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Patrick Malakian

Patrick Malakian

¿Cómo se hace para ser el hijo de Henri Verneuil, uno de los grandes padrinos del cine francés? Patrick Malakian, también cineasta, hace tiempo que no se lo pregunta. Ha estado muy ocupado atravesando Europa, desde Francia hasta Armenia, en su Harley Davidson. En el momento de cruzar la frontera con Turquía, debió retirar las banderas francesa y armenia que llevaba en la parte trasera de su moto.
 

 

Patrick Malakian en su Harley Davidson con el Monte Ararat de fondo

Uno puede preguntarse por qué el hijo de Henri Verneuil lleva el nombre de su abuelo paterno. “Cuando tenía 18 años, fui a ver a mi padre a la oficina para decirle que iba a adoptar nuestro apellido original. El hecho de que mi apellido fuera Verneuil me abría todas las puertas. La vida fue fácil hasta que sentí la necesidad de saber quiénes eran mis verdaderos amigos”, dice Patrick.   

A diferencia de la escena de la segunda parte de la película de Verneuil “558 rue du Paradis”, en la cual el padre se emociona porque su hijo decide adoptar el apellido familiar, en la vida real la reacción de Henri Verneuil fue virulenta. “Mi padre pensó que al querer llamarme Malakian, estaba renunciando a mi nombre real, como si ya no lo amara. También lo tomó como una provocación, que implicaba que yo era más armenio que él”. 

 

Henri Verneuil

Herencia en peligro

Para Patrick, Henri Verneuil – cuyo nombre original era Achod Malakian – quería proteger a los suyos de las atrocidades del Genocidio. Esperaba que para la tercera generación, la familia hubiera olvidado completamente sus raíces. “En realidad, ocurrió lo contrario”, dice Patrick. “Yo quería construirme a mí mismo, con mi nombre real y sin la ayuda de nadie. Estoy orgulloso de mi padre y lo admiro, pero lo único que le podría reprochar es que, fiel a su espíritu de ser totalmente íntegro, no nos enseñó ni a mi hermana ni a mí a hablar armenio”. Patrick ahora está aprendiendo el idioma de sus ancestros. 

Aunque fue bautizado en una iglesia armenia, todos los nombres que aparecen en el pasaporte de Patrick son muy franceses: Jacques, René, Edouard. “¡Si uno mira, ve que ninguno es armenio!” dice con una sonrisa. Lo mismo sucede con su hermana menor que se llama Sophie, Anna, Béatrice

 

Patrick Malakian junto con su hermana Sophie y su familia en la inauguración de la rotonda Henri Verneuil eb Bouc-Bel-Air, al sur de Francia, el 27 de junio de 2015

“Mi padre vivió su ‘armenidad’ como vivió el Genocidio: nunca lo escondió y siempre les respondía a las asociaciones armenias que lo solicitaban, pero no hacía énfasis en sus raíces”, dice Patrick. 

Sin embargo, Patrick encuentra una especie de contradicción entre las palabras y las acciones de su padre. “Él, que siempre se jactaba de ser ateo, sabía la misa armenia de memoria. Su propio padre participó en la construcción de la catedral armenia del Prado de Marsella y fue su cantor litúrgico principal. En 1981, justo antes de la muerte de mi abuela, mi padre se fue a la Armenia Soviética y trajo una ostia bendecida por Su Santidad Catholicós Vasken I para su madre, Araxie, que era muy creyente y murió con la ostia en la mano”.

No es fácil poder entrever el pasado de Achod Malakian/Henri Verneuil. “En casa, nunca hablamos de nuestra vida anterior a Francia”, escribió Herni Verneuil en su autobiografía “Mayrig” publicada en 1985, que luego sería adaptada a la pantalla grande. 

 Mayrig (1991)

“Mientras leía su libro, me caían lágrimas por las mejillas”, dice Patrick, quien revivió un tramo de su propia historia familiar al dar vuelta las páginas de esta obra de culto. 

Sin embargo, hay un gran silencio que envuelve el pasado, como si un denso velo hubiera caído en la familia Malakian después del Genocidio.  

El padre de Henri, Agop Malakian, era de Rodosto (actualmente Tekirdag), una ciudad costera en la parte europea de Turquía. Agop, un armador pudiente, se casó con Araxie Bulukian y su hijo Achod nació en Rodosto el 15 de octubre de 1920. Cuatro años más tarde, la victoria de los nacionalistas turcos liderados por Mustafá Kemal obligó a la familia a emprender el exilio. 

