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Salvadores en la historia: Henry Morgenthau

Salvadores en la historia: Henry Morgenthau

Por Hope Lourie Killcoyne

La familia Morgenthau es de un linaje norteamericano sumamente prestigioso. Llamado oficialmente Robert Morgenthau Pattridge, Bob Morgenthau es un hombre muy ocupado. Entre sus muchas funciones, es titular de Spears Abacus Advisors, director de Davis Funds, presidente de la junta directiva de Foundation for Child Development y fideicomisario del Museo del Patrimonio Judío. 

El padre de Bob, Robert M. Morgenthau, nació el 31 de julio de 1919, en la ciudad de Nueva York, y se desempeñó como fiscal de distrito en Manhattan desde 1975 hasta su retiro en 2009. Con casi 35 años en funciones es, actualmente, el tercer fiscal con más años de servicio en la historia de Estados Unidos. 

El abuelo de Bob, Henry Morgenthau Jr., fue el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, en funciones principalmente durante la administración de Franklin Delano Roosevelt. A Henry Morgenthau, que tenía un gran interés en la agricultura y en ayudar a otros agricultores, se lo recuerda por haber diseñado los elementos fiscales clave de tres hitos económicos y políticos: el New Deal, el programa de Préstamo y Arriendo y la Seguridad Social. 

El apellido Morgenthau, sin embargo, fue entrelazado en el tejido de la historia por el bisabuelo de Bob, Henry Morgenthau Sr., quien fue nombrado por el Presidente Woodrow Wilson para servir como embajador norteamericano en el Imperio Otomano. La valentía con la que Henry Morgenthau Sr. se alzó en favor de los armenios es de verdad inspiradora. 

De la seda y los cigarros, a la ciudad de Nueva York 

Henry Morgenthau, el noveno de once hermanos, nació el 26 de abril de 1856 en la ciudad de Mannheim, en el sudoeste de Alemania. El padre de Henry, Lazarus, había iniciado su carrera como vendedor ambulante con un nicho especial: compraba vestidos de seda usados, cortaba el material en forma de corbatas y las vendía en la vía pública. Esta empresa tuvo tanto éxito que pudo empezar otro negocio muy rentable: el de los cigarros. 

Luego de comprar una fábrica en Ludwigshafen, justo cruzando el río Rin desde Mannheim, Lazarus Morgenthau se convirtió en un fabricante y comerciante próspero, compraba tabaco de Estados Unidos y lo vendía a dicho país en forma de cigarros. Cinco años después de que naciera su hijo Henry, se desató la guerra civil en Estados Unidos. La misma tuvo un efecto desastroso en los negocios de Lazarus: en 1862, debido al embargo norteamericano sobre el tabaco, cesaron las exportaciones de cigarros alemanes. 

Cuando sus negocios efectivamente se hicieron humo, en 1865 los Morgenthau decidieron mudarse a Nueva York, donde ya había una comunidad judeo-alemana importante y bien establecida. Vivían en la Segunda Avenida, en lo que ahora se llama Midtown, en el mismo lugar donde un teleférico conecta a Manhattan con la Isla Roosevelt. 

Bienes raíces, máquinas de escribir y el deseo pertenecer 

Al principio, cuenta Bob, la vida fue ardua: “Mi tatarabuelo nunca se adaptó al estilo de vida norteamericano. Nunca encontró trabajo. Tenía muchos proyectos descabellados, que incluyen la invención del limpiador de lengua. No ganó ni un centavo con eso”. 

En cuanto a Henry, al llegar no hablaba inglés, pero estaba tan motivado que para cuando cumplió 18 años ya se había graduado con título de bachiller del City College y dos años más tarde de la Escuela de Leyes de Columbia. En 1882, cuando tenía 26, se casó con Josephine Sykes, con quien tuvo cuatro hijos. “Ingresó al sector de bienes raíces”, cuenta Bob, “y ganó bastante dinero. Primero desarrolló propiedades a lo largo de la Calle 125, zona que adquirió gran valor cuando se construyó lo que ahora se llama la estación de tren Metro North”. También desarrolló secciones del Bronx, a lo largo del Grand Concourse.

Con el pasar de los años, Henry Morgenthau también tomó el control de algunas empresas manufactureras. Bob agrega: “se convirtió en presidente de la junta directiva de la compañía Underwood Typewriter Company, fabricantes de lo que se ha descrito como ‘la primera máquina de escribir verdaderamente moderna’. Henry fue sumamente próspero”. Su próximo objetivo era convertirse en un verdadero norteamericano. “Quería desesperadamente ser parte de la sociedad norteamericana. Insistía en que su apellido se pronunciara Morgenthaw, en lugar de Morgenthow, siendo ésta última la manera alemana. Él y su familia vacacionaban en Bar Harbor, ya que allí es donde iban los anglosajones blancos protestantes”, cuenta Bob. 

