Salvadores en la historia: Aristides de Sousa Mendes

Salvadores en la historia: Aristides de Sousa Mendes

Situado en el extremo de Europa, Portugal se conservó casi indemne durante la Segunda Guerra Mundial y el exterminio de judíos y gitanos. Pero aquí también hubo quienes se negaron a permanecer indiferentes mientras la tragedia envolvía al continente. Aristides de Sousa Mendes demostró ser dueño de una verdadera valentía en tanto intervino para ayudar a personas en peligro. Emitió visados a 30.000 refugiados, la mayoría de los cuales eran judíos que huían de los nazis, ayudándoles así a salvarse de una muerte segura. Hoy, el nombre de Mendes se encuentra grabado en oro en el panteón de los Justos entre las Naciones.

Relaciones no diplomáticas

Aristides nació el 19 de julio de 1885, en el seno de una familia aristocrática provinciana de Cabanas de Viriato, un pueblo ubicado en el norte de Portugal. Creció entre católicos y monárquicos. Su padre era juez del Tribunal de Apelaciones de Coimbra. En 1907, Aristides, brillante alumno graduado de la facultad de derecho, se instaló en la capital, Lisboa, con la intención de convertirse en diplomático y seguir una carrera consular. Se casó con su novia de la infancia, María Angelina Coelho de Sousa. Debido a la carrera diplomática de Aristides, la pareja recorrió el mundo; sus hijos nacieron en Zanzíbar, Brasil, España, Estados Unidos y Bélgica.

                   Aristides y Angelina de Sousa Mendes con sus cuatro primeros hijos, 1917

La carrera de Aristides distó mucho de ser tranquila: su temperamento imprevisible lo condujo a numerosas violaciones disciplinarias. Muchos encontraban su comportamiento demasiado informal para los destinos asignados, lo que provocaba conflictos constantes con sus colegas y sus superiores en los países a los que era enviado.

En 1929, Aristides de Sousa Mendes fue nombrado cónsul general de Portugal en Amberes, Bélgica. Allí, forjó una amistad con personas reconocidas como el escritor y ganador del Premio Nobel, Maurice Maeterlinck y el científico Albert Einstein. Diez años después partió bajo una sombra de sospechas y se trasladó a Burdeos en medio de feroces críticas basadas en “conductas incompatibles con el protocolo diplomático” e informes escandalosos sobre relaciones extramaritales.

 

Un documento que vale una vida

La incesante propagación del nazismo obligó a miles de personas a huir de sus hogares. La ubicación y neutralidad en tiempo de guerra de Portugal lo convirtió en un destino popular para numerosos refugiados, judíos y apátridas. Intentando escapar de la represión, a menudo conseguían pasaportes portugueses falsos.

 

                                              Aristides de Sousa Mendes en 1940

En 1937, el Primer Ministro portugués António de Oliveira Salazar denunció en forma pública las leyes raciales de Nuremberg y, un año más tarde, el cardenal patriarca de Lisboa, Manuel Gonçalves Cerejeira, criticó abiertamente el régimen de Hitler. Ese mismo año, Salazar le ordenó a la Embajada Portuguesa en Berlín a hacer todo lo posible por proteger a los judíos portugueses y en Lisboa aparecieron organizaciones de ayuda para los refugiados judíos. 

Pero luego de que Austria fuera anexada en 1938 y de que comenzara la Segunda Guerra Mundial en 1939, se registró un ingreso importante de inmigrantes ilegales en Portugal. El país intentó tomar medidas para contener el flujo de refugiados. Los visados de tránsito sólo se les expedían a aquellas personas con documentos que confirmaran un destino final más allá de Portugal, generalmente Estados Unidos o Canadá.

Pero no pasó mucho tiempo para que Aristides de Sousa Mendes violara esta nueva regla. Poco después de recibir el comunicado correspondiente de la Oficina de Asuntos Exteriores, fue contra sus superiores al emitir una visa a un austríaco de origen judío, el historiador Arnold Wiznitzer. A pesar de haber recibido una reprimenda de Lisboa, Mendes una vez más desobedeció la orden el 1° de marzo de 1940 para otorgarle una visa a un refugiado político español, el comunista Eduardo Neira Laporte, exprofesor de la Universidad de Barcelona.

Después de que el ejército de Hitler invadiera Francia el 10 de mayo de 1940, varios millones de refugiados se trasladaron hacia el sur de Europa.  
El consulado de Portugal en Burdeos había expedido previamente sólo 1200 visas, pero el 17 de junio de 1940, Mendes decidió emitir visas para todos.  

Más tarde, él explicaría que se vio “impulsado por el poder divino”. “De ahora en adelante, ¡emitiré visas para todos! ¡No más nacionalidades, razas o religiones!”, decidió. 

El consulado comenzó a emitir cientos de visas por día. El personal estaba agotado y pronto comenzaron a recibir ayuda del Rabino Chaim Kruger, que conocía a Mendes de Amberes. El Ministro de Asuntos Exteriores portugués recibió una nota de la Embajada Británica, que acusaba a Mendes de “diferir hasta después del horario de oficina todas las solicitudes de visas”, así como de “cobrarlas a una tarifa especial” y de solicitarle a, por lo menos, un refugiado que “contribuyera con un fondo benéfico portugués antes de que la visa fuera concedida”. Unos amigos provenientes de Lisboa intentaron advertirle al cónsul Mendes acerca del peligro inminente, pero él siempre contestaba: “Si me veo obligado a desobedecer las órdenes, prefiero ir en contra de las personas, no de Dios”.

 

                              Rabbi Chaim Kruger con Aristides de Sousa Mendes, 1940

En 1940, Aristides partió de Burdeos y se dirigió a Bayona, donde entre los días 20 y 23 de junio continuó su trabajo desde el gabinete del vicecónsul portugués. Incluso después de que el armisticio de Francia con Alemania se hiciera oficial el 22 de junio, Aristides ignoró las órdenes superiores y continuó emitiendo visas a cualquier persona que las solicitara. Cuando los tanques de Hitler llegaron finalmente a los Pirineos, el cónsul, arriesgando su propia vida, fue a la frontera con España para rogarles a los guardias fronterizos que dejaran pasar a los refugiados..
Gracias a los visados expedidos por Mendes, muchos refugiados lograron entrar a Portugal, donde se les dio alojamiento y comida.  

Pero a principios de julio se solicitó su regreso a Lisboa en medio de acusaciones por varias transgresiones graves, que incluían  desobediencia, abandono de su puesto en Burdeos, extorsión y falsificación de documentos. El cónsul fue liberado con una advertencia disciplinaria, pero su carrera diplomática estaba terminada. 

Por el resto de su vida, Aristides vivió modestamente en su casa familiar de Cabanas de Viriato. Murió allí en 1954, solo y desamparado, habiendo gastado todo su dinero y dejando 14 hijos. 

En 1966, Aristides de Sousa Mendes fue nombrado Justo entre las Naciones, pero la República Portuguesa no le devolvió la honra sino hasta el 15 de noviembre de 1986, más de 30 años después de su muerte.