Por Hope Lourie Killcoyne
Corre el año 2005. Usted es un hombre felizmente casado que vive en la ciudad de Nueva York, con su maravillosa mujer y dos hijos increíbles. Tiene un trabajo formidable en el mundialmente conocido New York Times, como presidente de la división de televisión. En cierto momento, toma conocimiento de una organización benéfica, Trickle Up, cuyo objetivo es brindarles a las mujeres de bajos recursos del mundo el "capital inicial" para que puedan convertirse en emprendedoras y, así ,salir adelante y sacar a sus familias de la pobreza.
Debido a su prestigioso currículum, que incluye el puesto de Presidente de su sinagoga, usted ha sido alcanzado por el radar de Trickle Up. La organización quiere que sea, como mínimo, su Director Ejecutivo. Ciertamente está intrigado, pero hay un impedimento: el sueldo es menos de la mitad de lo que gana actualmente. Y tiene dos niños que, en un futuro no tan lejano, deberán abonar la matrícula universitaria. Además, vivir en la ciudad de Nueva York no es precisamente barato. A esto hay que sumarle un segundo obstáculo; el cargo en cuestión requiere viajar. Y en esta etapa de su vida, había imaginado estar más presente en su hogar.
Entonces, ¿acepta el trabajo?
Si usted es Bill Abrams, lo aceptará.
William M. Abrams nació y se crió en St. Louis, Missouri, fue el menor de tres hermanos. A mediados de 1960, cuando Bill tenía 13 años, su madre, prudente y práctica, al reconocer que su hijo menor tal vez carecía de la destreza física de sus hermanos mayores, lo corrió sutilmente del ámbito deportivo, orientándolo a formar parte del periódico escolar.
De hecho, fue una buena apuesta y un gran acierto, ya que Abrams desarrolló una carrera de 30 años como periodista. Tras mudarse a Nueva York en 1975, se convirtió en el primer corresponsal de The Wall Street Journal. En la década de 1990 se trasladó a ABC News, donde tuvo una carrera en ascenso, desde el puesto de escritor, pasando por el de editor, hasta llegar a director. Le dio a la red su solidez en Internet, así como también creó documentales para cable y televisión pública.
En 2001, Abrams ingresó al muy leído y respetado The New York Times, pero no para trabajar en el diario en sí. Más bien, colaboró con el desarrollo de la marca visual del periódico en televisión, específicamente en el ámbito de los documentales. Sin embargo, cuando Bill notó que este sector dentro de los medios no era el adecuado para The Times, ayudó a planificar su salida.
Frente a la zarza ardiente
Y luego, dice Bill, "uno o dos días después de que The Times acordara dejar la televisión, tuvo lugar un episodio particular que cambió mi vida". Era noviembre de 2004. Un amigo de Bill, Muzzy Rosenblatt, se comunicó con él y le preguntó si alguna vez había considerado trabajar en el sector de las organizaciones sin fines de lucro. Muzzy dirigía una organización para personas sin hogar, llamada Bowery Residents Committee (BRC).
¿En el sector sin fines de lucro? "Fue un momento de mi vida en que me enfrenté a la zarza ardiente", dice Bill. Tenía 52 años y hacía 25 años que no redactaba un currículum. Aunque para ese entonces tenía una carrera plagada de premios en los medios de comunicación, pensó, "tal vez es tiempo de hacer algo diferente". Y así fue que Abrams comenzó a pensar su proyecto de vida de una manera más estratégica, estructurada y orientada a la misión. ¿Qué quería lograr? ¿A quién quería ayudar?
Enfocado en las mujeres
En cuestión de días, dos posibilidades se perfilaron como las mejores opciones; una organización no lucrativa centrada en la ciudad de Nueva York, o la organización que él finalmente eligió. Tres mujeres fueron fundamentales en esa elección: Belinda Plutz, una orientadora vocacional con un enfoque visionario; Marilyn Machlowitz, una agente de trabajo muy eficiente; y nada menos que la esposa de Bill: la talentosa autora Julie Salamon.
¿Qué camino tomó? El de trabajar contra la pobreza mundial con un enfoque en la mujer. Contar con tres mujeres como sus gurúes posiblemente le ayudó en ese sentido, aunque como periodista entendido, con décadas de experiencia, Abrams bien sabía cómo tantear el terreno y a quién pertenecía generalmente ese terreno: a los hombres. Su visión de la pobreza mundial se basa en el optimismo: "Había muchas soluciones buenas, que parecían accesibles", dice. Cuando Abrams le comentó su decisión a Machlowitz, recibió una llamada que no sólo cambió su vida sino la de miles de personas.
Microemprendimientos contra la pobreza
Bill cuenta: "Marilyn me dijo: 'Quiero hablarte del secreto mejor guardado sobre organizaciones sin fines de lucro en Nueva York. Se llama Trickle Up. Ellos ayudan a mujeres muy pobres a emprender negocios como un medio para poder salir de la pobreza. Tienen 25 años de trayectoria y están buscando un cambio de dirección. ¿Le interesa?'"
En aquel momento, Trickle Up ya era conocida por otorgar a mujeres subsidios de U$S 100 para que pudieran comprar, por ejemplo, máquinas de coser de segunda mano o algunas cabras; compras con las que pudieran crear un medio de vida sostenible.