                                                        Henry Morgenthau Sr.

En 1911, cuando tenía alrededor de 55 años, Henry decidió dejar el mundo de los negocios para ingresar a la función pública, sirviendo al gobierno. Su primera misión fue recaudar fondos para el Partido Demócrata. Con ese dinero se financió la exitosa campaña electoral presidencial de Woodrow Wilson, quien asumió al cargo en 1912. Aunque no era ningún secreto que a Wilson no le agradaban ni los judíos, ni las otras minorías, Bob suelta una nota pragmática con respecto a la alianza de su bisabuelo con Wilson: “Si lo que uno deseaba era involucrarse en la política norteamericana, no había muchas opciones”, dice.

Además, continúa Bob, su bisabuelo “sentía que merecía ser asignado a una embajada codiciada y ciertamente esperaba eso. Y lo enviaron al Imperio Otomano, que era más bien la posición ‘judía’. “Debido a que había solamente nueve embajadores de Estados Unidos por esos tiempos, Bob afirma que era un “puesto importante”, pero su bisabuelo no estaba a gusto con el ofrecimiento. “Se sentía angustiado por haber sido relegado a lo que él consideraba que no era una opción de primer nivel. Y alguien, como el rabino Stephen Wise, le dijo, ‘Tonto; tómalo’. Entonces lo hizo”.

¿Hay alguien ahí? 

Ser embajador en 1913 no era tarea sencilla, empezando por las comunicaciones — o la falta de ellas. “Uno estaba solo”, recalca Bob. “No se le podía escribir a la Casa Blanca y preguntar, ‘¿Qué hago?’ Llevaba semanas y semanas que un comunicado se enviara y regresara de vuelta”.

Por supuesto, uno podía escribir, aunque en un principio sólo fuera para uno mismo. “Él escribió un libro”, cuenta Bob, refiriéndose a la obra titulada “La historia del embajador Morgenthau”. “Y es realmente fascinante debido a los elementos de interacción. Los personajes principales eran, por supuesto, los turcos, pero también el embajador alemán en el Imperio Otomano, Hans Freiherr von Wangenheim. Alemania tenía una gran influencia en lo que estaba sucediendo en Turquía. Los alemanes querían que los turcos estuvieran de su lado en la Primera Guerra Mundial (que todavía no había comenzado). Los alemanes ciertamente querían la guerra, para extender su territorio y pensaron que sería fácil pasar por encima a la oposición y terminar con el Imperio Austro-Húngaro, mucho más extenso por ese entonces. Llegar a Egipto también era importante para ellos”.

“En ese momento, los prusianos estaban intentando luchar contra los británicos, que en aquellos tiempos eran mucho más poderosos. Estados Unidos no se había involucrado. Así que el embajador alemán pensaba que podía hacer que Estados Unidos se convirtiera en aliado de Alemania. Él trató de que mi bisabuelo acercara a los estadounidenses hacia el lado alemán”. Bob hace una pausa. “Eso nunca ocurrió”.

“Haré todo lo que pueda por detenerlos”. 

El Genocidio Armenio comenzó con la matanza de cientos de intelectuales y líderes de la comunidad armenia el 24 de abril de 1915. “Mi bisabuelo estaba allí y quedó totalmente horrorizado. Llevó a cabo una especie de diplomacia itinerante entre el embajador alemán y los líderes turcos. Y le decían: ‘¿Por qué le importa tanto? Usted es judío. Ellos son cristianos’. 

Y él respondió: ‘Bueno, soy el embajador de Estados Unidos, que es entre 90 y 95 por ciento cristiano. Por lo tanto, mientras hablo con usted, soy 90 por ciento cristiano. Pero el otro punto es que lo que están haciendo está mal. Y no se van a salir con la suya. Y no deberían salirse con la suya. Así que haré todo lo que pueda por detenerlos”.

Sin embargo, Henry Morgenthau no era más que una única voz norteamericana que se alzaba. El Presidente Wilson no iba a interferir; Estados Unidos no participaba en la guerra. Morgenthau se sentía muy frustrado. Finalmente dejó su puesto de embajador —debido a su profunda  decepción por la falta de apoyo presidencial, o porque haber provocado una tormenta en su país no le hizo ganar muchos favores políticos— Bob no está seguro cuál fue la razón. Pero sí sabe lo que hizo su bisabuelo a continuación.

“Tenemos que ayudar”. 

