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La belleza de la solidaridad

La belleza de la solidaridad

En medio del brote global del COVID-19, Aurora, sus amigos, asociados y colaboradores difunden la solidaridad al compartir con el mundo mensajes de humanidad y compasión. A continuación, presentamos el artículo de opinión escrito por Sergio Giordani, alcalde de la ciudad italiana de Padua, que se ha vito muy afectada por la pandemia del coronavirus.

Es un gran placer para mi, como alcalde de Padua, una ciudad que fue nominada como la Capital Europea del Voluntariado 2020, participar de esta loable campaña de concientización lanzada por la Iniciativa Humanitaria Aurora. Vivimos en tiempos muy difíciles y debo confesar que, como alcalde, nunca pensé que tendría que enfrentar una emergencia de este tipo en mi ciudad y entre mis ciudadanos. Afortunadamente, la ciudad de Padua tiene la solidaridad en su ADN: hay más de 6.500 asociaciones de voluntariado en la ciudad y en la región que operan en todos los campos, desde la atención médica, hasta los servicios sociales y desde la cultura hasta el deporte. Su ayuda en el manejo de la emergencia ha sido fundamental.

De inmediato, hemos establecido un objetivo: dar lo mejor que podamos, sin que nadie quede atrás. El foco principal tenía que estar puesto en las personas más vulnerables: los ancianos, pero también en aquellos que perdieron su empleo y no recibían los beneficios por despido (“Cassa integrazione”) debido a demoras burocráticas. En solo tres días, una vez que el gobierno emitió los fondos, comenzamos a distribuir vales de compra valuados en un total de 1 millón de euros para que cientos de familias no tuvieran que preocuparse por conseguir alimentos. Pero gracias a esta extraordinaria red de solidaridad, hicimos aún más. Con el Centro de Voluntariado, Cáritas diocesanas y el apoyo de la Fondazione Cassa di Risparmio, lanzamos en tiempo récord el proyecto “Per Padova, noi ci siamo” (“Estamos aquí para Padua”), que ha apoyado a las personas y ha difundido la solidaridad de diversas maneras.

Este proyecto, lanzado el 14 de marzo, fue uno de los primeros en establecerse en Italia. Ha generado una red entre las asociaciones, los servicios públicos, los servicios de Cáritas y las empresas privadas locales. Han puesto en marcha y han promovido “llamadas telefónicas amistosas” para las personas mayores que viven solas, entregas a domicilio de bienes esenciales, una iniciativa de vivienda para personas sin hogar. Y, lo más importante, ha gestionado la coordinación de voluntarios.

Además de esto, nos hemos enfrentado con la necesidad de ayudar a los estudiantes que no podían seguir el nuevo modo de educación online por la falta de computadoras portátiles y una adecuada conexión a internet, debido a impedimentos que no les permitían aprender de manera efectiva durante las clases impartidas de forma remota o por razones de pobreza educativa dentro de la familia o en su entorno.

Los voluntarios, debidamente capacitados y equipados con todos los dispositivos sanitarios necesarios, se dividieron entre diversos barrios para responder de manera rápida y efectiva a las necesidades expresadas. Durante la segunda fase de la emergencia, después del 4 de mayo, el proyecto continuó. Los voluntarios que acordaron continuar con su servicio también participaron de la reapertura y vigilancia de los 32 parques públicos de la Municipalidad de Padua.

A medida que se agotaron los vales de compra, se garantizó el suministro de bienes esenciales gracias a la solidaridad de los ciudadanos que donaron alimentos a las organizaciones benéficas en 69 tiendas de toda la ciudad. Para satisfacer las necesidades de los niños y de los estudiantes, y, también, para garantizar el apoyo a las familias en las que los padres comenzaron a trabajar nuevamente, estamos buscando espacios para centros de verano y para reanudar las clases, confiando en las asociaciones, parroquias y cooperativas, gracias a la coordinación del departamento de educación.

Los procedimientos para la recaudación de fondos, que continuará hasta el fin de junio, se destinarán, principalmente, a gastos de alimentos, medicamentos y equipos de protección personal como máscaras y guantes, para cubrir los gastos de alojamiento de las personas sin hogar y para adquirir equipos informáticos para los jóvenes y las familias que atraviesan dificultades económicas y sociales.

Todo esto fue posible gracias a la humanidad y la compasión de muchos ciudadanos. Es una experiencia extraordinaria por la singularidad del momento en el que vivimos y por la belleza y el notable ejemplo de solidaridad que presenciamos en la ciudad. Esto durará como un precioso legado una vez que finalice esta emergencia.

Creo que, si reflexionamos sobre el futuro, ahora que hemos entrado en la “segunda fase”, acercándolos a una nueva normalidad, entenderemos que nada volverá a ser lo mismo. Lo que ha sucedido nos lleva a diseñar una organización económica y social diferente que esperamos se base en una mayor igualdad de derechos y oportunidades para la gente. También tenderemos que prestar más atención a la única Madre Tierra que tenemos, reestableciendo las prioridades de la economía que se había centrado en las ganancias a toda costa.

Si esto sucede y, naturalmente, depende también de todos y de cada uno de nosotros, podríamos decir que esta terrible pandemia no sólo ha marcado un momento de tristeza y miedo, sino que también ha servido como una oportunidad para enfocarnos en los verdaderos valores de la solidaridad y la justicia social.