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Dominar el dolor: una acupunturista francesa y su misión de anestesiar el sufrimiento

Dominar el dolor: una acupunturista francesa y su misión de anestesiar el sufrimiento

Como presidenta de la asociación francesa Shennong&Avicenne, que ella misma fundó en 2002, la doctora Elise Boghossian trabaja incansablemente en zonas de guerra para aliviar el sufrimiento de la población civil. Luchando en varios frentes a la vez, la acupunturista de 37 años se encomendó recientemente en la tarea de ayudar a las víctimas del ISIL (Estado Islámico en Irak y Levante) en el norte de Irak. 
 

El genocidio en su pasado

El abuelo de Elise, Boghos, era oriundo de Sivas, en la región de Anatolia Oriental. Deportado a Adana durante el Genocidio Armenio, vio morir a su hermano en sus brazos y perdió el rastro de su otro hermano, que fue secuestrado. El padre de Elise, nacido en Turquía, emigró al Líbano en 1962. Luego partió hacia Francia, donde nació Elise. “Crecí con las tristes historias del Genocidio, atormentada por las pesadillas que atravesaron los miembros de mi familia y la injusticia que vivieron en 1915, por el drama de los sobrevivientes que fueron separados a la fuerza de sus seres queridos, tal como le ocurrió a mi abuela huérfana”, dice Elise. “De niña, soñaba con traer a todas las personas muertas de nuevo a la vida”.  

Una vez que cursó sus estudios universitarios, Elise se distanció deliberadamente del mundo en el que había crecido. El camino que emprendió la llevó a Asia, donde estudió neurociencia. Se perfeccionó en acupuntura y tratamiento del dolor en Vietnam y trabajó con adictos a las drogas en Hanoi. Luego obtuvo un doctorado en medicina china, con especialización en ginecología, en la universidad de Nankin, e hizo un trabajo de investigación sobre el rol de la medicina china en el tratamiento de la infertilidad.

 

Armada de coraje y agujas

Siguiendo su llamado a dedicarse a la medicina en campo, en 2002 Elise fundó la asociación Shennong&Avicenne con un grupo de antiguos alumnos. La organización lleva el nombre de Shennong, un sabio emperador mítico de la China prehistórica y Avicenna, un reconocido médico y científico persa de la época medieval.   

Desde entonces Elise tiene como misión intervenir en zonas de conflicto, armada de su coraje y de una caja de agujas que usa para aliviar el dolor de las víctimas civiles. 

En 2002 comenzó a ayudar a víctimas del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj, una zona que, hasta el día de hoy, sigue visitando con frecuencia. Luego trabajó en el campo de refugiados sirios de Zaatari en Jordania y en 2014 se mudó a la región del Kurdistán Iraquí, donde millones de personas desamparadas, que huyen del avance de los yihadistas, se refugian con sus familias en vertederos, sótanos abandonados y parques.  

 

 

                                Elise frente a la iglesia armenia del Kurdistán Iraquí

Elise compró un autobús y lo transformó en una clínica móvil, para aliviar el sufrimiento de los refugiados que enfrentan condiciones de vida deplorables. El proyecto fue respaldado con numerosas donaciones, permitiéndole a Elise contratar y capacitar a un equipo multidisciplinario de 14 médicos; árabes, kurdos, armenios, yazidíes, muchos de los cuales también habían sido refugiados. Gracias a Elise, han recuperado su dignidad y la esperanza en el futuro.

Con el fin de abordar el creciente flujo de refugiados, la saturación de los campos y la particular vulnerabilidad de las mujeres y los niños, Elise creó una segunda clínica móvil especialmente dedicada a este grupo. El 12 de junio de 2015, su “autobús para mujeres” partió de Francia a Irak, sentando un precedente y convirtiéndose en un modelo a seguir. 

 

 

                                       La clínica móvil de la asociación en el Kurdistán Iraquí

La joven madre de tres ha hecho milagros para poder aliviar el dolor y el sufrimiento en una región donde los analgésicos prácticamente no existen. Una vez al mes, deja a su familia y su oficina en París para brindarles atención a víctimas de quemaduras, injertos y amputaciones.  Durante varias semanas, se aboca a ayudar a soportar el inaguantable dolor y a salvar vidas. Para la frágil población femenina, crea un espacio de confianza y paz, en el cual las mujeres reciben una adecuada atención pediátrica, ginecológica, neonatal y posparto.  

 

Un búmeran de bondad

¿Qué lleva a esta joven mujer a dejar su familia y su trabajo para regresar a Irak cada mes? La familia de Elise, de raíces armenias, es unida y abierta y la apoyan en su gran desafío de combinar su vida personal y su profesión, aunque a ella aún le resulta difícil explicarles a sus hijos a qué se dedica. “No quiero que un día digan que su madre los abandona para cuidar a otros niños”, dice. Desde el comienzo de sus misiones, Elise fue escribiendo todo en un diario. La necesidad de volcar sus impresiones y vivencias poco a poco devino en un proyecto de escritura. Su libro, que fue lanzado en noviembre de 2015 y se titula “In the Kingdom of Hope, There Is No Winter” (“En el reino de la esperanza, no hay invierno”) fue todo un éxito. “Escribí este libro para mis hijos, para que entiendan lo que hago”, explica.

Si bien en un principio Elise intentó escaparse de su historia, la experiencia de su familia durante el Genocidio Armenio y el reciente aniversario del centenario, alimentaron aún más su pasión. Según Elise, la convulsión regresó al Medio Oriente como un búmeran de 1915. Como nieta de sobrevivientes, concentró sus esfuerzos en ayudar a niñas y mujeres yazidíes y cristianas, que son, en su mayoría, víctimas de torturas y abuso sexual. “Después de arrebatarles los hijos a las mujeres para convertirlos en pequeños soldados y de someter a las madres a los peores abusos, sus captores no las matan. Las mantienen vivas, con crueldad, con el propósito de destruirlas por dentro, de aniquilar su tejido social y a las siguientes generaciones”, dice Elise. “Preferirían mil veces más morir, que sobrevivir los padecimientos”. Liberadas de las garras de sus captores a cambio de una recompensa, muchas de las mujeres que no son asesinadas por sus parientes hombres para “limpiar su honor”, terminan suicidándose. Sin embargo, Elise está esperanzada. Les brinda la atención que necesitan, trabajando en estrecha colaboración con psicólogos especializados en casos de trauma severo. 

 

 

                                                Elise abrazada con una niña yazidí 

Resulta difícil contabilizar el número exacto de personas salvadas por Elise, pero ciertamente es un número elevado. En los últimos nueve meses, la joven doctora llevó su clínica móvil a 30 puntos diferentes en el Kurdistán Iraquí, atendiendo a un promedio de 400 personas por día. El año pasado, junto con su equipo, trató alrededor de 40.000 casos. Pero mientras Elise emprende su misión de ayudar a las víctimas de la barbarie yihadista en tierras lejanas, también le presta atención a las dificultades en su propia tierra. En este momento, otro autobús de Shennong&Avicenne recorre los campos de Calais y Dunkerque, ubicados en el norte de Francia, que es actualmente el hogar de 4.000 refugiados e inmigrantes. 

Elise no se rinde ni al triunfalismo, ni a la desesperación. “Mi deber es ayudarles a los desposeídos”, dice, “llegar al prójimo, como ellos llegan a nosotros”. Ella puede parecer sensible, incluso frágil, pero se vale por sí misma, plena de belleza y determinación.