Luego de hacer un alto en Grecia, salieron al mar con la esperanza de llegar a Estados Unidos. Pero las dificultades de la travesía no les permitieron continuar el viaje. “La abuela Araxie estaba muy enferma y se detuvieron en Marsella. Temían que una travesía más extensa tuviera un desenlace fatal”, explica Patrick. Todo lo que pudieron llevarse consigo fue un puñado de monedas de oro cosidas en el vestido de Araxie. La familia escapó de prisa, dejándolo todo. 

 

Antes de ser llevada a la pantalla grande, "Mayrig" fue un éxito en ventas, cuando se publicó en 1985

 

Perdido en un mundo de relatos

El padre de Patrick murió en 2002 y se llevó muchos secretos a la tumba. “El más grande fue su verdad. Había idealizado tanto su vida que se había persuadido a sí mismo de muchas cosas. Mi padre era un narrador de historias y, como todo narrador, estaba influenciado por todas las historias que había escuchado cuando era niño en el negocio de su abuelo”, dice Patrick.

El negocio que el abuelo Agop había instalado era uno de los lugares de encuentro de los armenios en Marsella. “Mi abuelo era un excelente cocinero y a menudo había muchos armenios en su mesa”, recuerda Patrick.   

“Con tantas historias acerca del Genocidio, ¿cómo saber cuál era la suya? Se aferró a su verdad y partió con ella”.

 “Mayrig”, el último largometraje de Verneuil, vino a coronar una carrera incomparable. El film está dividido en dos partes: la primera cuenta la historia de los armenios de Marsella en general y de la familia Malakian en particular, mientras que la segunda es más autobiográfica. “La carta que le envió a su padre sigue sin abrirse, su segundo matrimonio no fue un matrimonio feliz, todo eso es cierto”, dice Patrick, quien trabajó con su padre como asistente de dirección en condiciones particularmente difíciles, a tal punto que su relación sufrió duramente esa prueba.

“Mi padre estaba obsesionado con los detalles, tenía una pasión sin igual por la precisión y gracias a eso estaba sereno durante las filmaciones porque se podía dedicar de lleno a sus actores. Pero en el caso de ‘Mayrig’, sucedió lo contrario, fue como si la temática lo hubiera superado. Como si hubiera sido más fuerte que él; no pudo lidiar con ella emocionalmente”.

Después de haber trabajado en la película durante un año y medio, Patrick se dio cuenta de que él no era el asistente que su padre necesitaba. “La atmósfera en el set de filmación se fue degradando. La filmación de la última escena llevó una semana entera en Túnez, estábamos filmando las deportaciones con miles de extras en el desierto”, recuerda.

“Tres años antes de su muerte tuvimos una charla y le dije abiertamente todo lo que pensaba. No teníamos una forma directa de comunicarnos”. Como en “Mayrig”, “Nunca hubo manifestaciones de cariño efusivas, nunca nos abrazábamos, ni nos besábamos, mi padre fue siempre así.  

Para él las palabras “te amo” eran tabú.  

Era evidente que nos amaba. Siempre fue un padre presente, cenaba con nosotros todas las noches, estaba muy atento a nuestras necesidades y se preocupaba por nuestra educación. Sin embargo, no estaba muy contento con la idea de que yo siguiera su profesión, aunque no tenía que preocuparse de que yo lo supere. Con 35 películas en su haber, es el cineasta francés con la mayor audiencia alrededor del mundo”.

 

Henri Verneuil acompañado de uno de sus actores favoritos, Alain Delon (1969)

 

Énfasis en Armenia

Puede que Patrick no haya logrado descubrir los secretos de su padre, pero encontró en Armenia una nueva inspiración. Como miembro comprometido de la comunidad armenia en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul y a cargo de la Unión General Armenia de Beneficencia (UGAB), Patrick Malakian viaja seguido a Armenia para implementar sus proyectos. Está orgulloso de mostrar la estampilla que lanzó en Francia como homenaje a las víctimas del Genocidio.  

 

Patrick Malakian avec la ministre arménienne de la Diaspora, Hranouch Agopian

“También tenemos suerte de vivir en una época en la que nuestro país está atravesando una profunda transformación. Armenia tiene 23 años, ¡es un país tan joven! Para mí es extraordinario poder participar en su construcción, agregando un ladrillo”, dice Patrick, que tiene un trato familiar con las altas autoridades de Armenia.

¿Y el cine armenio? “Estoy barajando algunas opciones, por el momento no hay nada concreto. Pero estoy listo para ir a trabajar a Armenia por ese propósito”.  

 

La historia fue verificada por el Equipo de Investigación de 100 LIVES.