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Michel Mossessian

Michel Mossessian

Crear espacios donde las personas se sientan cómodas es, según Michel Mossessian, el mayor desafío de un arquitecto. Mossessian nació en una familia armenia, cuyo pasado turbulento dispersó a varias generaciones de sus miembros a través de varios continentes. Esta capacidad familiar de adaptación es la que lo inspira y le permite emprender proyectos en diferentes países y culturas.

A la edad de cinco años Michel ganó su primer concurso de arquitectura y a la edad de seis ganó el segundo. Todos los años la familia pasaba sus vacaciones en las playas de Roussillon, en la región del sur de Francia, allí fue donde Michel ganó, durante dos años consecutivos, el primer premio de un concurso de castillos de arena. Le Figaro publicó una foto del joven aspirante a constructor, que fue el orgullo de toda la familia. Después de que el niño descubriera su pasión por las obras en construcción, su padre lo preparó especialmente durante las semanas previas a los concursos –momentos valiosos que disfrutaron juntos.

Büroge Edificio de oficinas en Merchant Square en Londres, uno de los proyectos emblemáticos de la firma de arquitectos de Michael, terminado en 2010.

En retrospectiva, pareciera ser que Michel siempre estuvo destinado a triunfar como arquitecto. Pero también se interesó por otras cosas, como el cine, uno de los muchos beneficios que una ciudad como París tiene para ofrecer. "Los miércoles, siempre íbamos al cine porque no teníamos clases. A las diez veíamos una película en la Galérie des Champs-Élysées, a las dos otra en Hautefeuille en el barrio latino y una última en Les 3 Luxembourg. La mayoría de las veces veíamos películas viejas en blanco y negro, pero también veíamos películas nuevas, como las de Wim Wenders".

Michel era un director entusiasta, filmó muchas películas en Súper 8. Se postuló para ingresar a la escuela de cine y también asistió a conferencias sobre filosofía dictadas por Foucault, Serres, Deleuze y Derrida. Igualmente de importante fueron los seminarios en ICRAM, el laboratorio de música vanguardista, en el que no sólo su cofundador, Pierre Boulez, sino también compositores de la talla de Stockhausen, Cage y Nono, iniciaron a los estudiantes en sus obras. El laboratorio funcionaba en el Centro Pompidou, inaugurado en 1977. Michel todavía se emociona cuando recuerda esa época de su vida, de la que dice: “fue una revolución cultural para nosotros”.

Esculpir el vacío

Al mismo tiempo, Michel cursaba sus estudios de arquitectura, que los terminó en la ciudad de Nueva York y en Cambridge, Massachusetts. Después de graduarse, trabajó en Skidmore, Owings & Merrill, una de las principales firmas de arquitectura del mundo, contribuyendo de manera significativa en la transformación de los Docklands de Londres. Desde hace 10 años, tiene su propio estudio de arquitectura en la capital británica, desde el cual realiza proyectos a gran escala que atraen la atención mundial. Además de varios proyectos en Londres, la firma estuvo a cargo de la remodelación de una plaza central en Fez, Marruecos, la construcción de un importante centro tecnológico para Exxon Mobil en Shangai, China y la supervisión de la construcción del nuevo barrio de Msheireb en Doha, Qatar. Michel también desempeñó un papel importante en el diseño de la nueva sede de la OTAN en Bruselas, Bélgica.

                   Centro tecnológico de ExxonMobil en Schanghai  

 

"Un edificio no es sólo una carcasa, un edificio deriva de la conjunción de ideas y objetivos que se deben transmitir a los propios habitantes y al público en general", cree Michel. Constantemente vuelve al tema de la "afinidad cultural", que es la clave de su obra. Según él, las necesidades humanas siempre son mayores que las del mercado o la política: "La cuestión es cómo crear espacios que las personas disfruten tanto como para volver. Primero y principal, se trata de un lazo cultural, no económico. Al final de cuentas, el éxito económico depende en gran medida de que la gente tenga ganas de volver".

El último logro de Michael fue ganar el concurso de diseño para el Museo de la fe islámica en La Meca

 

Hay varias razones por las cuales términos como cultura, identidad y pertenencia constituyen categorías importantes en el proceso mental de Michel. "Siempre tuve la impresión de era diferente, y no sólo por mi apellido. "Puedo haber nacido en Francia, pero mi historia era distinta a la de mis compañeros de clase", dice.

La abuela de Michel, Elisabeth Altounian, nació en 1897. Ella provenía de Amasya, una ciudad ubicada  en los montes Pónticos en el interior de Samsun, un gran puerto del Mar Negro. Sin embargo, creció en Yalta, península de Crimea, donde su padre se había instalado y donde trabajaba como mayorista de frutas y verduras, después de pasar casi 20 años en Estados Unidos. Cuando el zar de Rusia y su familia se trasladaban a la residencia de verano en Crimea, él abastecía el hogar. Como otras jóvenes de los círculos aristocráticos, Elisabeth era invitada a los bailes de la corte. Incluso en su vejez, nunca dejó de hablar de las veladas llenas de brillo y de los valses con oficiales en trajes de gala. Sin embargo, la Revolución de Octubre le puso fin abruptamente a la monarquía rusa.

