, agentes inmobiliarios, camarógrafos, periodistas y, por supuesto, activistas por los derechos de los niños. Esto es lo que hace feliz a Shantha Sinha y la mantiene activa todos los días. “Estoy muy agradecida con los padres pobres que han hecho enormes sacrificios para enviar a sus hijos a la escuela. He sido testigo del trabajo desinteresado de la juventud local, de su capacidad de amar y de su grandeza. Han trabajado incansablemente, se enfrentaron a peligros incalculables como defensores de los derechos de los niños y llevaron adelante una lucha no violenta que venció incluso al adversario más difícil. Su fuerza moral es muy gratificante”.

Cambiar los corazones y las mentes de los miembros de la comunidad no fue tarea sencilla. La sociedad india es muy tradicional y las ideas revolucionarias de Shantha no siempre encontraron la comprensión que esperaba. Afortunadamente, recibió ayuda. “Uno nunca puede olvidar el apoyo de los honestos y fuertes funcionarios locales, así como de algunos de los mejores funcionarios a nivel estatal y nacional que nos brindaron su apoyo incondicional y permanecieron en el anonimato. También se lo debo a nuestros generosos donantes, tanto personas individuales como instituciones que pusieron su fe y confianza en nosotros y nos alentaron en todos nuestros esfuerzos”, dice agradecida.

Shantha Sinha con las adolescentes durante la Convención sobre la Igualdad de Género, Educación de las Niñas y Contra la Violencia de Género

Se ha logrado mucho, pero aún así queda mucho por hacer y Shantha Sinha no está cerca de tomar un descanso. “Es fundamental que cada uno de nosotros, de manera local y global, tomemos una posición categórica a favor de los derechos de los niños y también de las causas que llevan los defensores de los derechos humanos. Debe ser una expresión de indignación moral que conduzca a la acción y a la práctica diaria”, afirma.

“Los que están en el poder y las autoridades deben tener la capacidad de escuchar la verdad, las voces de los niños y protegerlos de manera urgente, hacer que las vidas de los niños estén seguras y saber que la defensa de los niños es el único camino hacia la paz y la armonía”.