He aprendido a valorar lo que la vida me daba y a luchar por superarme y sentir la dignidad detrás del respeto por lo que uno es.
Mi herencia armenia pude descubrirla después de pasado el tiempo, cuando pude contactarme con el dolor que ese pasado había dejado en mi. Me enorgullezco de los valores que he recibido, no solo espirituales sino humanos y éticos. He aprendido a valorar lo que la vida me daba y a luchar por superarme y sentir la dignidad detrás del respeto por lo que uno es. Que aunque falte todo, nos tenemos a nosotros. Al igual que nuestros abuelos, quienes vinieron siendo casi niños, huérfanos y dolidos por haberlo perdido todo. La llama interior que vive en los armenios hizo que supieran hacer una vida digna, próspera y positiva en todos los aspectos. Desarrolló mi sentido de la compasión, por haberme conectado a través de los relatos de mis abuelos, desde muy temprana edad, con todos los matices del alma humana, con la barbarie, la solidaridad, la dignidad, la fortaleza espiritual y, sobre todo, por las fuerzas para seguir adelante aun en las peores condiciones.
Mi abuela Kehouie a los 3 años perdió a toda su familia y fue salvada por un desconocido que la llevó escondida en la alforja de un burro y la entrego a un orfanato francés. Para el pueblo francés que acogió a los huérfanos, una gran admiración y mi agradecimiento.
Mi abuelo Martin, teniendo 11años, vio cómo mataban a sus padres y a algunos de sus hermanos en Aintab (actualmente, Gaziantep, al sudeste de Turquía). Solo recordaba y trasmitía el horror. A veces su mente se escapaba porque no quería recordar y se enfermaba.
Se establecieron primero en Montevideo y luego en Buenos Aires. Los ayudó un pariente armenio que residía allí. De día atendían un almacén y de noche cocían trajes. Mientras tanto, venían los hijos para criar.
La comunidad de armenios de Montevideo en general fueron los que contuvieron el desarraigo, la desolación y los traumas. Los domingos en el Arroyo Pando, con las familias armenias eran recordados con alegría. Todos se apoyaban entre ellos.