Marguerite Barankitse, fundadora de Maison Shalom y el Hospital REMA de Burundi, salvó miles de vidas y cuidó a los huérfanos y refugiados durante los años de la guerra civil en Burundi. Habló con Aurora sobre la dignidad, la ayuda humanitaria y el hecho de cambiar el mundo.
La Galardonada con el Premio Aurora 2016 habló sobre la dignidad, el espíritu humano y el hecho de cambiar el mundo
Armenia, el nuevo hogar
Estoy profundamente conmovida por la hospitalidad armenia. En el hotel o en las calles nos recibían como si fuéramos miembros de su familia. El pueblo armenio sufrió pero mantuvo su dignidad, se mantuvieron de pie. Eso se percibe en sus caras. Se ve cómo se quieren entre ellos, cómo respetan a los extranjeros. Incluso los niños. Cuando fui a Karabakh, me quedé asombrada. Me dio esperanzas. Lo que el pueblo armenio significa algo muy grande para nosotros, quienes hemos sufrido: es un gran ejemplo de que nosotros también podemos restaurar nuestro país, nuestras vidas. Ese viaje me cambió la vida por completo porque pensaba, ‘oh, qué puedo hacer’, pero ahora tengo este ejemplo, ahora ya lo se. Cuando vuelva a mi país, se lo que tengo que hacer.

Marguerite Barankitse en UWC Dilijan, Armenia |
El impacto de Aurora
Cuando uno pierde todo y se convierte en refugiado porque destruyeron Maison Shalom y se llevaron todo el dinero del banco y, de repente, alguien te llama y quiere agradecerte por lo que has hecho, consolarte, devolverte tu dignidad, te dice “no te preocupes, hermana mía”. Llegué aquí y me consolé. Me alentaron para continuar y eso cambió mi vida. Si no hay con qué alimentar a tus hijos, si no puedes llevarlos a la escuela, a la universidad y, de repente, alguien te llama y te da comida para alimentarlos y dinero para poder llevarlos a la escuela… ¿cuán asombroso es eso?
Deben saber que en el campo de refugiados, cuando los niños supieron que me honraron con este premio, bailaron y cantaron toda la noche. El campo de refugiados cambió completamente porque ellos pensaron ‘oh, están tan lejos de nosotros, pero quieren alivianar nuestro sufrimiento’. Y ahora, 378 jóvenes irán de nuevo a la universidad. Estaban allí, sentados en un campo de refugiados, ni siquiera en una casa, sino bajo un techo de plástico y hoy están de vuelta en la universidad. Pueden ver sus fotos bailando. Así es como están ellos: bailando. Además, las madres que no tenían nada para comer, ahora pueden vender frutas gracias a los microcréditos. Con este dinero pueden alimentar a sus hijos y pagar las cuentas. También en Brasil y en la República Democrática del Congo, los niños pueden recibir educación.

Marguerite Barankitse en el Museo del Genocidio Armenio, Ereván, Armenia. |
Continuar difundiendo la compasión y el amor
Los niños fueron los que me ayudaron y no al revés. Ellos cambiaron mi vida, la llenaron de sentido. ¿Qué puedo decir? Si amas a los niños, ellos difundirán ese amor que los rodea en la escuela, en el hospital, en todas partes. Lo he visto en todos esos niños que pasaron por Maison Shalom. Incluso ahora, cuando veo a los jóvenes que están en la universidad, todos nos hablan de esos diez estudiantes que pudimos enviar a Lyon, Francia para que estudien. No podían creer que volverían a estudiar. Ahora ves lo que han logrado en Francia e incluso en las universidades de Ruanda; esos chicos que tuvieron el dinero necesario para reanudar sus estudios, han cambiado. Puedes verlos ayudándose unos a otros.

Maggy en el Monasterio de Tatev, Armenia |
Estoy segura de que si contribuyes con la humanidad, harás una gran diferencia. Uno no debería ser ayudado sin dignidad, sin compasión, sin amor. Si tomas el dinero y dices ‘bueno, adiós, lo usaré’, nunca sentirás el respeto. Las organizaciones humanitarias deben trabajar con humanidad y ese es el desafío. Esta es la gran cuestión de nuestra vida cotidiana. Cuando alguien obtiene la ayuda con humanidad, esa persona continuará esparciendo la humanidad, la compasión y el amor. Estoy segura de eso.
Sobre las ONGs y el hecho de salvar el mundo
Uno no va a un lugar para salvar el mundo. Algunos van y piensan ‘oh, voy a salvar el mundo’. En una familia, cada miembro tiene un rol: algunos cocinan, otros buscan agua, otros limpian la casa o cantan. Cuando los jóvenes me preguntan si pueden ayudar, siempre les digo que no. Tienen que usar su talento, es su deber. Tenemos una vocación humana: amar. Si vienes sin amor, te digo que no te necesito.

Maggy en el Monasterio de Tatev, Armenia |
Sucede que algunos vienen con arrogancia diciendo ‘sí, vamos a salvar el mundo’. Durante tantos años, muchas grandes organizaciones han venido a África con su dinero, puedes ir al Congo y verlo por ti mismo; hay más de 80 ONGs y la gente continúa muriendo. Incluso dicen, ‘utilizan un vocabulario que no comprendemos’. Están ahí, hablando de “estrategias, mecanismos, estadísticas” y yo les pregunto; ¿quién comprende su idioma? porque no entendemos su vocabulario. Miren cómo vivimos en carpas, puedo mostrárselo yo misma. Hay autos que son más grandes que esas carpas. Entonces les preguntamos si pueden darnos dinero para enviar a los chicos de nuevo a la escuela y ellos responden ‘oh, estamos en una campaña de recaudación de fondos y sólo tenemos el 1%’. ¿Qué hay de sus salarios y sus autos? ¿Cuánto gastan en hoteles?
Quiero que entiendan que hay gente muriendo en Burundi. Vamos a las conferencias y hablamos sobre la seguridad en Burundi, después de eso esperamos y pasan años. Están matando gente, pero ellos siguen hablando del vocabulario, no brindando soluciones. Voy a Ginebra, a Nueva York y pienso que este año van a decidir salvaros y van a actuar como una gran familia humana. Esta es la manera humanitaria: amor, compasión y tolerancia.
I want them to understand. When Burundian people are dying, we go to conferences to talk about the security in Burundi. After that we wait and two years pass. They are killing people, but they continue to come up with the vocabularies and not the solutions. I go to Geneva, I go to New York, always thinking, oh, this year they will decide to save us and to behave like one human family. That’s the humanitarian way – love, compassion and tolerance.

Marguerite Barankitse durante la Ceremonia del Premio Aurora 2017 |
El sueño es que no hayan guerras
¿Mi sueño? Que no hayan guerras. Sueño con un mundo donde no existan las guerras porque es tan estúpido matarse entre sí cuando sabemos que hay suficiente lugar y alimento para todos en este mundo. Algunos mueren porque comen demasiado, cuando hay otros que mueren porque no hay nada para comer. Lo que mata a unos, puede salvar a otros. ¡Dejen de ser estúpidos! Seamos una gran familia humana sin guerras. Sueño con un mundo que sea bueno para vivir.