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Madre e hija reconstruyen Somalia

Madre e hija reconstruyen Somalia

Por más de 26 años, Somalia ha sido azotada por el conflicto. El país no tuvo un gobierno central permanente durante más de dos décadas y, actualmente, el incipiente Gobierno Federal de Somalia lucha contra el profundo descontento mientras que trabaja para lograr la estabilidad. Años de incesante guerra, sequía y hambruna han generado violencia y corrupción en todo el país. Miles pasaron su juventud como niños soldados, el abuso sexual violento es considerado normal y, en su mayoría, no es denunciado. En este ambiente desolador, madre e hija, Fartuun Adan e Ilwad Elman, luchan por los derechos humanos.
En 1996, Elman Ali Ahmed recibió un disparo por la espalda y el crimen nunca fue resuelto. Era un reconocido activista para la paz que había lanzado un programa llamado “Deja las armas, toma la lapicera” (Drop the Gun, Pick up the Pen) para brindarles educación a los jóvenes durante los primeros años de la guerra, cuando las milicias reclutaban a los niños para que se unan a sus filas. Después de su asesinato, su esposa, Fartuun Adan, huyó de Somalia y se estableció en Canadá junto con sus tres jóvenes hijas. En 2007, a pesar de las súplicas de sus hijas, se dio cuenta de que necesitaba volver a su país de origen y continuar el trabajo de su esposo. 
 
 
Su hija, Ilwad Elman, no podía comprender qué era lo que llevaba a su madre de vuelta a Somalia, un lugar que les había causado mucho sufrimiento. Sin embargo, durante una breve visita a Mogadiscio, fue testigo del impacto que causa el trabajo de su madre. Ese viaje de un mes se convirtió en una sociedad de siete años junto a su madre. 
                                         Fartuun Adan y Ilwad Elman

 

“Fue entonces cuando me di cuenta de que así como mis hermanas y yo la necesitábamos, cientos de otras personas también. Necesitábamos que fuera nuestra madre en Canadá, pero muchísimas otras personas también la llamaban ‘mamá’ en Somalia. Eso hizo que pudiera poner todo en perspectiva. Cuando fui de visita estaba asustada, tenía tantos preconceptos, sólo quería huir de ahí y sentirme segura de nuevo. Pero la gente a la que mi madre estaba ayudando, no tenía esa opción. Su vida era, simplemente, eso. Supe que debía dejarla que los asistiera y yo debía apoyarla”, recuerda Ilwad.
 
Como lo explica Fartuun, “mi esposo perdió su vida por su aversión a la violencia. Por lo tanto, sabía que debía arriesgar la mía para proteger a los más vulnerables”. A su regreso a Somalia, fundó el Centro Elman para la Paz y los Derechos Humanos (Elman Peace and Human Rights Centre), que estudia las causas subyacentes que lleva a las personas, especialmente a los niños, hacia los conflictos armados y trabaja para construir la paz a través de la educación y la capacitación. Luego de más de dos décadas de conflicto, una generación de niños somalíes ha perdido la oportunidad de una educación formal. Hay muy pocas escuelas públicas y la extrema pobreza hace que sea casi imposible que los padres puedan costear los estudios. 
 
Mientras que la falta de opciones y de oportunidades alimenta el extremismo y la violencia, Fartuun e Ilwad brindan educación y capacitaciones a jóvenes que fueron reclutados como niños soldados, dándoles la chance de llevar una vida diferente. Hoy, su programa ayuda a más de 800 chicos cada año. En total, el 80% de las personas que se anotan para las capacitaciones, se gradúan con las habilidades que se requieren para protegerse a sí mismos y a su futuro.
 
                                         Fartuun Adan y Ilwad Elman
 
Mediante su trabajo con niños soldados, Fartuun e Ilwad se enfrentaron con la magnitud de la violencia sexual y la violación. “Sucedía en todas partes, pero todos lo negaban. No hablaban sobre el tema”, dice Fartuun. “Teníamos que hacer algo para ayudar a esas mujeres. Teníamos que hacer algo para darles voz”. 
 
Como respuesta a esa situación, fundaron la iniciativa ‘Hermana Somalia’ (Sister Somalia), el primer centro de crisis por violaciones en Mogadiscio. La iniciativa asiste a las sobrevivientes somalíes de la violencia sexual y a aquellas personas que escaparon de los matrimonios forzados, proporcionando servicios de consultoría, servicios médicos, reubicación, educación y kits de iniciación de negocios. Le brindan educación a las niñas para que aprendan sobre sus derechos y, hasta el momento, han apoyado la rehabilitación de 8.000 mujeres que fueron objeto de explotación sexual. 
 
“Había una mujer, Nadifa, que estuvo tratando de conseguir alimento para su familia en un campo [de refugiados] vecino. Después de pasar horas en la fila, regresó a su casa sin nada. Al entrar, encontró a un hombre violando a su hija de 11 años, frente a sus hijos más pequeños. Trató de protegerlos pero fue arrastrada fuera del campamento por los soldados que le ataron las manos y los pies, cubriendo su cabeza con una bolsa y golpeándola hasta dejarla inconsciente. La torturaron quemándola al clavarle plástico caliente en lo profundo de su piel, por todo su cuerpo. Varias semanas después acudió al Centro buscando ayuda. Hoy, ella es dueña de su propio negocio y viene al Centro, casi a diario, trayendo a más mujeres y niñas al programa”, cuenta Ilwad.
 
Y afirma que “estamos comenzando a ver un cambio cultural. La tolerancia de la atroz violencia contra las mujeres y las niñas está disminuyendo, pero lentamente. Es increíble ver empoderarse a las personas que habían perdido la esperanza. Es realmente hermoso y nos inspira a seguir”. 
 
 
                                         Fartuun Adan and Ilwad Elman
 
En el futuro, Fartuun e Ilwad desean establecer instalaciones con el objetivo de que las víctimas y las sobrevivientes puedan reunirse y crear una comunidad que ayude con la enseñanza y la rehabilitación.
 
“Ver que las personas salen del Centro con la cabeza en alto, listas y decididas a construir sus propias vidas, nos mantiene en la marcha”, dice Fartuun. “Con nuestro apoyo, ahora ellas pueden ayudar a otros y eso es lo que necesitamos para reconstruir esta sociedad. Al hacer eso, todos podemos tener un impacto en el futuro de Somalia. 
 
Fartuun Adan e Ilwad Elman son finalistas del Aurora Prize for Awakening Humanity 2017. En representación de los sobrevivientes del Genocidio Armenio y como gratitud hacia sus salvadores, el Premio Aurora tiene como objetivo generar conciencia pública sobre las atrocidades que suceden en el mundo entero y recompensar a aquellas personas que trabajan para abordar esas grandes problemáticas de una forma real y sustancial. La Gratitud en Acción ocupa un lugar central para la Iniciativa Humanitaria Aurora. Innumerables sobrevivientes de todo el mundo le deben su oportunidad en la vida a la generosidad de otras personas. A través de la Gratitud en Acción, los cofundadores de la Iniciativa Humanitaria Aurora desean inspirar a todos aquellos que han recibido ayuda en momentos de crisis a expresar su gratitud al ofrecer una asistencia similar a otras personas.