Fundada en 1979 por Mildred "Millie" Robbins Leet y su esposo Glen Leet, la organización también instruía a sus destinatarias sobre la importancia de tres áreas fundamentales: administración del dinero, ahorros y apoyo entre pares. A Bill le pareció muy interesante la idea central de poder cambiarle la vida a una mujer con U$S 100. Con la modestia que lo caracteriza, Abrams cuenta que "el directorio se arriesgó a tomar la decisión descabellada de contratar a alguien que no tenía ninguna experiencia en el ámbito de la pobreza mundial, ni en la dirección de organizaciones sin fines de lucro".
Los más pobres de los pobres
En Trickle Up, Abrams tuvo que reconstruir el equipo de gestión y poner a la organización en el camino del crecimiento. También redujo el número de regiones en su rango de acción a un total más manejable de tres regiones. Con sede en la India, África Occidental y América Central, cada oficina estaba dotada de personal local. Trabajar a través de agencias locales ciertamente era útil pero, como dice Abrams, "era como reconstruir un coche mientras se conduce por la autopista".
Una inesperada curva de aprendizaje o, más exactamente, la falta ella, surgió cuando Abrams descubrió que: "Recaudar fondos no difiere tanto de vender programas de televisión a las redes de cable".
Se dio cuenta de la universalidad de ciertas cosas, se dio cuenta principalmente de que contar una historia conmovedora es la clave. Abrams había transitado durante décadas ese universo cargado de narrativa y les brindó los frutos de lo que había aprendido en los medios de comunicación a las personas más necesitadas del mundo: las mujeres pobres de los países pobres.
Como él dice: "Las más pobres de los pobres. Las más vulnerables, las más aisladas, las personas más olvidadas e ignoradas del mundo".
"Quiero ser millonaria".
En 2006, una de esas mujeres fue Talam Maiga, una de las primeras mujeres que conoció Bill. Ella vivía en Tombuctú, en Malí, África Occidental. "El único trabajo que pudo encontrar", relata Bill, "era limpiar las barcazas que navegaban por el río Níger. Los barcos se detenían y las personas y los animales desembarcaban. Debe haber sido un trabajo horrible. Hace mucho, mucho calor allí. Alrededor de 50°C".
"Era viuda, tenía muchos hijos. Llegó Trickle Up y la ayudó con el capital inicial. Con eso puso un puesto de frutas. Y me dijo, 'voy a ser millonaria'. La moneda local es el franco de África Occidental y un millón de francos equivale a unos U$S 2.000. Por lo que, en realidad, no era un sueño tan descabellado. "Me dijo, 'quiero comprarles una casa a mis hijos'", recuerda Bill.

Talam Maiga de Tombuctú, Mali en el puesto de frutas que logró poner con la ayuda de Trickle Up |
"Y hay dos cosas que recuerdo muy bien del momento en que la conocí, además del calor sofocante. Le dije, '¿Usted sabe lo que sucedió en Nueva York el 11 de septiembre de 2001?' Ella no tenía idea. Pero, pensándolo bien ¿por qué habría de saber? Y entonces le dije, 'Bueno, le he hecho muchas preguntas, ¿tiene alguna pregunta para mí?' Me preguntó si tenía esposa e hijos. Le dije que sí. Entonces me llevó a su puesto. Entre los productos que vendía había bloques de sal. Me entregó uno y me dijo: 'Llévele esto a su mujer para la cocina'. Sentí que el bloque de sal que me dio era sagrado. Irónicamente no tenía yodo y, por eso, ella tenía bocio; su garganta se veía como si se hubiera tragado una bola de softball. Pero lo traje a mi casa y lo coloqué en un estante. Al poco tiempo la sal hizo saltar la pintura y dañó el yeso, tanto que hubo que reemplazarlo. Con el tiempo, se cubrió de moho y lo tuve que lijar. Finalmente prácticamente se disolvió. Hace dos semanas lo enterramos".
Vea el cambio y sea el cambio
Si bien Abrams, está complacido y con justa razón, por el notable crecimiento de Trickle Up, él sabe que en la actualidad hay alrededor de mil millones personas que viven con menos de un dólar al día, que es la definición más aceptada de pobreza extrema. Esas personas no cubren las necesidades básicas diarias de alimento.
En el momento en que se escribió esta nota, Trickle Up ayudaba a 10 mil mujeres al año.
Si bien Abrams, por lo general, está en la oficina de Nueva York y alrededores, dirigiendo al personal, recaudando fondos y trabajando con el directorio, también continúa visitando a las personas y las áreas que se encuentran dentro del ámbito de Trickle Up. "Es importante ver ese cambio que uno ayuda a cristalizar. Y hay que darse cuenta de que esa pobreza no tiene que existir. Y no debe existir. Continuamente uno ve que se necesita tan poco para lograr un cambio significativo y duradero", concluye.
En representación de los sobrevivientes del Genocidio Armenio y como muestra de gratitud a sus salvadores, el Premio ‘Aurora Prize for Awakening Humanity’ será otorgado anualmente a una persona cuyas acciones hayan tenido un impacto excepcional en la preservación de la vida humana y la promoción de causas humanitarias. El Galardonado del Premio Aurora será honrado con la suma de U$S 100.000. Además, esa persona tendrá la posibilidad única de continuar el ciclo de contribuciones, al seleccionar organizaciones que hayan inspirado su trabajo, para que reciba la suma de U$S 1.000.000.
La ceremonia inaugural del Premio Aurora será el 24 de abril de 2016 en Ereván, Armenia.
Images: courtesy of Trickle Up