“Se contactó con sus amigos, uno de los cuales era Cleveland Dodge”, cuenta Bob. Un empresario y filántropo, dueño de una importante empresa minera de cobre llamada Phelps Dodge, previamente Cleveland había ayudado a fundar el Robert College de Estambul, Turquía. 

Morgenthau le escribió a Dodge: “Los armenios están siendo masacrados. Estados Unidos no va a brindar ayuda. Nosotros tenemos que ayudar”.

“Dodge reunió a un grupo de empresarios norteamericanos y formaron la Near East Foundation, que inicialmente se denominó American Committee for Armenian and Syrian Relief: ACASR. Desarrollaron un programa de publicidad, muy importante y sofisticado, con el que recaudaron una asombrosa cantidad de dinero para ayudar a los armenios desplazados. Parte de los esfuerzos incluyó el fletamento barcos para trasladar personas y así ayudarles a escapar”, dice Bob. 

Hasta el día de hoy, la organización Near East Foundation (NEF), todavía en existencia, hace mucho por los armenios, pero también ayuda a otras comunidades desplazadas. El vicepresidente actual de NEF es Johnson Garrett, bisnieto de Cleveland Dodge. 

Bob mismo muestra su conocimiento y dedicación al mundo armenio. Sigue de cerca los esfuerzos que se realizan para ayudar a los armenios, como la labor de la Unión General Armenia de Beneficencia (UGAB), que Bob aplaude porque “trabajan arduamente para hacer que el mundo reconozca el Genocidio y también para ayudar a los armenios que viven en Armenia”. En el Museo del Patrimonio Judío, donde Bob participa activamente como fideicomisario, conmemoraron el 100º aniversario del Genocidio Armenio y reunieron a un grupo de clérigos armenios para que dieran discursos.

La refugiada ruandesa Esther Mujawavo; el sociólogo, psicoterapeuta y autor, Pam Steiner; el primo de Bob (medio), quien dicta clases de resolución de conflictos en Harvard y Bob. Foto de Shant Mardirossian.

Un viaje a Ereván

Bob, junto con alrededor de una decena de miembros de la familia Morgenthau, voló a Ereván en abril de 2015 para el aniversario de lo que se considera como el inicio del Genocidio. Había conocido a dos personas en Nueva York que hicieron una gran diferencia durante ese viaje. “Conocí a un muchacho, Armen Verdian. Es francés y vive en París. Viene aquí seguido. Es banquero especializado en inversiones. Pero creó una organización que les dona vacas a las familias armenias que viven en el campo. Lo armó de forma tal que tengan ciertas responsabilidades: la familia no puede matar a la vaca y comérsela; la vaca debe producir leche y tener cría. Está diseñado para ayudar a las familias a alimentarse por sí mismas”.

 

Bob (derecha) y su primo Ben Fox en el monumento Tsitsernakaberd en Ereván. La amiga de Fox, Claire Barker, sostiene las flores que dejará en el memorial. Foto de Arpi Vartanian.

Bob también conoció a Hayk Piloyan, que “personifica una historia fantástica. Hayk creció en Ereván y decidió que quería ir a la escuela en Estados Unidos. Sin decírselo a sus padres, estudió para las pruebas de admisión SAT y rindió los exámenes. Le dijo a Bob, ‘yo realmente no hablaba muy bien inglés, por lo que no me fue tan bien en la parte oral, pero me fue muy bien en matemática’. Le fue tan bien que lo admitieron en la Universidad Tufts. Después de Tufts, asistió a la Escuela de Negocios de Harvard. Armen era el mejor amigo de la infancia de Hayk”. 

¡Bienvenido a nuestra escuela!

Estos dos hombres lo llevaron a Bob a todos lados. Un momento especial fue capturado en una foto que Bob tomó en la Escuela Henry Morgenthau en Ereván. “Es una escuela muy interesante”, dice Bob. “Desde el jardín de infantes hasta octavo grado, recibe a todos los interesados. Y un niño, vestido de traje, se acercó y me dijo, ‘¡Bienvenido a nuestra escuela! Mi nombre es Henry Morgenthau’. ¡Qué niñito tan encantador!”

Henry Morgenthau' y amigos

Bob es uno de 11 hermanos y la familia ciertamente requiere su tiempo. Sin embargo, cuando se trata de Armenia y el legado de su bisabuelo, ofrece su tiempo libremente. Todo en él es generosidad, algo que su bisabuelo, ciertamente, estaría muy complacido de saber.

Imagen de portada: Bob Morgenthau en las montañas de Armenia durante su visita por el Centenario del Genocidio Armenio. Foto de Armen Verdian.