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Richard Hovannisian

Richard Hovannisian

Richard Hovannisian es ampliamente reconocido como un pionero en Estudios Armenios en los círculos académicos estadounidenses. Hovannisian nació y creció en Tulare, cerca de Fresno, California, en el seno de una familia de sobrevivientes del Genocidio Armenio. Su padre, Kaspar Gavroian, nació en 1901 en la aldea de Bazmashen, actualmente llamada Saricabük, cerca de Kharpert en Armenia Occidental (hoy Elazig en Turquía oriental).

Con el tiempo, Gavroian cambiaría su apellido para honrar la memoria de su padre, Hovhannes que, como miles de reclutas armenios, fue asesinado mientras prestaba servicio al ejército otomano.  

Hovannisian obtuvo el título de Licenciado en Historia de la Universidad de Berkeley en 1954 y en 1966 realizó un Doctorado en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Se unió al cuerpo docente de UCLA como joven académico en 1962 y en 1986 fue nombrado como primer titular de la Cátedra de Historia Armenia Moderna de UCLA, patrocinado por la organización Armenian Educational Foundation.

Los primeros trabajos académicos de Hovannisian se centraron en la historia de la Primera República Armenia (1918-1920). La disertación de su Doctorado, “Armenia en el camino de la independencia”, fue publicada en 1967. 
Este trabajo previo sirvió como prólogo de una colección de cuatro tomos que aún hoy se considera la obra académica con mayor aceptación sobre la temática.  

Hovannisian es Becario del Guggenheim y ha recibido numerosas distinciones por su beca y por sus avances en Estudios Armenios. Sus datos biográficos están incluidos en el “Quién es quién en Estados Unidos” y el “Quién es quién en el mundo”, entre otras obras de referencia.

Hovannisian presta servicio a los directorios de muchas organizaciones académicas y cívicas, entre las que se encuentran: Facing History and Ourselves Foundation; International Institute on the Holocaust and Genocide; Foundation for Research on Armenian Architecture; Claremont McKenna Mgrublian Center for Human Rights; y Society for Armenian Studies, que él mismo creó en la década de 1970. En 2011, Hovannisian recibió el premio al “Profesor más inspirador” por parte de la Asociación de Exalumnos de UCLA. También es reconocido por su participación en la acción cívica y política armenia y por su esfuerzo orientado a la integración del Genocidio Armenio en la Fundación Shoah.

Desde 1997, Hovannisian organizó y encabezó un excepcional ciclo de conferencias en UCLA sobre las provincias históricas de Armenia Occidental y Cilicia, que reunió a destacados académicos de todo el mundo, para realizar presentaciones multidisciplinarias sobre este mundo armenio tan violentamente destruido. Su hijo, Raffi Hovannisian, fue el primer Ministro Extranjero en la (Tercera) República de Armenia y su nieto Garin es un cineasta y escritor que vive entre Los Ángeles y Ereván. Sus otros hijos, Armen, Ani y Garo, juegan un rol activo en los proyectos cívicos y comunitarios armenios. 

 

Kurdos y Beduinos oportunistas actuando como salvadores

A veces uno se siente agradecido por cosas que en un principio no parecen ser del todo positivas. Esto sucede cuando el Profesor Richard Hovannisian habla de cómo su padre Kaspar Gavroian sobrevivió al Genocidio Armenio. 

 

            Kaspar Hovannisian (nacido Gavroian), padre de Richard Hovannisian. 1920.

Como es sabido por los estudiantes de historia y del Medz Yeghern, los kurdos solían participar de las masacres de los armenios que tuvieron lugar entre 1915 y 1923. Actuaban como carniceros a sueldo, tentados por las grandes recompensas que el gobierno turco les prometía a cambio de que hagan el trabajo sucio, conjuntamente con el ejército y la población civil turca. 

Pero en algunos casos, estos mismos kurdos ayudaron, a veces sin darse cuenta, a salvar a una generación de armenios, como cuando tomaban a las mujeres armenias más bellas y las convertían en sirvientas y concubinas, obligándolas a tener hijos. Muchas de estas mujeres con el tiempo se escaparon del cautiverio y pudieron reanudar sus vidas como armenias.