                             El puesto de frutas y verduras de la familia Altounian en Yalta

 

Un viaje sin retorno

Unos años antes, la familia recibió un golpe aún más devastador. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, Elisabeth debía a acompañar a su abuela en un viaje a Amasya, en el Imperio Otomano, para conocer a sus parientes lejanos y para vender la casa que aún poseían en la ciudad. Esperaba con ansias realizar el viaje y se llevó una gran desilusión cuando el consejo de familia decidió que era demasiado joven para ir. En lugar de ella, fue su hermana mayor, Siranoush, quien partió junto a su abuela.

Unos meses después de que llegaran a destino, se desató la violencia contra el pueblo armenio en el Imperio Otomano, y la comunidad de Amasya no se salvó. Las dos mujeres nunca volvieron. Quince años pasaron antes de que la familia conociera los detalles atroces de su destino.

Después de la guerra, Elisabeth se casó con el vendedor de granos, Missak Mossessian. Él también era proveedor de la corte. El sacerdote de la ciudad casó a la pareja de civil, porque ya había comenzado la persecución de los cristianos en la Unión Soviética. Luego, los recién casados se trasladaron a Moscú, donde nacieron su hija Ginette y su hijo Charles. Al principio, Missak aprendió a lidiar con los comunistas, pero cuando Joseph Stalin paralizó el comercio y cerró las fronteras, vio que se avecinaban tiempos difíciles. Consiguió pasaportes persas y cambió la mayor parte de sus posesiones por diamantes, que disimuló en los botones de su traje y en algunos dientes huecos. Huyeron a Tabriz en Persia, vía Nakhijevan, para llegar finalmente a Beirut, Líbano, unas semanas más tarde.

Una vez allí, un primo de Elisabeth les contó lo que había sucedido durante el Genocidio Armenio en Amasya. Primero, deportaron a la mayoría de los hombres. Poco después, reunieron en una iglesia a los pocos hombres que quedaban y los quemaron vivos. A las mujeres y niños, incluyendo a Elisabeth y Siranouch, los llevaron al interior del país, donde fueron víctimas de robo, golpes, violación y asesinato a lo largo del camino. Sólo algunos pocos escaparon con vida, uno de ellos fue el primo de Elisabeth, que en ese momento era todavía un niño.

Familia Altounian, circa 1910. La bisabuela de Michael, Elisabeth (centro) y su nieta Siranoush (centro, derecha), ambas masacradas en 1915 en Turquía. La abuela de Michael, Elisabeth, (de pie, a la derecha), se salvó de casualidad.

 

La llegada a un país extranjero

Mientras que la joven familia de cuatro miembros había planeado originalmente emigrar a Estados Unidos, cambiaron de idea cuando el cónsul francés les ofreció la ciudadanía francesa con la condición de que se establecieran en Francia. Se instalaron en la ciudad histórica de Albi, cerca de Toulouse, donde comenzaron una empresa de calzado. En Francia, Missak pasó a ser Michel.

Al poco tiempo, tuvieron otro niño, Georges. Ni bien llegaron, no conocían a nadie y no había ningún armenio donde vivían. Sin embargo, la Catedral de Albi estaba repleta de gente el día del funeral de Missak, en 1976.  "¿Qué mejor prueba de una integración exitosa?" pregunta Michel, muy orgulloso de su abuelo, por quien lleva su nombre.

El padre de Michel, Charles, se convirtió en director técnico de una empresa multinacional. Recientemente, Michel le construyó a su padre una casa en el sur de Francia para que viviera allí después de jubilarse; cerca de la misma playa donde se había llevado a cabo la competencia de castillos de arena, los dos hombres se unieron una vez más.

 

Elisabeth y Missak Mossessian junto a sus hijos, Georges, Ginette y Charles en el sur de Francia, en 1937

 

La escuela de la diferencia

Desde muy joven, Michel se vio influenciado por el concepto de "internacionalidad": su bisabuelo había vivido casi dos décadas en Estados Unidos. Este contexto ciertamente amplió sus horizontes, le enseñó que una situación es siempre precaria y le hizo tomar conciencia de su identidad especial. "Para mí, como arquitecto", explica Michel, "esta 'escuela de la diferencia' siempre ha sido una ventaja. Mi capacidad de escuchar a los demás, de compartir mis propias experiencias con ellos, de acercarme a ellos a tal punto que se sientan comprendidos, me ha facilitado el trabajo con personas de diferentes culturas. Este tipo de comunicación no se basa necesariamente en la lengua, sino más bien en la intuición y la imaginación, que en mi opinión son el centro de la misma. De verdad pienso que hay algo típicamente armenio en esto. ¡De eso estoy seguro!"

 

La historia fue verificada por el Equipo de Investigación de 100 LIVES