Mientras crecía, en un pequeño rancho cerca de Fresno, una zona con una gran población armenia en el centro agrícola del Valle de San Joaquín, el Profesor Hovannisian recuerda que su casa siempre estaba abierta a todos los armenios —incluso a perfectos extraños— que eran invitados a quedarse a pasar la noche y cenar con su familia, sentados a una enorme mesa donde compartían sus historias. Aquí y en los grandes picnics comunitarios, donde se reunían hasta 5.000 armenios cerca del río Kings, el aroma a shish kebab y las melodías del Medio Oriente se podían reconocer a la distancia. 

Hovannisian recuerda que de niño a veces sentía temor en estas reuniones, al ver los tatuajes que algunas mujeres sobrevivientes llevaban en sus rostros. 

“Estas mujeres habían sido retiradas de las rutas de deportación por los Beduinos [árabes seminómadas del desierto], y se las tatuaba con el fin de marcarlas como propiedad o a menudo para volverlas irreconocibles ante los armenios que pudieran venir a reclamarlas. Grandes rizos o medallones azules que descendían a ambos lados de sus rostros. Y sus labios eran a veces completamente azules. Esto fue mucho tiempo antes de que los tatuajes estuvieran de moda entre las mujeres jóvenes”, dice Hovannisian. “Pero al menos sobrevivieron”. La historia del fascinante y heroico padre del Profesor Hovannisian brinda una variante en esta narrativa. 

 

Kaspar Hovannisian, nacido Gavroian

Kaspar Gavroian, el padre de Richard Hovannisian, tenía tan sólo 13 años cuando deportaron a toda su familia de Bazmashen, cerca de Kharpert (Bazmashen significa “aldea de muchas casas” en armenio). Siendo sólo un adolescente, Kaspar partió en la caravana de deportación, junto con su madre embarazada y su hermano de dos años, marchando en dirección sur hacia el desierto sirio y la muerte segura. En cierto momento, los miembros de una tribu kurda lo divisaron. 

Ni bien lo vieron supieron que les serviría: Gavroian era un joven robusto y los kurdos planeaban usarlo para las tareas domésticas y los trabajos forzados. 

Lo separaron de su madre y de su hermano menor, que fueron llevados, junto con el resto de los aldeanos, hacia un final incierto. Kaspar permaneció dos años esclavizado. Pero era muy astuto y en un cierto momento en 1917, huyó, escapando de sus captores kurdos. 

Luego escuchó que el legendario General Armenio Antranig había llegado a Erzinga (Erzincan). Con un poco de dinero y unas provisiones que logró juntar, atravesó el fuerte aleví de Dersim a Erzinga y los frentes rusos, donde se unió a los otros voluntarios del ejército de Antranig y luchó con ellos. En 1918, Antranig emprendió la retirada hacia el Cáucaso. Gavroian logró llegar al Cáucaso Septentrional, pero lo atraparon en la Guerra Civil Rusa que se libraba entre los Rojos y los Blancos. Permaneció un tiempo encarcelado, fue liberado en 1919 y se las ingenió para llegar a Constantinopla, que quedaba alrededor de 1000 kilómetros al oeste. Por medio de un tío que vivía en California, se contactó con una agencia de ayuda estadounidense en la capital turca, que le facilitó 50 dólares para llegar a Nueva York en tercera clase. 

 

                                           La boda de Kaspar y Siroon Hovannisian

Hovannisian se maravilla por la tenacidad y astucia de su padre, un hombre joven que soportó todo esto antes de cumplir los 20 años. “¿Cómo les pagó a los alevíes para el salvoconducto a Erzinga? ¿Con dinero? ¿Con bienes? No lo sé. Según se cuenta, la población aleví de Dersim fue y continua siendo el hogar de muchas personas de origen armenio y fueron muy serviciales con los sobrevivientes armenios o con aquellos que escapaban de sus captores y los ayudaban a llegar a las líneas rusas”.

Cuando se le preguntó si les estaba agradecido a aquellos que podrían haberle ayudado a su padre en su periplo, aunque haya sido a cambio de una coima, el Profesor Hovannisian responde: “Como es sabido…la negación no les permite a los armenios reconocer a los turcos buenos y había muchos. Realicé más de 800 entrevistas de historia oral de sobrevivientes y en casi todos los casos hubo algún musulmán de bien que los ayudó, o intentó ayudarlos. Independientemente de si esta ayuda duró un día, una semana o un año, el resultado fue que algún armenio sobrevivió”. Luego hace una pausa y agrega: “¿Agradecido?...Digamos simplemente que los aprecio”.   

 

La historia fue verificada por el Equipo de Investigació  de 100 LIVES.